1. El bautismo ya era costumbre de algunos judíos y conversos en tiempos del Nuevo Testamento.
Siguiendo la analogía del nacimiento natural, algunos judíos en el tiempo de Jesús practicaban la inmersión en agua o bautismo para marcar nuevos comienzos. Por ejemplo, algunas sectas requerían la inmersión en agua de sus nuevos miembros como rito de iniciación, mientras que otros acostumbraban a bautizar a sus conversos de entre los gentiles, simbolizando así limpieza de la impureza de la idolatría.
En este contexto, aparece en escena Juan, un primo lejano de Jesús, llamado el Bautista, quien tenía un estilo muy parecido al del profeta Elías y predicaba un bautismo de arrepentimiento, como evidencia de un cambio de conducta y actitud del pueblo que esperaba al Mesías.
Mateo 3:5-6
Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región alrededor del Jordán; y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán.
2. El bautismo formó parte del ministerio público de Jesús.
Sabemos que el Maestro validó el bautismo de Juan y se sometió a él personalmente. Lo que no se menciona muy a menudo es que Jesús y sus discípulos adoptaron el bautismo como parte de su ministerio, llegando a bautizar muchos más discípulos que el propio Juan.
Juan 3:22 y 26
Después de esto vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estaba allí con ellos, y bautizaba.
Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien diste testimonio, está bautizando y todos van a Él.
Juan 4:1-3
Por tanto, cuando el Señor supo que los fariseos habían oído que Él hacía y bautizaba más discípulos que Juan (aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos), salió de Judea y partió otra vez para Galilea.
Ya fuese que Jesús mismo bautizara, o que lo hiciesen sus discípulos bajo su autoridad, el bautismo en agua caracterizó una buena parte del ministerio del Maestro.
3. Jesús habló sobre la importancia del nuevo nacimiento, cuya expresión externa es el bautismo.
Jesús le habló del bautismo a Nicodemo, un fariseo prominente, que conocía muy bien las ordenanzas relacionadas con los diferentes lavamientos rituales en la Ley de Moisés. Los religiosos del tiempo de Jesús sobre-enfatizaban la importancia de estos lavamientos, sin reparar en su significado espiritual o práctico. Con toda seguridad, Nicodemo no se esperaba que Jesús le hablara sobre la necesidad de un nuevo nacimiento a él, un judío celoso, practicante de una de las sectas más conservadoras de la época.
Juan 3:5
Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.
4. El bautismo forma parte de la Gran Comisión.
Antes de ascender al cielo, Jesús comisionó a sus discípulos para que predicaran el Evangelio en todo el mundo, bautizando a los nuevos creyentes.
Mateo 28:19
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo
Marcos 16:16
El que creyere y fuere bautizado, será salvo...
5. El bautismo marcaba el momento de la conversión en la época de los apóstoles.
Comenzando con el discurso de Pedro en Pentecostés, el bautismo estuvo estrechamente ligado a la conversión de nuevos discípulos y era la manera establecida por Jesucristo por la que una persona daba testimonio público de su nueva fe.
Notemos que los apóstoles nunca formularon o practicaron lo que ahora llamamos la oración de fe del pecador. La Biblia no registra ninguna oración específica o confesión en particular que los nuevos convertidos pudieran repetir a fin de salvarse, pero ciertamente todo creyente debía dar testimonio público de su decisión descendiendo a las aguas del bautismo.
Hechos 2:38 y 41
Y Pedro les dijo: Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil almas.
6. El bautismo acompañó a los apóstoles en su predicación a judíos y gentiles por igual.
Hechos 8:12 (Felipe predica en Samaria)
Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Cristo Jesús, se bautizaban, tanto hombres como mujeres.
Hechos 10:44-48 (Predicación de Pedro en la casa de Cornelio)
Mientras Pedro aún hablaba estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban el mensaje. Y todos los creyentes que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, se quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, pues les oían hablar en lenguas y exaltar a Dios.
Entonces Pedro dijo: ¿Puede acaso alguien negar el agua para que sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros? Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo.
7. El bautismo es el comienzo de la vida cristiana.
El bautismo no requiere de un conocimiento teológico profundo, y debería administrarse inmediatamente después de que una persona ha comprendido y creído el mensaje de salvación. Uno de los ejemplos más claros se encuentra en el encuentro de Felipe con el etíope.
Hechos 8:34-38
El eunuco respondió a Felipe y dijo: Te ruego que me digas, ¿de quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro?
Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Yendo por el camino, llegaron a un lugar donde había agua; y el eunuco dijo: Mira, agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? Y Felipe dijo: Si crees con todo tu corazón, puedes. Respondió él y dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.
Y mandó parar el carruaje; ambos descendieron al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó.
8. Los únicos requisitos para el bautismo son el arrepentimiento y la fe en Jesús.
Como ya hemos explicado, no se necesita llenar ningún requisito en particular a fin de calificar para el bautismo. Claro que no deberíamos tomarlo a la ligera, sino como un momento de suma importancia para la vida cristiana.
Tampoco encontramos en la Biblia que los apóstoles bautizasen niños pequeños, pues el bautismo implica que una persona tenga plena conciencia de que es un pecador, y decida abandonar su vida pasada para recibir la nueva vida en Cristo Jesús.
9. El bautismo significa muerte y resurrección.
Más allá de un simple rito de iniciación, el bautismo cobra profundo significado luego de la muerte y resurrección de Cristo. Toda persona que se bautiza bajo este nuevo pacto en su sangre, queda unido a Cristo mismo en su muerte, sepultura, y resurrección.
El apóstol Pablo escribe a los cristianos romanos sobre la importancia de morir al pecado y resucitar a una vida nueva en Cristo a travéz del bautismo:
Romanos 6:3-4 y 11 (NIV)
¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva.
De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.
10. El bautismo en agua es confirmado y completado mediante un bautismo superior: el bautismo con el Espíritu Santo.
Importante como es, el bautismo en agua no representa un fin en sí mismo, ya que todo pecador arrepentido que entra a las aguas para dar testimonio de su fe en Cristo, necesita desesperadamente del poder de Dios manifestado en la persona y obra regeneradora del Espíritu Santo, para comenzar a dar pasos en la dirección correcta.
Dicho de otra manera, todo creyente verdadero tiene la vida de Dios dentro de sí, entiéndase como una nueva naturaleza espiritual. Jesús le dijo a Nicodemo:
Juan 3:6-8
Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te asombres de que te haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo”. El viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
El Espíritu Santo es quien nos capacita para vivir una vida santa, que agrada a Dios. Su presencia trae una profunda transformación de adentro hacia afuera,
Tito 3:5
...Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.
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