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El Mesías y la Pregunta Sobre el Fin (Parte 1)

Actualizado: 6 sept 2022

Marcos 13:1-4 NBLA

Cuando Jesús salía del templo, uno de Sus discípulos le dijo: «Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!». Y Jesús le dijo: «¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada».

Y estando Él sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaban en privado: «Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y qué señal habrá cuando todas estas cosas se hayan de cumplir?».

Hola, estimado oyente de Letra y Espíritu! Hoy es un gran día para escudriñar las Escrituras, no es cierto? Yo soy Ivonne Montejo, y le doy la bienvenida al estudio bíblico de esta semana, el cual ha sido preparado como continuación de la serie Tiempos Finales. ¿Reconoce usted los versículos que acabamos de leer? Claro! Han sido tomados del evangelio de Marcos, capítulo 13, al comienzo del sermón escatológico de Jesús, que en casi todas las versiones lleva el título de Señales Antes del Fin.


¿Sabe una cosa? No creo que ese título sea el más adecuado para el pasaje que vamos a estudiar, sobre todo porque es un tanto confuso, y ha hecho que muchos predicadores lleguen a conclusiones precipitadas. Afortunadamente, usted y yo sabemos que la numeración y los subtítulos de nuestras biblias modernas, en realidad no son parte de las Sagradas Escrituras, sino que surgieron muchos siglos más tarde para ayudarnos a manejar el texto. En fin, ellos no están ahí para guiarnos en la interpretación bíblica; sin embargo, a veces pueden llegar a confundirnos, sobre todo porque reflejan el punto de vista (no divinamente inspirado) de la persona que los añadió.


Bien, le he dicho todo esto porque hoy quiero proponerle un giro interpretativo un poquito desafiante. Quiero proponerle que llamemos a este pasaje: El Mesías y la Señal Antes del Fin. ¿Por qué? Simplemente porque al final de este estudio vamos a demostrar que Jesús no habló de muchas señales antes del fin, sino de una señal en particular, la cual marcaría el cumplimiento de los acontecimientos proféticos, y luego, juntos vamos a identificar exactamente cuál fue esa señal.


Y bien! Espero que esta introducción no te haya espantado, y que estés listo para sumergirte de lleno en el tema. Antes de continuar, quiero tomar un momento para agradecer a nuestros suscriptores y oyentes en general por su valiosa participación dando me gusta, comentando y compartiendo cada publicación. Recuerde que todas sus preguntas y comentarios son bienvenidos, y nos ayudan a crecer para llegar a más personas con estos temas de vital importancia y actualidad. Sólamente le pedimos mantener un debate justo y respetuoso, que sirva de inspiración a otros en su estudio de las Sagradas Escrituras. También puede visitar la página del ministerio en: www.letrayespiritu.org, para ver más material de estudio, e inscribirse a la lista de correo del ministerio. Otra vez, gracias!


Bien, ya estamos de vuelta con el contenido, y le propongo que comencemos analizando la pregunta que dio paso al discurso del Señor en los tres evangelios de referencia: Marcos 13, Mateo 24 y Lucas 21. En caso que surjan discrepancias entre estos tres autores (y ya de antemano le adelanto que las hay), vamos a formar una especie de jerarquía u orden de prioridad, desde nuestra fuente más cercana hasta la menos cercana: primero Marcos, después Mateo, y al final Lucas.


Comenzamos con Marcos porque ha sido considerado por la mayoría de los eruditos como el primer evangelio que se escribió, y también porque se cree que constituye el testimonio personal del apóstol Pedro, uno de los cuatro testigos oculares que se acercaron a Jesús en privado para hacer la pregunta (así que vamos a otorgarle a Marcos un lugar especial). Luego tenemos a Mateo, que uno de los doce y pudo haber escuchado el sermón de Jesús, pero que sabemos no se menciona entre los cuatro que hicieron la pregunta. Por último, vamos a considerar el testimonio de Lucas, aunque sabemos que él no era uno de los doce, ni estuvo presente al momento del discurso de Jesús, pero de quien se dice que escribió su evangelio después de investigar cuidadosamente los hechos en el contexto de la iglesia primitiva del primer siglo. (No hay duda de que su testimonio es creíble, y que él estuvo en contacto con testigos oculares como el propio Pedro y María, la madre de Jesús, pero no podemos considerarlo una fuente tan cercana como los dos anteriores, además de que se piensa que su evangelio fue escrito en una fecha posterior). Mantenga esta información en mente a medida que avanzamos en nuestro estudio, y verá que puede sernos de gran utilidad.


Bien, ya estamos listos para empezar a leer nuestras fuentes:


Marcos 13:3-4 RVR60

Y se sentó en el monte de los Olivos, frente al templo. Y Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?


Mateo 24:3 RVR60

Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?


Lucas 21:7 RVR60

Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?


Ahora que hemos leido a nuestros tres testigos, dígame: ¿Cuál diría usted que fue la pregunta? Tenga en cuenta que sólo si comprendemos la pregunta, podremos interpretar correctamente la respuesta!


Quiero comentarle que he consultado varios materiales auxiliares y escuchado diferentes maestros enseñar que los discípulos hicieron dos o más preguntas distintas aquí (una acerca del tiempo de la destrucción del Templo, y otra referente al tiempo del fin); y ciertamente, ese pareciera ser el caso a primera vista, pero sólo cuando tomamos como referencia la versión de Mateo, pues ni Marcos ni Lucas hacen mención alguna de la venida de Cristo, o el fin del siglo. Ellos sólamente preguntan en referencia a la destrucción del Templo: Maestro, cuándo sucederán estas cosas y qué señal habrá que anuncie su cumplimiento?


Ni siquiera necesito resaltarlo, pero lo haré para ayudarle a comprender lo que viene después: Los discípulos nunca preguntaron por las señales que anunciarían el fin del mundo; ellos pidieron una señal de que la profecía de Jesús sobre la destrucción del Templo tendría cumplimiento! Aclaro que No estoy diciendo que Jesús nunca habló de los eventos más allá del primer siglo, por favor, téngame paciencia, pero creo que necesitamos prestar atención al contexto en que se da este sermón.


En honor a la verdad, que es Cristo, tenemos que aceptar que si no tuviéramos el evangelio de Mateo, podríamos fácilmente inferir que la pregunta de los discípulos no tuvo implicación alguna en materia de escatología y tiempos finales; sin embargo, el registro de Mateo nos obliga a investigar más profundamente el asunto.


¿Cómo es posible que los discípulos preguntaran sobre la segunda venida del Mesías, si ellos no tenían ningún conocimiento al respecto? Recuerde que los discípulos ni siquiera entendieron al Señor cuando les dijo que sería entregado, muerto, y resucitado después de tres días! Usted no debería pensar, ni por un instante, que ellos estaban pidiendo una señal de la Segunda Venida de Cristo. En lugar de eso, puedo asegurarle que ellos esperaban ver a Jesús derrotando a Roma y reinando sobre el trono de David en su primera y única venida! ¿De dónde salió esta pregunta, entonces? Además, no podemos dejar de cuestionarnos por qué fue Mateo el único evangelista que parece haber añadido el tema escatológico.


Ya hemos dicho que Mateo no fue uno de los cuatro que, de acuerdo con su propio relato, vinieron en privado al Maestro; así que no podemos otorgarle la misma importancia que a Marcos en cuanto a la pregunta. Por otra parte, tenemos que verlo como alguien que escribió su evangelio con un claro objetivo en mente: el poder presentar a Jesús ante sus lectores como el Mesías prometido al pueblo judío, y que por lo tanto, vino para dar cumplimiento a toda la profecía mesiánica del Antiguo Testamento. Si combinamos estos dos factores, entonces podemos llegar a una conclusión lógica: (1) que la pregunta original de los discípulos sólo se limitaba a la cuestión del Templo en Jerusalén, y nada más; sin embargo, (2) después de escuchar el sermón de Jesús, Mateo debió ver una conexión entre la destrucción del Templo y el cumplimiento de ciertas de profecías mesiánicas del Antiguo Testamento.

Perfecto! Ahora sabemos por qué Mateo le dio un matiz mucho más escatológico a su relato, pero también ha surgido una nueva interrogante: ¿Qué dice la profecía del A.T. sobre el futuro del Templo y su relación con el Mesías? Citemos brevemente algunos ejemplos:


1. De acuerdo con David en el Salmo 110, el Mesías gobernaría desde Sión y sería declarado sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec (Salmos 110:4).


2. De acuerdo con el profeta Malaquías, el Mesías vendría súbitamente al Templo para juzgar y purificar el sacerdocio Levítico (Malaquías 3:1-6).


3. De acuerdo con el profeta Zacarías, el Mesías reedificará el Templo y combinará en sí mismo los oficios de Rey y Sumo Sacerdote (Zacarías 6:12-13). Nótece que ninguna otra persona en Israel podría legalmente funcionar como sacerdote y rey a la vez.


4. De acuerdo con el profeta Isaías, el Mesías aparecería para consolar a su pueblo y juntar a todas las naciones en torno a Jerusalén, donde subirán para ver su gloria, y adorar al Señor en las lunas nuevas y los días de reposo (capítulo 66).


4. Según el profeta Ezequiel la gloria de Dios abandonó el Templo pre-exílico a través de la puerta oriental, hacia el Monte de los Olivos; sin embargo, regresará por la misma puerta para habitar y llenar un nuevo edificio, cuyas dimensiones son perfectas, y superan las de cualquier otro santuario que haya sido construido antes en Jerusalén. El nivel de detalle que encontramos en la descripción de este nuevo edificio y su forma de operar, parecen indicar que se trata nada más y nada menos que del Templo restaurado durante la Era Mesiánica (Ezequiel 43:6-7).


5. De acuerdo con el profeta Miqueas, en los últimos días todas las naciones subirán a la Casa de Dios en Jerusalén para ser instruidas en Su Palabra (Miqueas 4:2).


Bien, resumamos diciendo que los discípulos de Jesús tenían un conocimiento básico de las Escrituras del Antiguo Testamento y por lo tanto, entendían que el Templo de Jerusalén estaba destinado a jugar un papel fundamental en el cumplimiento de la profecía mesiánica. Eso explica la mención que hace Mateo de Su venida (o más bien, de su presencia) y del fin del siglo, como una referencia directa a la restauración final de Israel y el establecimiento del Reino Mesiánico.


Pensémoslo de esta manera, los discípulos querían ver a Jesús tomando una posición de liderazgo político y religioso, pero había un grave problema: las autoridades religiosas del Templo no sólo lo habían rechazado, sino que lo consideraban una amenaza, y buscaban desesperadamente la manera de deshacerse de él.


El propio Mateo nos dice que Jesús había llegado a Jerusalén con tiempo suficiente para preparar la Pascua y comenzó a visitar el Templo para enseñar en él. En el capítulo 21 encontramos el relato de la entrada triunfal, seguido de la purificación del Templo, la maldición de la higuera estéril, y el primer enfrentamiento con los principales sacerdotes y ancianos del pueblo. El capítulo 22 nos cuenta cómo los diferentes grupos religiosos buscaban cualquier pretexto para acusarlo y llevarlo a juicio; pero en el capítulo 23 realmente vemos el momento máximo de ebullición en la rivalidad entre Jesús y las autoridades religiosas. Para ilustrar la gravedad de la situación en este punto, citemos brevemente algunos fragmentos de su discurso en el Templo:


Mateo 23:16-19 y 29-36 NBLA

¡Ay de ustedes, guías ciegos! Porque dicen:“No es nada si alguien jura por el templo; pero el que jura por el oro del templo, contrae obligación”. ¡Insensatos y ciegos! Porque ¿qué es más importante: el oro, o el templo que santificó el oro?

También ustedes dicen:“No es nada si alguien jura por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación”. ¡Ciegos! Porque ¿qué es más importante: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? (...)

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edifican los sepulcros de los profetas y adornan los monumentos de los justos, y dicen: “Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas”. Así que dan testimonio en contra de ustedes mismos, que son hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Llenen, pues, la medida de la culpa de sus padres!

¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio del infierno? Por tanto, miren, Yo les envío profetas, sabios y escribas. A algunos de ellos, ustedes los matarán y crucificarán, y a otros los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad, para que recaiga sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes asesinaron entre el templo y el altar. En verdad les digo que todo esto vendrá sobre esta generación.


Wow! ¿Esperaría usted salir vivo de allí después de semejante discurso? En efecto, esta sería la última vez que el Señor entraría en el Templo, y Mateo registra sus últimas palabras a modo de despedida en los versos 37-39:


¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! Por tanto, la casa de ustedes se les deja desierta. Porque les digo que desde ahora en adelante no me verán más hasta que digan:“Bendito Aquel que viene en el nombre del Señor”.


Es interesante que los evangelios registren que Jesús abandonó el Templo en dirección al Monte de los Olivos, es decir, siguiendo el patrón establecido por la manifestación de la gloria de Dios en la visión de Ezequiel. Es evidente que este recorrido del Maestro tendría una fuerte implicación profética para la gente de su tiempo. Además, ¿a qué lugar piensas que se refirió Jesús cuando dijo que la casa de ellos quedaría desierta? Desde luego que se refería al Templo! Él estaba dictando una clara sentencia de juicio divino contra el Templo y el sistema religioso del primer siglo.


Es en este contexto que volvemos al inicio del estudio, donde leímos que saliendo del Templo, alguien quizo llamar la atención del Maestro acerca de la majestuosidad de su construcción. No sé si puede imaginar lo que significaba el Templo de Jerusalén para cualquier judío del primer siglo, pero se ha dicho que era un edificio tan magnífico que causaba admiración desde lejos. Más allá del atractivo visual y de su ventajosa ubicación en el punto más elevado de la ciudad, el Templo representaba el centro de la vida social y religiosa de toda la región, un símbolo de su identidad nacional, y una muestra de fortaleza de cara a la opresión extranjera. No hay duda de que la respuesta de Jesús debió dibujar una expresión de inmediata preocupación y alarma en el rostro de muchos en su audiencia: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada.


Es cierto que la gran mayoría de los habitantes de Jerusalén y sus alrededores, veían el Templo con gran orgullo; sin embargo, algunas minorías más radicales y menos apegadas a la vida material, ya habían comenzado a demostrar su profundo descontento con la hipocresía y corrupción del liderazgo religioso. Ellos ya no veían el Templo de Herodes como el lugar desde donde el Mesías prometido impartiría su justicia a las naciones. En su lugar, comenzaron a pensar que, de acuerdo con las Sagradas Escrituras, el actual santuario estaba próximo a desaparecer, para dar paso a uno mucho mejor: aquel que sólo el Mesías podía levantar.


Uno de estos grupos más radicales era el de los Esenios de la comunidad de Qumran en el Mar Muerto. Hallazgos recientes sobre la vida y obra de este grupo, que existió desde mediados del siglo II a. C. hasta finales del primer siglo d. C., indican que los esenios no sólo preservaron las Sagradas Escrituras y otros documentos antiguos, sino que también pusieron especial atención al desarrollo de la profecía mesiánica. Por ejemplo, luego de analizar algunos de los Rollos del Mar Muerto, se ha encontrado evidencia suficiente para afirmar que este grupo esperaba la manifestación de un Mesías, Dios encarnado, que sería rechazado y crucificado por el sacerdocio Levítico. Según las antiguas predicciones atesoradas y conservadas por los esenios, después de crucificar al Mesías, el sacerdocio Levítico sería extinguido y reemplazado por un nuevo sacerdocio, y un nuevo pacto. La señal de que Dios había rechazado y puesto fin al sacerdocio Levítico por su apostasía y su rebelión contra el Mesías sería esta: el velo del Templo se partiría en dos!


¿Interesante, verdad? Espero que sí, porque justo fueron Mateo, Marcos (o Pedro) y Lucas, quienes registraron en sus evangelios el cumplimiento cabal de la antigua profecía esenia, cuando inmediatamente después de la muerte de Jesús, se produjo un temblor, las rocas se partieron y el velo del Templo se razgó en dos de arriba abajo. Pero más que un dato curioso, esta información puede ayudarnos a comprender qué motivación oculta pudieron tener Pedro, Jacobo, Juan y Andrés para formular su famosa pregunta acerca de la destrucción del Templo ¿Recuerdas?


¿Será que estos cuatro tenían conocimiento de las profecías esenias sobre el fin del sacerdocio Levítico? ¿Acaso cabe la posibilidad de que ellos hubiesen sido influenciados por las enseñanzas de esta secta judía del primer siglo? Personalmente creo que sí, es bastante probable; y es que la Escritura nos dice que al menos dos de los cuatro discípulos (Andrés, hermano de Pedro, y Juan, hermano de Jacobo) estuvieron entre los seguidores de Juan el Bautista, cuyo vínculo con la comunidad Esenia es bastante evidente al día de hoy.


Otro posible factor a tener en cuenta es el hecho de que el propio Jesús, era primo de Juan el Bautista, y había heredado de él la costumbre de bautizar al pueblo, y el absoluto desprecio de las autoridades religiosas. Juan (el bautista) pertenecía a la linea sacerdotal a través de su padre Zacarías, sin embargo, había elegido un modo de vida bastante más austero que los de su clase, y su ministerio bautismal en el río Jordán no contaba con el respaldo de la institución religiosa. Aunque no podemos corroborarlo, la tradición Cristiana Ortodoxa y el evangelio apócrifo de Santiago (siglo II), identifican a este Zacarías, padre de Juan, como el Zacarías, hijo de Berequías, martirizado entre el Templo y el altar (Mateo 23:35), argumentando que este fue alcanzado por los soldados del rey Herodes durante la Matanza de los Inocentes, y asesinado en complicidad con las autoridades religiosas del Templo, por negarse a revelar el paradero de su hijo Juan. Si esta teoría resultase ser cierta, entonces Jesús estaría responsabilizando a las autoridades religiosas por profanar directamente el Templo al permitir el injusto asesinato de Zacarías, su pariente.


Bien, creo que ya ha sido suficiente por hoy! Si has llegado hasta aquí, no hay duda de que te interesa el tema. Espero que toda esta información te permita mirar la pregunta y el testimonio de los discípulos desde una óptica totalmente distinta, y que comiences a hacerte preguntas que te ayuden a investigar y llegar al fondo de la revelación bíblica sobre el final de los tiempos. Por supuesto que aún no hemos llegado a la parte donde identificamos la señal dada por Jesús a sus seguidores, pero si eres un poquito paciente, te prometo que pronto estaremos publicando la continuación de este estudio.


Por ahora, me gustaría que tomaras un momento para compartir, dar un pulgar arriba, y dejarme tus comentarios al pie. Dime ¿Qué relación encuentras entre la destrucción del Templo en el año 70 y el cumplimiento de la profecía mesiánica del A.T.? ¿Y, cuál crees tú que sea la señal de la que habló Jesús?

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