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Comienza en el Agua

Actualizado: 24 mar 2020

Levítico 8.4-6

4 Hizo, pues, Moisés como Jehová le mandó, y se reunió la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión.

5 Y dijo Moisés a la congregación: Esto es lo que Jehová ha mandado hacer.

6 Entonces Moisés hizo acercarse a Aarón y a sus hijos, y los lavó con agua.


En nuestro viaje por el libro de Levítico, hemos llegado al capítulo 8, donde leemos acerca de la consagración de Aarón y sus hijos como sacerdotes de Jehová. Por lo general, hablamos mucho más sobre Moisés como líder que sobre Aarón como Sumo Sacerdote; sin embargo, el oficio del sacerdocio es uno cargado de significado y simbolismo a través de toda la Escritura.

El autor de la carta a los Hebreos resume las condiciones del sacerdocio aarónico en 5:1-4:


Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados;
para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad;
y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo.
Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.

Pongámoslo de esta manera. El sacerdocio aarónico estaba basado en 6 aspectos fundamentales, o condiciones:


  • Llamado -Aarón no tomó el oficio del sacerdocio por voluntad o iniciativa propia, sino que fue llamado por Dios para este oficio.


  • Humanidad - El sacerdote es tomado de entre el pueblo.


  • Representación - Establecido a favor del pueblo y en representación del mismo ante Jehová.


  • Mediación -Para presentar las ofrendas y sacrificios prescritos en la Ley a fin de expiar los pecados de Israel.


  • Compasión -Para identificarse y mostrar paciencia ante las debilidades y fracasos de otros a su alrededor.


  • Santificación -Para ofrecer continuamente los mismos sacrificios de expiación por sus propios pecados, ya que él mismo no está exento de pecado.


Una lectura detenida al libro de Hebreos nos permite ver a Aarón como figura o tipo de un sacerdocio terrenal, temporal, y limitado; mientras que Cristo mismo se nos presenta en calidad de Sumo Sacerdote de un mejor pacto, y según un orden diferente: superior, eterno e ilimitado. Es decir, Jesús también fue llamado por Dios, tal como lo dice en Hebreos 5, tomado de entre los hombres, constituido Sumo Sacerdote a nuestro favor, para presentarse a sí mismo como ofrenda y expiación por nuestros pecados, y para compadecerse de nuestra humana debilidad; sólamente que él nunca necesitó ofrecer sacrificios por él mismo, ya que su obediencia fue perfecta.


Aunque este no sea el tema de nuestro estudio de hoy, nos lleva a preguntarnos qué otras figuras y símbolos relacionados con el sacerdocio podemos encontrar ampliados a lo largo de toda la Escritura?

Por ahora, tomemos como referencia el orden de la ceremonia de consagración en nuestro pasaje de Levítico 8 (paralelo en Exodo 39). La ceremonia consistía de cuatro eventos fundamentales:


  1. El lavamiento v.6

  2. La investidura v. 7-9

  3. La unción v. 10-12

  4. (Y) Los sacrificios v. 14-30


El Lavamiento Ritual


No es casualidad que todo comience en el agua. Las abluciones, o lavamientos rituales, formaron parte de las costumbres israelitas desde los tiempos de Moisés. Los judíos reconocían tres tipos fundamentales de abluciones:

1. El lavamiento de las manos antes de comer, tal como lo indican Mt 15:1-2 y Mr 7:3.


2. El lavamiento de manos y pies, prescrito para los sacerdotes en la Ley de Moisés según Ex 30:19-21 y 40:30-32. (Este era el lavamiento común que practicaban los sacerdotes cuando entraban en el Tabernáculo y cuando se acercaban al altar para ministrar.)


3. La inmersión de todo el cuerpo en agua, la cual se requería antes de readmitir a los ceremonialmente impuros dentro del campamento, como se establece en Lev 14:8-9, 15:5-10, 19-27, 16:24 y Num 19:19. Este lavamiento simbolizaba limpieza de pecado e impurezas.


Aunque los sacerdotes practicaban el segundo lavamiento de manera rutinaria durante cualquier día habitual, sólo una vez en sus vidas, y en ocasión de su ordenación, estaban ellos sujetos al tercer tipo de lavamiento; a saber, como testimonio público de su humana debilidad (ya que ellos, al igual que cualquiera del pueblo, eran hombres sujetos al pecado y a la inmundicia) y también para marcar el inicio de su ministerio sacerdotal, y con ello, de una nueva vida, dedicada por entero al servicio del Dios de Israel.


De la misma forma, los cuatro Evangelios relatan el evento que marca el comienzo del ministerio público de Jesús: su bautismo. Al igual que para Aarón y sus descendientes, para el Maestro todo comenzó en el agua. Quizá esto nos lleve a preguntarnos: Acaso necesitaba Jesús ser lavado de pecado o inmundicia alguna? Necesitaba él someterse a la autoridad espiritual de Juan el Bautista, así como los publicanos y las prostitutas de entre el pueblo?


Mateo 3:13-15

Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.
Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.

Es interesante que Jesús viajara desde Galilea hasta la región de Judea, donde Juan estaba bautizando, y eligiera el bautismo como primer paso de su ministerio público. Algunos comentaristas hablan de por lo menos cinco razones por las que Jesús decidiera bautizarse:


1. Para cumplir toda justicia. Es decir, Jesús entendía que esto era lo correcto y lo establecido por Dios, por lo que se sometió a obediencia, aunque no había pecado alguno en él. No encontramos una profecía mesiánica específica que hablara sobre el bautismo del que habría de venir, sin embargo, había por lo menos un precedente claramente establecido en la Ley, y este se halla en la ceremonia de consagración del sacerdocio.


2. Para validar el bautismo de Juan y su mensaje de arrepentimiento. Recordemos que Juan fue el precursor de Cristo, por lo que Jesús apareció para dar cumplimiento a las Escrituras y a la predicación de Juan. Varios de los discípulos de Juan, reconociéron a Jesús y le siguieron a partir de ese momento.


3. Para identificarse con nosotros en nuestra humana debilidad. Pensemos por un momento en Aarón siendo lavado por Moisés en presencia de todo el pueblo. Al ver esta escena, cualquiera podría comprender el mensaje: un hombre común y corriente, carente de virtud, y necesitado de gracia, estaba siendo consagrado para un oficio superior. Es este lugar de humillación, el que Jesús tomó, sometiéndose a Dios en toda obediencia y humildad.


4. Como acto de consagración a Dios al inicio de su ministerio público. Jesús vivió unos treinta años en el anonimato, pero cuando llegó el momento de ser manifestado, él supo exactamente qué hacer. Piense en todas las cosas que tuvieron lugar como resultado de este acto de obediencia absoluta: El Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma, y se escuchó la voz del Padre diciendo: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. Este fue un gran comienzo para el ministerio público de Cristo!


4. Para darnos un ejemplo que pudiéramos seguir. No puedo pensar en una razón más importante que esta. Si Jesús mismo decidió bautizarse como señal de obediencia y sumisión a Dios el Padre, cuánto más nosotros! El Apóstol Pablo escribe a los cristianos de Roma sobre el significado del bautismo en el nuevo pacto:

Romanos 6:3-4

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Y añade en su carta a los Colosenses 2:12

... Sepultados con él (con Cristo) en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

Es mediante el bautismo, y no al repetir la famosa 'oración de fe', que nos identificamos con Cristo en su muerte y resurrección. Mediante el bautismo testificamos públicamente de nuestra fe y de un cambio de actitud hacia Dios. En el bautismo renunciamos al pecado, sepultamos la vida pasada, y resucitamos con Cristo en una nueva vida que busca agradarle. Por el bautismo le abrimos las puertas al Espíritu Santo para que venga sobre nosotros y nos capacite sobrenaturalmente para vivir esta nueva vida en una manera que traiga honra a Dios el Padre.


Miremos a la Escritura, y miremos al ejemplo que Cristo nos dió. Todo está ahí!

En nuestro próximo estudio vamos a hablar acerca de la investidura del sacerdote, y de cómo podemos relacionarla con la vida cristiana. Hasta entonces, que Dios te bendiga más!


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