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Levítico 19: Generosidad en la Cosecha

Alguien ha dicho que la única Biblia que leyeron los primeros cristianos fue la que llamamos Antiguo Testamento. Pese a que hoy somos muy conformistas y a veces evitamos profundizar en toda la Escritura, fue en el Antiguo Testamento donde se basó nuestro Señor Jesús para enseñar a sus discípulos los misterios del Reino de Dios, y donde los apóstoles encontraron la inspiración para redactar sus epístolas. Fue en el Antiguo Testamento donde Pablo halló fundamento para el desarrollo de la doctrina cristiana, y dónde los primeros mártires encontraron esperanza y fortaleza para no negar a Cristo en los peores momentos.


Cuando leemos el Nuevo Testamento sin comprender también el Antiguo, estamos desechando todo el contexto bíblico. Es por eso que ya llevamos unas cuantas semanas redescubriendo uno de los libros menos populares de la Biblia: el libro de Levítico. Y a decir verdad, hemos encontrado que se trata de uno de los libros más completos del AT; un libro que abarca, de forma literal o simbólica, todo el resto de la Escritura.


En el estudio de esta semana, intentaremos abrirnos paso al interior del capítulo 19, y aunque ya tenemos aquí unas tres semanas, haremos lo posible por avanzar un poco más rápido, tocando brevemente los diversos temas que encontramos en este capítulo, que son ya bastante variados. Hacia adelante, les prometo que vienen estudios fascinantes,

a medida que nos acercamos al final del Libro.


Levítico 19:5-8

Cuando presenten una ofrenda de reconciliación al Señor, ofrézcanla en forma correcta para que sea aceptada. Cómansela el mismo día en que la ofrezcan o, a más tardar, al día siguiente. Lo que quede para el tercer día debe ser quemado. Cualquier porción que sea comida al tercer día no será tenida en cuenta como sacrificio, y no la aceptaré. El que la coma al tercer día, será culpable, por cuanto ha profanado la santidad del Señor, y será expulsado de su pueblo. La interpretación de estos versículos es bastante literal. Claro que la carne podía corromperse rápidamente debido a la falta de refrigeración, sin embargo, quiero que recordemos un par de detalles aquí:


1. Como recordarás de nuestros primeros estudios, la ofrenda de reconciliación, también llamada sacrificio de paz, era una comida festiva que se hacía voluntariamente para expresar amistad, paz y compañerismo con Dios y con el prójimo. La representación más exacta de los sacrificios de paz en el NT es la mesa del Padre a la que hacen referencia Jesús y los apóstoles.


2. A semejanza de la ofrenda de paz, la mesa del Padre se encuentra servida y disponible para cualquier persona que quiera participar de ella, pero sólo por una relativamente breve ventana de tiempo, lo que se hace evidente en varias de las más conocidas parábolas de Jesús como: la parábola del banquete de bodas (Mateo 22:1-14), la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13), y la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-31).


Cada una de ellas nos hablan del milagro de nuestra adopción dentro de la familia del Dios, quien nos ha dado parte en la herencia y las promesas hechas a su pueblo Israel. Esta dulce y amorosa invitación del Padre, y su profundo deseo de tener comunión con nosotros, como hijos amados sentados a la mesa del Padre, no se extenderán ilimitadamente. Las Escrituras hablan de que habrá un momento en que la puerta literalmente se cerrará, y los que queden afuera sufrirán las consecuencias de sus malas decisiones, por lo que el llamado que se nos hace tiene fecha de expiración.


2 Corintios 6:2 (NBV)

Porque Dios dice: «Escuché tu clamor en tiempo favorable, y en día de salvación te socorrí». Ahora mismo es el tiempo favorable de Dios; hoy es el día de la salvación.

Volvamos a nuestro pasaje de Levítico 19. Las normas siguientes están directamente relacionadas con el título de este estudio: son diversas reglas de justicia social.


Levítico 19:9-10

Cuando cosechen sus campos, no arranquen las espigas que están a la orilla del campo, ni recojan las espigas que hayan caído al suelo. Lo mismo harán con sus viñedos. No recogerán las uvas que queden en la mata después de la cosecha, ni las que hayan caído al suelo. Déjenlas para los pobres y para los extranjeros, porque yo soy el Señor su Dios.


Los versos que acabamos de leer establecen la base de un cierto sistema de beneficio social para los menos afortunados. La Ley Mosaica establece esta provisión para ayudar al sostenimiento de las viudas, los huérfanos, y los extranjeros; sin embargo, nótese que no se trata del típico sistema de beneficencia. Estas personas tenían la posibilidad de ir a los campos ajenos durante la temporada de la cosecha e ir peinando el campo, detrás de los trabajadores agrícolas, para recolectar su propia comida

Deuteronomio 24:18-21

Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios te rescató. Por esto es que te doy este mandamiento.

Cuando cortes el trigo y se te quede en el campo una gavilla; no regreses a buscarla. Déjala para los exiliados, los huérfanos y las viudas. Entonces el Señor tu Dios te bendecirá y prosperará en todo lo que hagas.

Cuando estés recogiendo las aceitunas de tus olivares, no repases las ramas dos veces recogiendo los restos. Deja las que queden para los exiliados, los huérfanos y las viudas.

Esto mismo te digo acerca de las uvas de tus viñedos: No rebusques las viñas después de la vendimia, deja el resto para los que tienen necesidad.


El libro de Rut, capítulo 2, nos cuenta cómo es que esta virtuosa viuda extranjera, decide salir a colectar algo de comida para ella y para su atribulada suegra, espigando detrás de los segadores en los campos de su pariente Booz. La reacción de Booz fue generosa; él permitió que Ruth fuera tratada como una obrera más, recolectando con ellos en primera línea. La mentalidad de Booz era la de un israelita temeroso de Dios y guardador de la ley.


También existe una referencia a esta costumbre en Mateo 12:1-2, donde se nos dice que los discípulos de Jesús arrancaron espigas de trigo de un campo ajeno porque estaban hambrientos. Algunos fariseos que supieron lo que habían hecho, acusaron al Señor de violar el día de reposo. ¿Por qué los fariseos no acusaron a los discípulos de traspasar la propiedad ajena y robar parte del grano? La Ley Mosaica permitía a una persona entrar al campo de otra persona y comer hasta saciarse de la cosecha de otro, mientras tomara sólo lo necesario, sin sacar nada.


Deuteronomio 23:24-25

Podrás comer uvas hasta saciarte en el viñedo de otro hombre, pero no podrás sacar nada de él en ningún tipo de recipiente. Lo mismo te digo acerca de la mies de otra persona. Puedes comer cereales de ella pero no uses en ella la hoz.


Estos y otros maravillosos principios de la Ley de Dios nos ayudan a mantener una mentalidad generosa y sensible a la necesidad de otras personas. Hay numerosas promesas en la Palabra para aquellos que son generosos, especialmente con las viudas, los huérfanos, y los extranjeros, quienes se consideraban en una seria desventaja económica y por lo tanto, estaban dentro de un grupo socialmente protegido por la Ley Mosaica. Antes de que existieran los seguros de vida y las pensiones por jubilación, Dios estableció ciertas protecciones para los más necesitados dentro de su pueblo. Como veremos más adelante, había un diezmo especial que se destinaba a este fin.


¿Es usted una persona exitosa en los negocios, o un emprendedor bendecido desde el punto de vista económico? El apóstol Pablo escribió a Timoteo, dándole sus recomendaciones acerca de los diferentes grupos en su congregación. Con respecto a los ricos, escribió:


1 Timoteo 6:17-19

A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.

Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos;

atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.


Recuerda cuando dijimos que este capítulo era una especie de resumen de toda la Ley. Volvamos a Levítico 19, para leer los versos 11-15 esta vez. ¿Qué otro pasaje de la Escritura exhibe un orden paralelo a este? (Éxodo 20, Los Diez Mandamientos).


Levítico 19:11-15

No hurtaréis, y no engañaréis ni mentiréis el uno al otro.

Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios. Yo Jehová.

No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.

No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que tendrás temor de tu Dios. Yo Jehová.

No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo.

¿Es usted un empleador? La Ley de Dios prohibe que usted trate injustamente a sus empleados. Usted no debe exigir más de lo acordado, ni retener o demorar la paga.¿Es usted supervisor o juez en algún aspecto de la vida? Tenga cuidado de no recibir sobornos, ni sucumbir a la presión social. Una misma regla aplica para todos, ya sean ricos o pobres, importantes o comunes. Usted no debe mencionar el nombre de Dios a la ligera, o jurar por su nombre a la ligera.


v. 17-18

No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.


¿Es usted una persona que guarda rencor, o es más bien alguien que razona? Quizá muchos no esperarían encontrar este tipo de instrucción aquí, en pleno libro de Levítico. Hemos interpretado que la Ley es más de ojo por ojo y diente por diente, y menos de gracia y misericordia, pero no es necesariamente así. De hecho, Jesús toma prestada esta porción de Levítico 19 cuando les responde a los fariseos la pregunta de cuál es el más importante mandamiento en toda la Ley.


Jesús dijo que el mayor mandamiento es: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente (Mateo 22:37); pero el segundo más importante es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22:39). El apóstol Pablo escribe a los Romanos diciendo que este mandamiento abarca todos los demás (Romanos 13:9). Si usted ama a su prójimo como a usted mismo, no hará nada que pueda perjudicarlo. No se trata de decir que lo ama y abrazarlo, sino de abstenerse de pecar contra él. Si usted ama no mentirá, ni hurtará, ni codiciará, ni matará, ni columniará, ni cometerá actos de adulterio. Como dice el escritor de Gálatas 5:14, en esta sola palabra se cumple toda la Ley.


Así que la Ley de Dios es, en realidad, una cuestión de amor y respeto. Usted y yo no violaremos el derecho de la otra persona, si tenemos temor de Dios en nuestras vidas. Dios quiere que yo vea por su derecho y dignidad, de la misma forma que velo por los míos. Parte de esto es lo que hablamos en nuestro estudio bíblico sobre el principio de la retribución, y es muy importante. La Ley divina establece que se haga retribución, donde una persona compensa a otra por el daño que le ha ocasionado. A esto realmente se refiere el término ojo por ojo y diente por diente en la Escritura. Es un principio de retribución, y no un llamado a la venganza.


Usted puede leer en el verso que leímos que Dios nos llama a razonar con la otra persona, y prohibe la venganza. Resalté la frase razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. Cualquier persona que no razona sobre una determinada ofensa, terminará formando parte del problema. Razonar, en este caso, significa intentar llegar a un entendimiento, corregir, convencer, hablar, y también tomar una decisión al respecto. Aunque usted no pueda llegar a un acuerdo con la otra persona, siempre puede tomar una decisión liberadora al respecto de su propio dolor.


El verso siguiente dice: Mis estatutos guardarás. No harás ayuntar tu ganado con animales de otra especie; tu campo no sembrarás con mezcla de semillas, y no te pondrás vestidos con mezcla de hilos (v. 19). Estas extrañas prohibiciones se asemejan a las que encontramos en Deuteronomio 22:9-11:

No sembrarás tu viña con semillas diversas, no sea que se pierda todo, tanto la semilla que sembraste como el fruto de la viña.

No ararás con buey y con asno juntamente.

No vestirás ropa de lana y lino juntamente.


Los versos que acabamos de leer parecen estar destinados a evitar ciertas prácticas antinaturales que buscan mezclar diferentes especies para crear organismos híbridos. También hay quienes interpretan estos pasajes de forma diferente, lo que parece estar ampliamente respaldado por la traducción que leímos.


He estado leyendo algunos comentarios que hablan de los efectos potencialmente destructivos de sembrar diferentes especies de grano y pastos en una misma temporada y a una distancia que permita la polinización entre ambas. Se dice que el grano resultante es de una calidad muy inferior y contribuye a la propagación de plagas y enfermedades.


En sentido general, pienso que hay aquí una advertencia al ingenio humano, estableciendo que el hombre nunca debería alterar genéticamente el orden natural de la Creación divina, pues siempre habrá consecuencias, muchas de las cuales estamos sufriendo ahora mismo. No estoy en contra de la tecnología, y creo que tampoco Dios lo está, por el contrario, pero el hombre debería respetar ciertos límites y no jugar con la información genética de las especies. Hoy en día estamos inundados de alimentos que provienen de animales y plantas genéticamente modificados para producir más en detrimento de su calidad de vida, y también de la calidad de los alimentos y suplementos que consumimos. Esta técnica se utiliza también para la investigación científica, y es verdaderamente aberrante lo que se hace a nivel de la modificación genética. Todas estas prácticas son antinaturales y están prohibidas en las Sagradas Escrituras.


Desde una interpretación espiritual, Levítico 19:19 habla de pureza. La misma figura del yugo desigual que aparece en la Ley Mosaica es la que el apóstol Pablo cita más adelante en 2 Corintios 6:14-16a, cuando escribe:


No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?


Cabe preguntarnos, ¿Qué clase de relación es un yugo desigual? ¿Acaso Pablo nos está pidiendo que nos abstengamos de toda relación con personas no creyentes? Claro que no! Inclusive si usted ya estaba casado con un incrédulo al momento de convertirse a Cristo, el mismo Pablo recomienda que usted haga todo lo posible por mantenerse fiel a esa relación. Sin embargo, usted no debería establecer ninguna relación nueva en la que se forme un vínculo legal, sexual, emocional, o espiritual con una persona así, llámese matrimonio, o cualquier otro contrato en el que las diferencias entre ambas partes pueden traerle nefastas consecuencias.


Las relaciones tipo yugo son aquellas que incluyen un vínculo permanente o difícil de romper, cuyas consecuencias perduran en el tiempo. Usted piensa que si le va mal en su matrimonio, podrá simplemente divorciarse, pero tendrá que enfrentar las consecuencias de esa relación, y algunas de ellas le acompañarán durante toda la vida. Por otra parte, en un yugo desigual, usted pierde control sobre el objetivo y el resultado de su asociación. Es decir, usted terminará comprometiendo parte de sus principios y valores cristianos, y hará concesiones importantes, al intentar llegar a un acuerdo con la otra persona. Por ejemplo, en una casa común, usted querrá mantenerse al margen de lo que no agrada a Dios, pero no podrá evitar que la otra persona practique el ocultismo, o reciba a personas questionables en su parte de la casa.


Para terminar el estudio de hoy, prestemos atención al detalle del lino. El lino es el material por excelencia del que estaban hechas las vestiduras sacerdotales. Este era el único tejido aceptable para quienes entraban en el Santuario, detrás del velo, a la presencia de Dios. El lino también es el material que conformará las vestiduras de la Novia del Cordero en Apocalipsis 19:8, el día de la fiesta de bodas.


Apocalipsis 19:7-9

Alegrémonos, regocijémonos y démosle gloria, porque ha llegado la hora de la boda del Cordero; y a su novia, que ya está preparada, se le ha permitido vestirse del lino más fino, limpio y resplandeciente».

El lino fino simboliza las buenas obras del pueblo santo.

Y el ángel me pidió que escribiera lo siguiente: «Dichosos los que están invitados a la fiesta de bodas del Cordero»


Usted y no podemos entrar a la presencia de Dios si no estamos vestidos de la justicia de Cristo. Si ya hemos sido justificados por él, y tenemos la esperanza de heredar tan grandes promesas, debemos velar para no contaminarnos con el pecado.

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