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Yom Teruah y el Misterio de la Novia de Cristo

Actualizado: 27 jul

En nuestro último estudio bíblico hablamos sobre cinco nombres proféticos de Yom Teruah, la Fiesta de las Trompetas, y de cómo estos 5 aspectos apuntan hacia el momento del Arrebatamiento o Rapto de la Iglesia: (1) Arrepentimiento (2) La Final Trompeta (3) El Día Escondido (4) La Resurrección de los Muertos, y (5) El Día del Juicio. En el estudio de esta semana comenzaremos a tocar otro de los nombres de la Fiesta de las Trompetas que, estoy convencida, nos llevará mucho más profundo en nuestra investigación acerca de los tiempos finales, las fiestas bíblicas y el libro de Apocalipsis. Y es que Yom Teruah ha sido llamado las Bodas del Mesías, pero si no entendemos finalmente quién es la verdadera Novia de Cristo, de acuerdo con las Sagradas Escrituras, no seremos capaces de comprender cómo y cuándo sucederán.


Las Bodas del Cordero, tal como las encontramos profetizadas en el libro de Apocalipsis, son probablemente el evento escatológico más esperado por todos los creyentes en el mundo entero, pues describen el momento del tan esperado reencuentro con nuestro Señor Jesús y el gozo de vivir en Su Presencia para siempre. En realidad, Las Bodas representan mucho más que eso, representan la consumación de todas las promesas hechas a la Novia, su misteriosa transformación y unión con Cristo, y la Coronación del Mesías al comienzo de una nueva era para el mundo.


Si usted es cristiano, seguramente ha escuchado decir que la Iglesia es la Novia que Cristo viene a buscar. Esta idea forma parte de la Teología de Pablo, quien comparó el vínculo matrimonial entre esposo y esposa con la relación que existe entre el Señor y Su Iglesia. Por ejemplo, en su carta a los Efesios capítulo 5 versos 25-27, Pablo escribió:

Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla (...) a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni nada semejante.


Convencido de que Jesús le había encomendado el cuidado y preparación de Su Novia hasta su final reencuentro con ella, el apóstol escribió a los Corintios: El celo que muestro por ustedes proviene de Dios; ustedes son como una doncella pura, a la que he comprometido en matrimonio con un solo esposo, que es Cristo (2 Corintios 11:2 RVC).


Está claro que Pablo consideraba al cuerpo de creyentes judíos y gentiles, parte de la Novia de Cristo pero, si la Iglesia tal y como la conocemos hoy, fuera la única Novia del Cordero, eso significa que en algún lugar del libro de Apocalipsis debería haber al menos un versículo en el que esta es identificada como tal. También sería lógico pensar que el Señor Jesucristo le hubiese hablado a Juan (el autor) del momento en que la Iglesia, como Novia, es arrebatada y llevada al cielo para su encuentro con él (como se enseña en muchas iglesias).


Desafortunadamente para quienes piensan así, el libro de Apocalipsis pareciera contradecir esta idea paulina de que la Iglesia es la Novia y, para rematar, ni siquiera menciona el Rapto de la Iglesia (al menos, no de forma explícita). Lo más cercano que la mayoría de maestros de Escatología Bíblica obtienen sobre el Rapto en Apocalipsis es una vaga suposición en 4:1, donde Juan mismo es llevado al cielo en una visión. ¿Cómo podemos estar tan seguros de que este versículo marca el momento en que sucede el Rapto, y no simplemente parte de la experiencia personal del apóstol Juan?


En lugar de resaltar a la Iglesia como la Novia del Cordero, el libro de Apocalipsis es muy directo y específico al revelarnos la identidad de una novia diferente: La Nueva Jerusalén. Lejos de lo que podríamos esperar, esta novia no es llevada al cielo sino que proviene de arriba.


Apocalipsis 21:9-11a

Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios.


¿Cómo es posible que Pablo y Juan no se pusieran de acuerdo con respecto a la identidad de la Novia del Cordero? ¿Será que el Cristo glorificado, de quien provino el Apocalipsis, omitió información importante sobre su reencuentro con la Novia al final de los tiempos? Permítame proponerle una solución a esta disyuntiva: Ignoramos las Escrituras, no hemos comprendido bien la Teología de Pablo con respecto a la Iglesia y, por lo tanto, andamos en busca de la Novia equivocada!


Comencemos nuestra investigación con otra pregunta: ¿De dónde sacó Pablo esta idea de que Cristo es el Esposo y la Iglesia es su Novia? Bueno, él era un Maestro de las Escrituras aún antes de su sobrenatural encuentro con Cristo en el camino a Damasco, pero después de ese encuentro y de ser lleno del Espíritu Santo en Hechos 9:17, Pablo comenzó a recibir la iluminación divina suficiente para re-interpretar la Ley y los Profetas a la luz del conocimiento y la revelación de Jesús como el verdadero Mesías de Israel. De cierto modo, al mismo tiempo que sus ojos físicos recibían sanidad de aquella seguera temporal, así también sus ojos espirituales, los ojos del entendimiento, fuaron abiertos para comprender la Ley y los Profetas. La revelación del Mesías cambió de tal manera la perspectiva de Pablo sobre todo lo que desde muy joven había oído y estudiado a los pies de los mejores maestros de su tiempo, que él mismo escribe en su carta a los Gálatas que le tomó tres años completos de reclusión voluntaria para re-aprender y re-formularse las Escrituras (Gálatas 1:15-18).


Algo que tanto el apóstol Pablo como sus contemporáneos estudiosos de las Escrituras sabían, es que Dios ya se había revelado a sí mismo en el pasado como un Esposo para Su pueblo, Israel. Para comprender mejor esta parte, es necesario aclarar que era costumbre para los profetas del Antiguo Testamento el uso del lenguaje figurado, refiriéndose a las diferentes naciones como mujeres. Por ejemplo, acerca del glorioso futuro de Sión, el profeta Isaías escribió:


Isaías 62:4-5 RV60

Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá,[mi deleite] y tu tierra, Beula[desposada]; porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada.

Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo.

También el profeta Jeremías, que vivió antes y durante los años del exilio babilónico, se refirió a los reinos de Israel y Judá para llamarlos al arrepentimiento con las siguientes palabras: Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo (algunas versiones traducen amo, señor o dueño); y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion (Jeremías 3:14).


Interesantemente, la palabra que se traduce como esposo en este pasaje es baal (H1166), que significa tener dominio ó poseer algo, indicando que tanto Israel como Judá estaban unidos a Dios en una relación de pacto, entiéndase el Antiguo Pacto (Jeremías 2:1-2); sin embargo, el mismo Jeremías nos dice que ambos reinos habían pecado contra Jehová, yendo detrás de falsos dioses ó baales y descuidando su relación con el verdadero Dios (Jeremías 2:32). ¿Cómo afectó la infidelidad de Israel su relación única y especial con el Señor? El profeta resume diciendo: Ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová (Jeremías 31:32).


Seguramente habrás leído ó escuchado hablar del profeta Oseas, un hombre al que Dios comisionó para confrontar a Israel con el pecado de su infidelidad. Algo realmente impactante sobre el mensaje profético de Oseas, es que Dios le ordenó convertirse en una especie de parábola viviente ante los ojos de Su pueblo. Así que Oseas tuvo que casarse con una mujer de mala reputación llamada Gomer, con la que tuvo tres hijos. A medida que Gomer daba a luz a los hijos del profeta, Dios le ordenaba llamarlos con nombres que sirvieran de advertencia para el reino del Norte, Israel acerca del juicio que estaba a punto de sufrir: Jezreel (Dios esparcirá, como se esparce semilla en la tierra), Lo-ruhama (la que no obtuvo misericordia) y Lo-ammi (el que no es mi pueblo).


El mensaje de Oseas era claro. Dios mismo permitiría que Israel fuese derrotado por sus enemigos, hecho cautivo y finalmente esparcido por el mundo. A diferencia de su vecino el reino de Judá, Israel ya no tendría oportunidad de volver a su tierra, pues su pacto de amor con Jehová había quedado irremediablemente roto! Quizá no ha visto esto antes, pero Dios se divorció de Israel en la Biblia! Su sentencia de divorcio fue tan real que quedó plasmada en las palabras de la profecía de Oseas: Ustedes ya no son mi pueblo, ni yo soy ya su Dios (Oseas 1:9b, DHH). No sólo eso, sino que Dios se divorció de Israel siguiendo el procedimiento de divorcio vigente en la Ley Mosaica! Al decir del profeta Jeremías, a causa de sus muchos adulterios, el Señor la despidió dándole una carta de repudio (Jeremías 3:8).


Así que Jehová Dios se divorció de la rebelde Israel y la envió al exilio en el año 721 a. C., pero no se olvidó de ella. Una simple lectura al resto del libro de Oseas, comenzando con el primer capítulo, revela la continua promesa de perdón y restitución divinas que marcó el futuro, no sólo para Israel, sino también para nosotros.


Oseas 1:10- 2:1 NTV

Sin embargo, llegará el día cuando el pueblo de Israel será como la arena a la orilla del mar, ¡Imposible de contar! Así que en el lugar donde se les dijo: “Ustedes no son mi pueblo”, se dirá: “Ustedes son hijos del Dios viviente”.

Entonces los pueblos de Judá e Israel se unirán, elegirán un solo líder y regresarán juntos del destierro. Qué gran día será —el día de Jezreel— cuando Dios plantará de nuevo a su pueblo en su tierra.

En ese día, llamarán a sus hermanos Ammi—“mi pueblo”—y a sus hermanas llamarán Ruhama: “las que yo amo”.


Dios dijo que un día la maldición del divorcio sería totalmente revertida. Entonces, Israel sería llamada una nación profundamente amada y favorecida de Jehová. Es fácil mirar a la moderna nación de Israel y pensar que algo de esta promesa ya ha tenido su justo cumplimiento, después de casi tres milenios de exilio! (Tenga en cuenta que Judá regresó de la cautividad babilónica, pero Israel nunca volvió hasta ahora); sin embargo, apenas estamos comenzando a vislumbrar todo lo que Dios ha preparado para estos últimos tiempos!


En primer lugar, el profeta dijo que la restauración plena de Israel se completaría cuándo? Exacto! En el día de Jezreel! ¿Recuerdas lo que significa el nombre Jezreel? Significa Dios sembrará. La manera en que los antiguos entendían el acto de sembrar era literalmente esparciendo las semillas en la tierra. Esta imagen profética nos recuerda que Dios esparció a Israel entre las naciones, pero Su verdadero objetivo no fue el de destruirlo, sino el de plantarlo. Dios plantó al antiguo Israel entre todas las naciones para producir una gran cosecha al final de los tiempos! Este es parte del simbolismo profético que encontramos en Jezreel: El mismo que esparció la semilla, también recogerá la cosecha en su granero!


En segundo lugar, el profeta Oseas menciona una multitud de hijos tan numerosa como la arena a la orilla del mar. Esta es una clara referencia a la promesa de bendición y multiplicación que Dios le dio a su siervo Abraham cuando dijo que su descendencia sería tan numerosa que no se podría contar, y añadió que en su simiente serían benditas todas las naciones de la tierra (Génesis 22:16-18). Por favor, mantenga estos dos puntos en mente hasta el final del estudio.


Bien, volvamos a la trama del libro de Oseas. Dios prometió que llegaría un tiempo en el que Israel sería llevado al desierto (figurativamente, un período de angustia) y escucharía Su voz: En aquel día —afirma el Señor—, ya no me llamarás: “mi señor”, sino que me dirás: “esposo mío” (Oseas 2:16 NVI). Finalmente, Israel se olvidará de sus ídolos y se apegará a Jehová; esta vez, su motivación no será el temor sino el amor a Dios, y el deseo de tener intimidad con Él. Entonces el Señor volverá a casarse con Israel:


Oseas 2:19-20 NVI

Yo te haré mi esposa para siempre,

y te daré como dote el derecho y la justicia,

el amor y la compasión.

Te daré como dote mi fidelidad,