Yom Teruah y el Misterio de la Novia de Cristo
- Ivonne Montejo
- 21 jul 2023
- 14 Min. de lectura
Actualizado: 27 jul 2023
En nuestro último estudio bíblico hablamos sobre cinco nombres proféticos de Yom Teruah, la Fiesta de las Trompetas, y de cómo estos 5 aspectos apuntan hacia el momento del Arrebatamiento o Rapto de la Iglesia: (1) Arrepentimiento (2) La Final Trompeta (3) El Día Escondido (4) La Resurrección de los Muertos, y (5) El Día del Juicio. En el estudio de esta semana comenzaremos a tocar otro de los nombres de la Fiesta de las Trompetas que, estoy convencida, nos llevará mucho más profundo en nuestra investigación acerca de los tiempos finales, las fiestas bíblicas y el libro de Apocalipsis. Y es que Yom Teruah ha sido llamado las Bodas del Mesías, pero si no entendemos finalmente quién es la verdadera Novia de Cristo, de acuerdo con las Sagradas Escrituras, no seremos capaces de comprender cómo y cuándo sucederán.
Las Bodas del Cordero, tal como las encontramos profetizadas en el libro de Apocalipsis, son probablemente el evento escatológico más esperado por todos los creyentes en el mundo entero, pues describen el momento del tan esperado reencuentro con nuestro Señor Jesús y el gozo de vivir en Su Presencia para siempre. En realidad, Las Bodas representan mucho más que eso, representan la consumación de todas las promesas hechas a la Novia, su misteriosa transformación y unión con Cristo, y la Coronación del Mesías al comienzo de una nueva era para el mundo.

Si usted es cristiano, seguramente ha escuchado decir que la Iglesia es la Novia que Cristo viene a buscar. Esta idea forma parte de la Teología de Pablo, quien comparó el vínculo matrimonial entre esposo y esposa con la relación que existe entre el Señor y Su Iglesia. Por ejemplo, en su carta a los Efesios capítulo 5 versos 25-27, Pablo escribió:
Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla (...) a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni nada semejante.
Convencido de que Jesús le había encomendado el cuidado y preparación de Su Novia hasta su final reencuentro con ella, el apóstol escribió a los Corintios: El celo que muestro por ustedes proviene de Dios; ustedes son como una doncella pura, a la que he comprometido en matrimonio con un solo esposo, que es Cristo (2 Corintios 11:2 RVC).
Está claro que Pablo consideraba al cuerpo de creyentes judíos y gentiles, parte de la Novia de Cristo pero, si la Iglesia tal y como la conocemos hoy, fuera la única Novia del Cordero, eso significa que en algún lugar del libro de Apocalipsis debería haber al menos un versículo en el que esta es identificada como tal. También sería lógico pensar que el Señor Jesucristo le hubiese hablado a Juan (el autor) del momento en que la Iglesia, como Novia, es arrebatada y llevada al cielo para su encuentro con él (como se enseña en muchas iglesias).
Desafortunadamente para quienes piensan así, el libro de Apocalipsis pareciera contradecir esta idea paulina de que la Iglesia es la Novia y, para rematar, ni siquiera menciona el Rapto de la Iglesia (al menos, no de forma explícita). Lo más cercano que la mayoría de maestros de Escatología Bíblica obtienen sobre el Rapto en Apocalipsis es una vaga suposición en 4:1, donde Juan mismo es llevado al cielo en una visión. ¿Cómo podemos estar tan seguros de que este versículo marca el momento en que sucede el Rapto, y no simplemente parte de la experiencia personal del apóstol Juan?
En lugar de resaltar a la Iglesia como la Novia del Cordero, el libro de Apocalipsis es muy directo y específico al revelarnos la identidad de una novia diferente: La Nueva Jerusalén. Lejos de lo que podríamos esperar, esta novia no es llevada al cielo sino que proviene de arriba.
Apocalipsis 21:9-11a
Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios.
¿Cómo es posible que Pablo y Juan no se pusieran de acuerdo con respecto a la identidad de la Novia del Cordero? ¿Será que el Cristo glorificado, de quien provino el Apocalipsis, omitió información importante sobre su reencuentro con la Novia al final de los tiempos? Permítame proponerle una solución a esta disyuntiva: Ignoramos las Escrituras, no hemos comprendido bien la Teología de Pablo con respecto a la Iglesia y, por lo tanto, andamos en busca de la Novia equivocada!
Comencemos nuestra investigación con otra pregunta: ¿De dónde sacó Pablo esta idea de que Cristo es el Esposo y la Iglesia es su Novia? Bueno, él era un Maestro de las Escrituras aún antes de su sobrenatural encuentro con Cristo en el camino a Damasco, pero después de ese encuentro y de ser lleno del Espíritu Santo en Hechos 9:17, Pablo comenzó a recibir la iluminación divina suficiente para re-interpretar la Ley y los Profetas a la luz del conocimiento y la revelación de Jesús como el verdadero Mesías de Israel. De cierto modo, al mismo tiempo que sus ojos físicos recibían sanidad de aquella seguera temporal, así también sus ojos espirituales, los ojos del entendimiento, fuaron abiertos para comprender la Ley y los Profetas. La revelación del Mesías cambió de tal manera la perspectiva de Pablo sobre todo lo que desde muy joven había oído y estudiado a los pies de los mejores maestros de su tiempo, que él mismo escribe en su carta a los Gálatas que le tomó tres años completos de reclusión voluntaria para re-aprender y re-formularse las Escrituras (Gálatas 1:15-18).
Algo que tanto el apóstol Pablo como sus contemporáneos estudiosos de las Escrituras sabían, es que Dios ya se había revelado a sí mismo en el pasado como un Esposo para Su pueblo, Israel. Para comprender mejor esta parte, es necesario aclarar que era costumbre para los profetas del Antiguo Testamento el uso del lenguaje figurado, refiriéndose a las diferentes naciones como mujeres. Por ejemplo, acerca del glorioso futuro de Sión, el profeta Isaías escribió:
Isaías 62:4-5 RV60
Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá,[mi deleite] y tu tierra, Beula[desposada]; porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada.
Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo.
También el profeta Jeremías, que vivió antes y durante los años del exilio babilónico, se refirió a los reinos de Israel y Judá para llamarlos al arrepentimiento con las siguientes palabras: Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo (algunas versiones traducen amo, señor o dueño); y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion (Jeremías 3:14).
Interesantemente, la palabra que se traduce como esposo en este pasaje es baal (H1166), que significa tener dominio ó poseer algo, indicando que tanto Israel como Judá estaban unidos a Dios en una relación de pacto, entiéndase el Antiguo Pacto (Jeremías 2:1-2); sin embargo, el mismo Jeremías nos dice que ambos reinos habían pecado contra Jehová, yendo detrás de falsos dioses ó baales y descuidando su relación con el verdadero Dios (Jeremías 2:32). ¿Cómo afectó la infidelidad de Israel su relación única y especial con el Señor? El profeta resume diciendo: Ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová (Jeremías 31:32).
Seguramente habrás leído ó escuchado hablar del profeta Oseas, un hombre al que Dios comisionó para confrontar a Israel con el pecado de su infidelidad. Algo realmente impactante sobre el mensaje profético de Oseas, es que Dios le ordenó convertirse en una especie de parábola viviente ante los ojos de Su pueblo. Así que Oseas tuvo que casarse con una mujer de mala reputación llamada Gomer, con la que tuvo tres hijos. A medida que Gomer daba a luz a los hijos del profeta, Dios le ordenaba llamarlos con nombres que sirvieran de advertencia para el reino del Norte, Israel acerca del juicio que estaba a punto de sufrir: Jezreel (Dios esparcirá, como se esparce semilla en la tierra), Lo-ruhama (la que no obtuvo misericordia) y Lo-ammi (el que no es mi pueblo).
El mensaje de Oseas era claro. Dios mismo permitiría que Israel fuese derrotado por sus enemigos, hecho cautivo y finalmente esparcido por el mundo. A diferencia de su vecino el reino de Judá, Israel ya no tendría oportunidad de volver a su tierra, pues su pacto de amor con Jehová había quedado irremediablemente roto! Quizá no ha visto esto antes, pero Dios se divorció de Israel en la Biblia! Su sentencia de divorcio fue tan real que quedó plasmada en las palabras de la profecía de Oseas: Ustedes ya no son mi pueblo, ni yo soy ya su Dios (Oseas 1:9b, DHH). No sólo eso, sino que Dios se divorció de Israel siguiendo el procedimiento de divorcio vigente en la Ley Mosaica! Al decir del profeta Jeremías, a causa de sus muchos adulterios, el Señor la despidió dándole una carta de repudio (Jeremías 3:8).
Así que Jehová Dios se divorció de la rebelde Israel y la envió al exilio en el año 721 a. C., pero no se olvidó de ella. Una simple lectura al resto del libro de Oseas, comenzando con el primer capítulo, revela la continua promesa de perdón y restitución divinas que marcó el futuro, no sólo para Israel, sino también para nosotros.
Oseas 1:10- 2:1 NTV
Sin embargo, llegará el día cuando el pueblo de Israel será como la arena a la orilla del mar, ¡Imposible de contar! Así que en el lugar donde se les dijo: “Ustedes no son mi pueblo”, se dirá: “Ustedes son hijos del Dios viviente”.
Entonces los pueblos de Judá e Israel se unirán, elegirán un solo líder y regresarán juntos del destierro. Qué gran día será —el día de Jezreel— cuando Dios plantará de nuevo a su pueblo en su tierra.
En ese día, llamarán a sus hermanos Ammi—“mi pueblo”—y a sus hermanas llamarán Ruhama: “las que yo amo”.
Dios dijo que un día la maldición del divorcio sería totalmente revertida. Entonces, Israel sería llamada una nación profundamente amada y favorecida de Jehová. Es fácil mirar a la moderna nación de Israel y pensar que algo de esta promesa ya ha tenido su justo cumplimiento, después de casi tres milenios de exilio! (Tenga en cuenta que Judá regresó de la cautividad babilónica, pero Israel nunca volvió hasta ahora); sin embargo, apenas estamos comenzando a vislumbrar todo lo que Dios ha preparado para estos últimos tiempos!
En primer lugar, el profeta dijo que la restauración plena de Israel se completaría cuándo? Exacto! En el día de Jezreel! ¿Recuerdas lo que significa el nombre Jezreel? Significa Dios sembrará. La manera en que los antiguos entendían el acto de sembrar era literalmente esparciendo las semillas en la tierra. Esta imagen profética nos recuerda que Dios esparció a Israel entre las naciones, pero Su verdadero objetivo no fue el de destruirlo, sino el de plantarlo. Dios plantó al antiguo Israel entre todas las naciones para producir una gran cosecha al final de los tiempos! Este es parte del simbolismo profético que encontramos en Jezreel: El mismo que esparció la semilla, también recogerá la cosecha en su granero!

En segundo lugar, el profeta Oseas menciona una multitud de hijos tan numerosa como la arena a la orilla del mar. Esta es una clara referencia a la promesa de bendición y multiplicación que Dios le dio a su siervo Abraham cuando dijo que su descendencia sería tan numerosa que no se podría contar, y añadió que en su simiente serían benditas todas las naciones de la tierra (Génesis 22:16-18). Por favor, mantenga estos dos puntos en mente hasta el final del estudio.
Bien, volvamos a la trama del libro de Oseas. Dios prometió que llegaría un tiempo en el que Israel sería llevado al desierto (figurativamente, un período de angustia) y escucharía Su voz: En aquel día —afirma el Señor—, ya no me llamarás: “mi señor”, sino que me dirás: “esposo mío” (Oseas 2:16 NVI). Finalmente, Israel se olvidará de sus ídolos y se apegará a Jehová; esta vez, su motivación no será el temor sino el amor a Dios, y el deseo de tener intimidad con Él. Entonces el Señor volverá a casarse con Israel:
Oseas 2:19-20 NVI
Yo te haré mi esposa para siempre,
y te daré como dote el derecho y la justicia,
el amor y la compasión.
Te daré como dote mi fidelidad,
y entonces conocerás al Señor.
Permítame preguntarle: ¿Cuánto tiempo es para siempre? Bien, tratándose de Dios, estoy segura de que esta es una promesa que continúa vigente hasta el día de hoy. Así que el Señor preparó un nuevo contrato matrimonial con el cual pudiera unirse por segunda vez con Su pueblo. Veamos lo que dice Jeremías al respecto:
Jeremías 31:31-33 NVI
Vienen días», declara el Señor, «en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, Mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos», declara el Señor.
«Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días», declara el Señor. «Pondré Mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré. Entonces Yo seré su Dios y ellos serán Mi pueblo.
Volveré a preguntar algo: ¿Con quién volverá a casarse Jehová? ¿Con quiénes hizo Él un nuevo pacto? Dios prometió casarse de nuevo con Israel! Él dijo que haría un Nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá, y que ambos llegarían a juntarse como un solo pueblo otra vez! Ahora bien, tenemos un serio problema: Dios no podía casarse otra vez con una nación adúltera, de la cual ya se había divorciado antes! En la actualidad, cualquier persona puede re-casarse con su expareja, luego de que esta ha tenido otras relaciones (si así lo quiere), pero el hacer esto estaba estrictamente prohibido por la Ley Mosaica (Deuteronomio 24:1-4). El propio Jeremías expresó el sentir de Dios al respecto de su relación con Israel cuando dijo:
Jeremías 3:1 RVA15
Se dice:“Si alguno despide a su mujer, y ella se va de él y se casa con otro hombre, ¿podrá él después volver a ella? ¿No habrá sido esa tierra del todo profanada? “Tú te has prostituido con muchos amantes; pero, ¡vuelve a mí!, dice el SEÑOR.
El deseo de Dios de redimir a Israel de su estado de inmundicia, hizo que Dios decidiera morir para cumplir con los requisitos establecidos en Su propia Ley. Esto es lo que el apóstol Pablo explica más detalladamente en su carta a los Romanos, capítulo 7:
v. 1-2
Hermanos, les hablo como a quienes conocen la ley. ¿Acaso no saben que uno está sujeto a la ley solamente en vida? Por ejemplo, la casada está ligada por ley a su esposo solo mientras este vive; pero, si su esposo muere, ella queda libre de la ley que la unía a su esposo.
v. 4
Así mismo, hermanos míos, ustedes murieron a la ley mediante el cuerpo crucificado de Cristo, a fin de pertenecer al que fue levantado de entre los muertos.
¿Recuerdas la cita de Efesios 5 con la que comenzamos el estudio? La muerte de Cristo hizo posible que un Israel repudiado por Dios, quedara libre de toda condenación de la Ley para volver a relacionarse libremente con Él. La muerte es el final de la Ley y el principio de un mejor pacto; no que la Ley sea mala en sí misma (de esto ya hemos hablado antes) sino que necesitamos la Ley escrita en nuestros corazones por el Espíritu del Dios vivo que habita en nosotros!
¿Y cuál es el resultado de la obra de redención en Cristo? El resultado es una Novia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni cosa semejante. La novia de nuestra historia no es una novia intachable por mérito propio, es una Novia redimida! Es una Novia comprada y rescatada, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo.
En otras palabras, Israel es la Novia, pero ese concepto de Israel nos representa a todos nosotros. Este ya no es el Israel que fue deliberadamente sembrado por Dios entre las naciones, es el Israel que terminó influenciando a todas las culturas de la Tierra, el Israel que nadie puede contar, el de la gran cosecha final! Una nación santa, escogida y preciosa a los ojos de Dios! Al decir del apóstol Pedro:
1 Pedro 2:9-10 NVI
Ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido.
Note cómo Pedro desarrolla la misma idea, en el mismo orden en que Oseas y Pablo lo hacen: A los que no eran mi pueblo, llamaré: «pueblo mío», y a la que no era amada: «amada mía» (Romanos 9:25). Esta es la Novia del Cordero: Un único pueblo, una asamblea ó congregación santa, una nación divinamente escogida, donde ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos son uno solo en Cristo Jesús (Gálatas 3:28).
Bien, hemos recorrido un largo camino para identificar a la Novia, pero aún es necesario que entendamos que este proyecto de Dios llamado Israel, sobrepasa los límites de la Iglesia moderna y se remonta hacia atrás en el tiempo. Por ejemplo, el autor de la carta a los Hebreos nos dice que ya los patriarcas, hombres y mujeres de fe del Antiguo Testamento, andaban en busca de una patria mejor, una patria celestial, una ciudad permanente, cuyo arquitecto y constructor es Dios mismo (Hebreos 11 frag.) Esto quiere decir que ellos recibieron la promesa de Israel, y formaron parte del proyecto, pero murieron mucho antes de verlo terminado; sin embargo, una vez manifestado el Mesías y por la sangre del Nuevo Pacto, sus espíritus también fueron rescatados y hechos partícipes del Reino de Dios. Preste atención a la descripción que el autor de Hebreos hace de la Nueva Jerusalén, y cómo menciona una parte de la Iglesia que habita en ella:

Hebreos 12:22-24 NVI
Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección; a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel.
¿Cree usted que la Nueva Jerusalén es un lugar real ahora mismo en algún lugar de la dimensión celestial? Personalmente, creo que sí. En ese caso, la Escritura dice que este es el hogar de una asamblea gozosa, la Iglesia de los Primogénitos. Ya hemos hemos explicado en otras ocasiones que la palabra iglesia simplemente significa la asamblea ó congregación de los llamados. Teniendo en cuenta que la Biblia llama a Israel, el primogénito de Dios, pudiera ser que esta es la asamblea de todos los santos del Antiguo y el Nuevo Testamentos que ya murieron, cuyos espíritus aguardan el momento de la Resurrección.
¿Cuál es el propósito de la Jerusalén Celestial? Salmos 147:2 DHH declara: El Señor reconstruye a Jerusalén y reúne a los dispersos de Israel. El profeta Isaías escribe sobre esta gloriosa ciudad que abarcará a todos los redimidos del Cordero, en el capítulo 62, del que leeremos sólamente algunos fragmentos.
v. 4-5 Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra la llamarán «Desolada», sino que serás llamada «Mi deleite»; tu tierra se llamará «Mi esposa»; porque el Señor se deleitará en ti, y tu tierra tendrá esposo. Como un joven que se casa con una doncella, así el que te edifica se casará contigo; como un novio que se regocija por su novia, así tu Dios se regocijará por ti.
v. 10
¡Pasen, pasen por las puertas! Preparen el camino para el pueblo. ¡Construyan la carretera! ¡Quítenle todas las piedras! ¡Desplieguen sobre los pueblos la bandera!
v. 12
Serán llamados «Pueblo santo», «Redimidos del Señor»; y tú serás llamada «Ciudad anhelada», «Ciudad nunca abandonada».
Usted puede leer todo el capítulo por su cuenta después, pero ¿A qué evento escatológico piensa que se refirió Isaías? Creo que coincidirá conmigo al decir que se refiere aquí a la reunión de todo Israel al final del gran exilio. Este es el día que Oseas llamó el Día de Jezreel! El día de la gran cosecha final! Ahora bien, nosotros sabemos que este exilio no es un exilio literal ó geográfico sólamente (el cual ya puede darse por terminado) sino un exilio espiritual, que sólo terminará cuando todo Israel regrese al Mesías, incluyendo a los judíos que vuelvan a su propio Mesías, a los gentiles que ahora somos parte de Israel y a los que han de añadirse al pueblo de Dios en los últimos tiempos. Esta es la interpretación paulina de la Novia (Romanos 11:25-26).
Estimado lector/oyente, usted y yo no necesitamos reemplazar al pueblo judío para heredar las promesas de Dios; tampoco necesitamos imitarlo. Nuestra conexión con el buen olivo es Cristo, pero si no entendemos bien esa conexión, podemos fácilmente caer en la trampa de la Teología del Reemplazo. En cambio, comprender cuál es nuestra verdadera identidad como parte de Israel, de donde vienen la adopción, los pactos y las promesas según Romanos 9:4, puede abrirnos de par en par las puertas que llevan a los insondables tesoros de la profecía bíblica.
Así que ya hemos identificado a la Novia del Cordero, y estamos listos para seguirle el rastro y encontrar una mejor referencia al Arrebatamiento en el libro de Apocalipsis. ¿Puedes adivinar de quienes estoy hablando?
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