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Levítico 23: La Fiesta de las Semanas (Pentecostés).

Actualizado: 21 may 2022

Ahora que ya hemos abordado las tres primeras fiestas del calendario hebreo, los festivales sagrados de Primavera, por su orden cronológico: Pascua (Pesaj), Panes sin Levadura (Hag Matzah), y Primeros Frutos (Bikkurim), relacionando también cada una con su cumplimiento profético en la persona de Jeshua, el verdadero Mesías de Israel; estamos listos para comenzar con la única celebración principal que tenía lugar en Verano: La Fiesta de las Semanas, conocida también como Pentecostés.


Shavuot, por su nombre original, era la segunda gran peregrinación anual de obligatorio cumplimientos para todos los varones hebreos (Deuteronomio 16:16), quienes en esta ocasión debían presentarse ante el Señor trayendo una ofrenda voluntaria, sin prescripción específica, descrita en Deuteronomio 16:10 de la siguiente manera: Darás según la medida de la generosidad de tu mano, según el SEÑOR tu Dios te haya bendecido (RVA15).


Siguiendo nuestro análisis del capítulo 23 del libro de Levítico, encontramos las instrucciones específicas dadas por Dios a Moisés sobre este evento, en los versos 15-21 (NTV):


»A partir del día que sigue al día de descanso—el día en que lleves el manojo de grano para que sea levantado como una ofrenda especial—contarás siete semanas completas. Cuenta hasta el día después del séptimo día de descanso, estos son cincuenta días después. Entonces presentarás al Señor una ofrenda de grano nuevo.

Desde dondequiera que vivas, llevarás dos panes para ser levantados delante del Señor como ofrenda especial. Prepara cada uno de los panes con cuatro litros de harina selecta, y hornéalos con levadura. Serán una ofrenda al Señor de la primera de tus cosechas.

Junto con el pan, presenta siete corderos de un año sin defecto, un becerro y dos carneros como ofrendas quemadas al Señor. Estas ofrendas quemadas, junto con las ofrendas de grano y las ofrendas líquidas, serán una ofrenda especial, un aroma agradable al Señor. Luego deberás ofrecer un chivo como ofrenda por el pecado y dos corderos de un año como ofrenda de paz.

»El sacerdote levantará los dos corderos como una ofrenda especial al Señor, junto con los panes que representan la primera de las cosechas. Estas ofrendas, que son santas para el Señor, les pertenecen a los sacerdotes. Ese mismo día será proclamado un día oficial de asamblea santa, un día en que no harás ningún trabajo habitual.

Esta es una ley perpetua para ti, que se cumplirá de generación en generación dondequiera que vivas.


Resaltemos algunos detalles del texto que acabamos de leer. En primer lugar, notamos que la Fiesta de las Semanas (Shavuot) se observaba durante un sólo día, siete shabbats ó 50 días exactos después de Primeros Frutos. Si contamos siete días de reposo por siete semanas, llegaremos a un total de 49 días, sin embargo, el texto especifica que tanto Primeros Frutos como Shavuot debían celebrarse después del Shabbat, durante el primer día de la semana (domingo). Según esta cuenta, la Fiesta de las Semanas tenía lugar el 6to día de Siván, el tercer mes del calendario religioso, que coincide con los meses de Mayo y Junio en nuestro calendario.


Otro detalle importante en este pasaje es que la Fiesta de las Semanas marcaba el final de la cosecha de cebada y el comienzo de una nueva: la cosecha del trigo. De ahí que también se le conozca como la Fiesta de la Cosecha, ó el Día de Primicias (que no se debe confundir con la Fiesta de las Primicias, que es Primeros Frutos). El nombre Pentecostés que se utiliza en el Nuevo Testamento para referirse a la misma celebración, proviene de la traducción Griega y significa cincuenta días.


La ofrenda característica de esta fiesta era la de primicias en forma de dos panes de grano nuevo (o sea, de trigo), horneados con levadura. Como ya habrás notado, la presencia de levadura en esta ofrenda mecida, marca una diferencia importante con respecto a las ofrendas total o parcialmente quemadas en el altar, que generalmente no contenían levadura alguna. Estudiosos argumentan que ninguna parte de esta ofrenda de pan se echaba al fuego del altar, sino que se levantaba delante de Jehová y luego era destinada por entero al sacerdote, no así los restantes elementos de la ofrenda que se mencionan en este pasaje. De cualquier manera, el pan que se ofrecía en esta fiesta era el pan común, preparado de la manera en que comúnmente se hacía como producto terminado de la cosecha de grano.


Este era un día de gracia, descanso físico y gran alegría para todos, desde el más importante hasta el más humilde, como lo indica Deuteronomio 16:11 LBLA: Y te alegrarás delante del Señor tu Dios, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita que habita en tus ciudades, y el forastero, el huérfano y la viuda que están en medio de ti, en el lugar donde el Señor tu Dios escoja para poner allí su nombre.


De acuerdo con la tradición oral judía, en tiempos del Tabernáculo y del Templo en Jerusalén, cada agricultor debía poner especial atención a sus cultivos para identificar el momento exacto en que brotaran los primeros y mejores frutos de cada una de las siete especies características de la Tierra Santa: trigo, cebada, uvas, higos, granadas, aceitunas y dátiles. Una vez identificados los primeros frutos, se declaraban y marcaban como primicia, atándoles una cuerda alrededor. Entonces, llegado el momento preciso, los racimos marcados eran recogidos en canastas y trasladados en alegre procesión a la casa de Dios. Las caravanas de peregrinos avanzaban cargadas con sus mejores dones, a menudo acompañadas de músicos y alegres danzas, trayendo al Señor su ofrenda de gratitud por la cosecha recibida. Una vez llegaban a las puertas de la ciudad, eran saludados y recibidos con paz y gran expectación.


Tristemente, con la destrucción del Templo y la expulsión del pueblo judío de sus tierras en el año 70 d.C., la Fiesta de las Semanas tomó un giro radical; dejó de ser la Fiesta de la Cosecha y se convirtió más bien en un recordatorio anual del evento, a su entender, más importante de toda la historia judía: La entrega de la Ley (Torah) al pie del Monte Sinaí, pues aunque la Escritura no establece conexión alguna entre ambos acontecimientos, lo cierto es que Shavuot fue establecida alrededor del mismo momento del año en que los israelitas llegaron al Sinaí, comenzando el mes de Siván (el tercer mes del calendario religioso). Recordemos que Israel había salido de Egipto la mañana después de la primera Pascua, el 15 del mes primero (Aviv), el tercer día del tercer mes el pueblo había atravesado el desierto y estaba de pie frente a la montaña de Dios, a punto de presenciar una poderosa manifestación de Su gloria. La Escritura registra que Jehová había dicho a Moisés:


Éxodo 19:4-6 NBLA

“Ustedes han visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo los he tomado sobre alas de águilas y los he traído a Mí. Ahora pues, si en verdad escuchan Mi voz y guardan Mi pacto, serán Mi especial tesoro entre todos los pueblos (...) Ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y una nación santa”.


El v. 8 contiene la respuesta unánime del pueblo y sus líderes: Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: «Haremos todo lo que el Señor ha dicho». Así que luego de dos días de preparación, cuando llegó la mañana del tercer día, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un sonido tan fuerte de trompeta, que hizo temblar a todo el pueblo que estaba en el campamento (v. 16).


La descripción de lo que la gente podía ver desde abajo era semejante a un horno gigante que humeaba y se estremecía con gran estruendo. Entonces, el Señor les habló desde la nube, con una voz semejante al sonido del trueno, pero el pueblo se mantuvo a distancia lleno de miedo, y suplicaron a Moisés: ¡Háblanos tú y te escucharemos, pero que no nos hable Dios directamente, porque moriremos! (v. 19). Oyendo estas palabras, el Señor asintió y permitió que sólo Moisés entrara en la nube de Su Presencia para recibir los mandamientos y estatutos que todo el pueblo debía poner en práctica. El capítulo 5 de Deuteronomio, v. 29, añade que Jehová exclamó: ¡Oh, si siempre tuvieran un corazón así, si estuvieran dispuestos a temerme y a obedecer todos mis mandatos! Entonces siempre les iría bien a ellos y a sus descendientes (NTV).


Cuando estudiamos a Shavuot (la Fiesta de las Semanas) desde un punto de vista profético, encontramos que en ella resaltan dos patrones fundamentales. El primer patrón es el que podemos relacionar con el número siete. Recordemos que Dios mandó a que se contaran exactamente siete sietes (es decir, siete shabbats) después de la Pascua. Otro detalle importante es que durante Shavuot se ofrecían siete corderos de un año, así que el número siete puede encontrarse por todas partes relacionado con esta celebración.


Es probable que ya lo sepa, pero el séptimo día es considerado el día de reposo, en el cual se nos dice que Dios descansó después de crear el mundo. De la misma forma el séptimo año es declarado año sabático por la Escritura, y de eso hablaremos en otra ocasión, pero hay algo que quizá no sepa sobre el número siete, es que en el idioma original Hebreo, viene de la raíz shibah (H7651), que significa "juramento". Curiosamente, era una práctica común para los antiguos orientales el declarar siete veces aquello que se quería jurar. Es decir, la persona que juraba podía repetir siete veces su juramento para reafirmar la fuerza legal de su compromiso, o bien podía hacer siete cosas diferentes en torno a su juramento.


De modo que el número siete es el número del pacto, y precisamente eso es lo que vemos en Sinaí (Véase Éxodo 24.3-8). El pueblo de Israel se comprometió a cumplir su parte del Pacto, pero no tardó demasiado tiempo en romper su promesa de obediencia y sufrir las consecuencias. Tiempo después ellos violaron su Pacto y terminaron siendo conquistados, oprimidos y dispersados entre las demás naciones. Hasta el día de hoy, se sabe que once de las doce tribus originales perdieron totalmente su identidad como pueblo escogido de Dios, cuyo paradero no puede establecerse con seguridad; sin embargo, desde tiempos inmemoriales el Señor se reveló a sus profetas para anunciarles que haría un Segundo Pacto con Israel. Este Pacto se establecería bajo las más extraordinarias, sobrenaturales condiciones, tal como leemos en Jeremías:


Jeremías 31:31-34 NBLA

Vienen días», declara el Señor, «en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, Mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos», declara el Señor.

«Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días», declara el Señor. «Pondré Mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré. Entonces Yo seré su Dios y ellos serán Mi pueblo.

No tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciéndole: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán...».


¿Según la profecía de Jeremías, en qué exactamente consiste el Segundo Pacto de Dios con Israel? Jeremías describe el Nuevo Pacto como una nueva estrategia de Dios para llevar a Su pueblo de vuelta a la obediencia, como dijo también el profeta Ezequiel: Les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen, y les daré un corazón sensible, para que sigan mis ordenanzas y cumplan mis decretos. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios (Ezequiel 11:19-20 RVC). ¿Entiende lo que digo? El dice: Esta vez no voy a esperar a que tengan un corazón bueno y obediente para que les vaya bien, les daré un corazón nuevo y pondré en él Mi Ley. Haré que mis mandamientos se graben en los corazones de ellos de tal manera que me amarán y desearán obedecerme. Hasta el más tonto de ellos me conocerá!


Tal vez quiera preguntarle a Dios cómo y cuándo hará eso, pero para mí está claro que ya lo ha hecho, o al menos, ya ha comenzado a hacerlo desde el día en que por primera vez derramó el Espíritu Santo sobre un grupo de apóstoles y discípulos reunidos en un aposento alto para celebrar la Fiesta de las Semanas, que es Pentecostés! ¿Se da cuenta? No hay casualidades en la Biblia. Dios orquestó todo para que encajara perfectamente con Su plan.


Una vez más encontramos aquí una referencia al número siete, que representa completamiento, o perfección espiritual. Cuando las doce tribus salieron de Egipto, ellos estaban llenos de temor, desorientados y confundidos, como un montón de esclavos fugitivos y sin identidad propia; siete semanas después, surgirían como nación al recibir la Ley y el Pacto que los caracterizaría por siempre como el pueblo escogido de Jahweh. Lo mismo sucedió con los doce, cincuenta días después de la resurrección y sólo diez días después de que Jesús ascendiera al cielo, los discípulos tenían entrenamiento, pero les faltaba poder! Eran fieles a lo que habían aprendido y estaban unidos, siguiendo las instrucciones del Maestro, pero no sabían qué hacer, o por dónde comenzar con la misión que se les había encomendado. Entonces Dios completó la obra que había comenzado antes, derramando sobre ellos el Espíritu Santo de la promesa, y lo cambió todo en un instante.


Alguien ha dicho que mientras el resultado de la desobediencia al pie del Sinaí fue muerte para 3,000 hombres del pueblo (Exodo 32:28); unas 3,000 personas fueron bautizadas y se añadieron a la iglesia en un solo día, después de que Pedro lleno del Espíritu Santo y de poder, se atreviera a pronunciar su primer discurso público en Hechos capítulo 2. Ese día de Pentecostés, mientras el Sumo Sacerdote mecía la ofrenda de pan común delante de Jehová en el Lugar Santo, en las calles de Jerusalén la gente común escuchaba el testimonio de Cristo en su propio idioma. Gente de lejanas tierras y de los territorios vecinos, todos judíos de nacimiento o gentiles prosélitos que habían llegado en santa peregrinación, quedaron atónitos al percibir la sobrenaturalidad del espectáculo que tenían ante sus ojos.


Ellos eran como el pan común, horneado con levadura para la Fiesta; dos panes: uno por Judá, el reino corrupto, y otro por Israel, el reino perdido. La gente que se había mezclado étnica y culturalmente con otros pueblos, ahora recibía la revelación del Padre en su propia lengua y daba fruto de arrepentimiento, la verdadera primicia del Día de Primicias. El Espíritu Santo se democratizó ese día, por decirlo de alguna forma; ya no pertenecía más a la élite religiosa.


¿No es extraordinario? Dios está interesado en ratificar Su Pacto con la gente común, gente que tiene un corazón endurecido por el pecado, como tú y como yo. El quiere que vengamos a Cristo, que es nuestro reposo, para que seamos limpiados y darnos Su propio corazón de carne, un corazón en el que ha escrito, por el Espíritu Santo de la promesa, todas Sus leyes y preceptos. Una vez que El haga eso, su corazón anhelará obedecerle y agradarle para siempre.


Y es que la Fiesta de las Semanas también está conectada proféticamente, a través del número 50, al Año del Jubileo. Como estudiaremos más adelante, el Año del Jubileo se celebraba cada 50 años (es decir después de siete sabáticos) y era un tiempo muy especial para el pueblo de Israel. Durante este año no se cultivaba la tierra, se otorgaba la libertad a los esclavos, se perdonaban absolutamente todas las deudas, y sobre todo, aquel que había perdido su herencia a causa de algún percance económico, podía volver a su propiedad y recuperar la tierra de su familia. Sin duda, Jubileo era un año de libertad, perdón y restitución para todos!


¿Sabe una cosa? Siento que Shavuot es el festival de la gracia de Dios, un pequeño Jubileo. Ese tiempo especial del año y de la historia en el que ya no se trata de nuestras buenas obras y méritos personales, sino de Cristo y de Sus méritos personales. Ya no estamos de cara a un Dios que demanda algún tipo de sacrificio o penitencia dolorosa (si alguna vez lo estuvimos, no lo creo) estamos frente a un Dios que lo ha hecho absolutamente todo por nosotros, y nos está invitando a entrar en una temporada de reposo espiritual, una época de liberación, gracia y restauración para todos.


Aplicación Personal


¿Hay algo que Dios está haciendo en usted ahora mismo? No se sienta desesperado. Dios siempre termina lo que comienza. Este Shavuot, permita que el Espíritu Santo le lleve a una nueva dimensión de reposo; una dimensión en la que usted pueda perseverar en fe y obediencia, pero siempre desde una perspectiva diferente: la perspectiva de la confianza absoluta. Recuerde que él dijo:


Mateo 11:28-30 RVA15/CST


Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar.

Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.





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