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Levítico 23: La Fiesta de los Primeros Frutos

Hola, estimado lector/ oyente! Me alegra que hayas llegado hasta aquí en nuestro recorrido por uno de los libros menos comprendidos de toda la Biblia: el Libro de Levítico. Probablemente recordarás que estuvimos hablando de las fiestas sagradas de Israel, los diferentes festivales anuales ó santas convocaciones establecidos por Dios a manera de citas divinas, cuyo significado profético sigue inquietando a los más reconocidos eruditos bíblicos hasta hoy.


Pues bien, en nuestro recorrido por el capítulo 23 de Levítico, dedicaremos este espacio a la Fiesta de los Primeros Frutos, llamada también Fiesta de las Primicias ( y en Hebreo, Bikkurim).


Levítico 23:9-14 RVC

El Señor habló con Moisés, y le dijo:

«Habla con los hijos de Israel, y diles que cuando ustedes hayan entrado en la tierra que voy a darles, y cosechen su trigo, deberán llevar al sacerdote una gavilla como primicia de los primeros frutos de su cosecha. El sacerdote mecerá ante mí la gavilla, para que yo la acepte. La mecerá un día después del día de reposo.

»El día que ustedes ofrezcan la gavilla, ofrecerán también, como holocausto en mi honor, un cordero de un año, sin defecto. Como ofrenda encendida de olor gratísimo me presentarán cuatro litros de flor de harina amasada con aceite, y como libación un litro de vino. No comerán pan, ni grano tostado, ni espigas frescas, hasta el mismo día en que me presenten esta ofrenda. Éste es un estatuto perpetuo para todos sus descendientes, dondequiera que ustedes habiten.


Comenzando con el contexto histórico y cultural de esta fiesta, hallamos que fue instituida específicamente para que los israelitas, una vez en posesión de la tierra prometida de Canaán, separaran una parte de sus primeros frutos para el Señor cada año, como un recordatorio de que Él había sido fiel en cumplir su promesa. En el libro de Deuteronomio, capítulo 26, aparecen algunos detalles adicionales que confirman las instrucciones de Levítico 23 y añaden una interesante declaración que todo israelita debía hacer al entregar su primicia en las manos del sacerdote, en un acto de adoración y acción de gracias por la cosecha concedida: Hoy declaro, ante el Señor tu Dios, que he entrado en la tierra que el Señor juró dar a nuestros padres (...) Por eso ahora vengo aquí, con los primeros frutos de la tierra que tú, Señor, me diste (v. 3-10 RVC).


La figura más significativa de la fiesta de los primeros frutos es una gavilla ó manojo, literalmente un omer, que significa atado. El omer era también considerado una medida estándar igual a la décima parte de un efa; una cantidad de grano seco equivalente a dos cuartos (dos litros) ó tres cuartos y medio, según el historiador Josefo. La Escritura nos dice que un omer era la ración específica de maná que Dios estableció para cada persona en el desierto, por lo que cada familia debía recoger un omer de maná por cada uno de sus miembros al día, cada día, y dos omers por cada uno el día anterior al día de reposo.


Esta ofrenda se tomaba normalmente de los primeros frutos de la cosecha de cebada, ya que esta era el primer grano que maduraba y marcaba el comienzo de la temporada de la siega. La cebada era el grano destinado fundamentalmente a los animales. El pan hecho de cebada se consideraba comida de campesinos y gente pobre, así que este grano se utiliza en ocasiones como símbolo de la humildad y los pequeños comienzos.


Por ejemplo, en el libro de Jueces 7:13-14, se nos dice que cuando Gedeón, caudillo de Israel, logra infiltrarse con su sirviente en el campamento enemigo de Madián, escucha como un hombre le contaba a su compañero el sueño que había tenido en el que un pan de cebada llegaba rodando hasta el campamento madianita y golpeaba tan fuertemente la tienda, que la trastornaba hasta derribarla por completo. Inmediatamente, Gedeón escucha al compañero del que había soñado, ofrecer una interpretación clara y directa, que resulta ser la señal que estaba esperando de parte de Jehová: Esto no es otra cosa -dice el compañero- sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel, porque Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento.


En este pasaje, la figura del pan de cebada representa el origen humilde e insignificante de Gedeón y su ejército de sólo 300 hombres, a quienes el Señor entregaría la victoria sobre un ejército enemigo tan numeroso, que se le describe como una multitud de langostas, con innumerables hombres y camellos. El impacto definitivo del pan de cebada que derribó la tienda de Madián, nos enseña que para Dios, lo mucho es poco y lo poco es más que suficiente!


Así que, no es casualidad que en el evangelio de Juan 6:9 y 13 encontremos a Jesús alimentando a una multitud de más de cinco mil personas con apenas dos pececillos y cinco panes de cebada, y recogiendo doce cestas llenas de pedazos al final. Una vez más se nos está enseñando el principio de la multiplicación sobrenatural de Dios a partir de los más humildes, insignificantes comienzos.


Bien, volvamos a la ofrenda de primeros frutos, la cual se realizaba en la mañana del día dieciséis del primer mes del calendario religioso hebreo, al día siguiente del primer sábado de la Pascua, es decir, el primer día de la semana. La tradición indica que el omer de cebada se recolectaba durante la tarde/noche anterior, o sea, justo después de la puesta del sol al final del día de reposo de Panes sin Levadura. Las personas designadas iban con sus hoces y obtenían las muestras previamente seleccionadas de diferentes campos maduros, colocándolas juntas en una gavilla o manojo, que luego se llevaría al atrio del templo, donde el grano era aventado, tostado y machacado en mortero. Después de haber rociado sobre él un poco de incienso, el sacerdote agitaba el omer de grano delante del Señor en dirección a la entrada del Lugar Santísimo (Levítico 2:14-16).


Perfecto! Veamos qué tenemos hasta aquí. Tenemos un omer (atado) de cebada que representa la medida correspondiente a un solo hombre, el cual es ofrecido como primicia en anticipación a una gran cosecha. El término original que se traduce como primicia ó primeros frutos (H7225) en nuestro pasaje de Levítico 23:9-14 es representado pictográficamente como la cabeza y se refiere a una persona en posición de autoridad o liderazgo. Si prestamos especial atención a esta información sobre el texto original, tenemos que entender que primicia es lo primero en cuanto a tiempo (los primeros frutos en madurar), pero también en lo que se refiere a lugar, orden ó rango (Es decir, lo mejor y más significativo de toda la cosecha).


Ambas ideas me recuerdan que la Escritura establece claramente quién es el omer, la cabeza y la verdadera primicia tipificada en la fiesta de los primeros frutos. Aunque hay varios pasajes que pudiera citar aquí, quizá ninguno es como Colosenses 1:15-18 (RVR60), que establece con tanta claridad la preeminencia de Cristo que se vuelve reiterativo, cuando dice:


Colosenses 1:15-18 (RVR60)

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación...

Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia...


El propio autor de la carta nos deja saber que su intención es la de resaltar la preeminencia absoluta de Jesús, es decir, dejar claro que él es el primero en todo: el primero en el tiempo, el primero en orden, primero en lugar y en rango. Sin duda, Él es la cabeza y la Primicia!


Bien, ya tenemos la cabeza y la primicia, pero ¿Cómo pudiéramos relacionar a Jesús con el ómer o la gavilla de primeros frutos? Me complace decir que hacer eso es mucho más sencillo de lo que parece, si analizamos el propósito por el cual éste es ofrecido. Levítico 23:11 dice: El sacerdote mecerá ante mí la gavilla, para que yo la acepte. Me gusta la NTV que dice: A fin de que sea aceptada a tu favor. Wow! Aquí hay algo muy poderoso.


La gavilla tenía que ser aceptada o aprobada, para que Dios se mostrara a favor del pueblo y le concediera una buena cosecha. Si la primicia era aceptada, el pueblo también; pero hay algo aún más increíble acerca de la primicia, y es que cuando vamos al idioma original para el término aceptada (H7522), encontramos que significa aplastada, machacada, destrozada, molida ó triturada. La imagen es la de un tiesto, ó fragmento de barro; los pedazos ó fragmentos de barro resultantes de vasijas rotas, a menudo se reutilizaban como tablillas para escribir y enviar mensajes. ¿Recuerdas lo que sucedía con el ómer una vez que llegaba a manos del sacerdote en el atrio del templo? Entonces era aventado, tostado y machacado en un mortero. El grano que estaba destinado a la ofrenda de primeros frutos, necesitaba pasar por un cierto proceso de quebrantamiento para ser considerada aceptable.


Al igual que el tiesto, usado como tablilla para escritura, y la ofrenda de la primicia el día después del Shabbat, Jesús tendría que ser quebrantado, literalmente molido por nuestros pecados, a fin de agradar al Padre y ser aceptado a nuestro favor. Por cuanto él pasó la prueba, nosotros hemos sido favorecidos. Él fue abatido como tiesto, pero su sacrificio alcanzó una nueva dimensión en el propósito divino, y se convirtió en mensaje. No hay duda de que Cristo es el ómer de primicias, como dijo el profeta:


Isaías 53:10 NTV

Formaba parte del buen plan del Señor aplastarlo y causarle dolor. Sin embargo, cuando su vida sea entregada en ofrenda por el pecado, tendrá muchos descendientes. Disfrutará de una larga vida, y en sus manos el buen plan del Señor prosperará.


¿No es sorprendente? El paralelo hasta aquí es simplemente alucinante, pero eso no lo es todo. En realidad, el propio Jesús estaba consciente de lo que estaba haciendo y llegado el momento de su muerte, él mismo se comparó con un grano de trigo, diciendo: En verdad les digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto (Juan 12:24 NBLA). Una vez más, Jesús alude directamente a la figura del ómer triturado y atribulado, ofrecido a favor de muchos, pero quizá te preguntarás ¿Por qué el Señor escogió compararse con el trigo y no con la cebada? En contraste con la cebada de los pobres, el trigo representa la nobleza. La cosecha de trigo tenía lugar después de la de cebada, y se relacionaba con la Fiesta de Pentecostés ó de las Semanas. Se dice que el precio del trigo era el doble o el triple del precio de la cebada, por lo que el trigo se asocia con la riqueza y la abundancia.


Es posible que el trigo guarde relación con el origen y la naturaleza del Cristo preencarnado, quien al decir de 2 Corintios 8:9, siendo rico se hizo pobre por nosotros, para que por su pobreza nosotros fuésemos enriquecidos. Es cierto que él se humilló hasta lo sumo, pero primero tuvo que desprenderse de sus privilegios divinos y rebajarse voluntariamente a la condición de un esclavo (Filipenses 2:5-8). Su origen no era realmente humilde como el nuestro, sin embargo, estuvo dispuesto a morir para producir una enorme cosecha de almas salvadas, según el principio espiritual de la primicia, al cual llamaremos la ley de la anticipación ó el precedente.


Para explicar este principio, volvamos al momento justo después de que el grano ha sido preparado. El Sumo Sacerdote debía mecerlo varias veces hacia delante y hacia atrás, llevándolo en dirección a los cuatro puntos cardinales. Entonces tomaba una parte y la echaba al fuego del altar, quedando todo lo demás reservado a su consumo. Este movimiento oscilativo hacia adelante y hacia atrás en dirección al lugar de Su Presencia, se hacía para indicar que la gavilla se entregaba al Señor y se volvía a recibir de él, con acción de gracias. Es decir, mediante este acto simbólico, el sacerdote estaba testificando que toda la cosecha pertenecía a Jehová, y era un generoso regalo de Su parte.


En su totalidad, la ofrenda de la gavilla mecida expresaba total dependencia del Señor, Dios creador y sustentador de todas las cosas, el dueño de todo, incluyendo la tierra y sus productos, y quien provee para su pueblo; pero también se consideraba que las primicias santificaban la totalidad del grano, por lo que al traer los primeros frutos y dedicarlos a Jehová, se hacía como anticipación de una mucho más abundante cosecha por venir. Pongámoslo de esta manera: Si la primicia es buena, la cosecha será aún mejor! Pues la primicia antecede a la cosecha propiamente dicha; de hecho, nadie podía tocar el grano nuevo hasta después de ofrecida la primicia.


Así que la Fiesta de los Primeros Frutos (ó Primicias) marcaba el inicio de la cosecha de cebada, y el primer día en que los israelitas podían comer el grano nuevo; lo cual tiene sentido si recordamos que se celebraba al día siguiente del día de reposo (sábado), es decir el octavo día (domingo), que a la vez es el primero de la nueva semana y que simboliza nuevos comienzos.


Bien, esto es realmente genial porque encaja perfectamente con lo que sucedió en Jerusalén el domingo de resurrección: al mismo tiempo que en el Templo el sacerdote ofrecía la gavilla de primeros frutos y el pueblo celebraba la llegada de la primera cosecha, los discípulos recibieron la gloriosa noticia de que la tumba había quedado vacía. El grano de trigo había permanecido en la tierra tres días y tres noches, dando la impresión de que ya no quedaba esperanza de vida alguna en él, pero sorprendentemente al octavo día de nuevos comienzos, nueva vida había brotado triunfante de la tierra para establecer el precedente de algo mucho mayor; como escribe Pablo en su primera carta a los Corintios:


1 Corintios 15:16-23 NTV

Si no hay resurrección de los muertos, entonces Cristo no ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, entonces la fe de ustedes es inútil, y todavía son culpables de sus pecados. En ese caso, ¡todos los que murieron creyendo en Cristo están perdidos! Y si nuestra esperanza en Cristo es solo para esta vida, somos los más dignos de lástima de todo el mundo.

Lo cierto es que Cristo sí resucitó de los muertos. Él es el primer fruto de una gran cosecha, el primero (la primicia) de todos los que murieron.

Así que, ya ven, tal como la muerte entró en el mundo por medio de un hombre, ahora la resurrección de los muertos ha comenzado por medio de otro hombre. Así como todos mueren porque todos pertenecemos a Adán, todos los que pertenecen a Cristo recibirán vida nueva; pero esta resurrección tiene un orden: Cristo fue resucitado como el primero (las primicias) de la cosecha, luego todos los que pertenecen a Cristo (la gran cosecha) serán resucitados cuando él regrese.


Con la Fiesta de los Primeros Frutos, terminamos la primera parte de nuestro recorrido por los festivales sagrados o santas convocaciones del pueblo de Israel, en la que incluimos las primeras tres fiestas ó fiestas de Primavera. Por supuesto que siempre habrá muchísimo más que decir sobre este tema ( y tal vez profundicemos en ello un poco más adelante) pero, en mi humilde opinión, lo más importante es que podamos identificarlas y relacionarlas con su cumplimiento profético en la persona del Mesías; pues él, como ningún otro en la historia del mundo, es el Corderito de la Pascua, el Pan de Vida, y la verdadera ofrenda de primeros frutos.


Él es el primero en todo, y en nosotros se cumple el principio de la primicia, que si las primicias son santas, también lo es la totalidad de la masa (Romanos 11:16 RVR60). Así que, siendo primeramente santificados en Cristo, somos como él en este mundo (1 Juan 4:17) y estamos siendo perfecciondos y transformados a su imagen por la operación de Su Espíritu en nosotros (Romanos 8:29); pero no sólo eso, sino que el deseo de Dios es que usted y yo también nos convirtamos en primicia para otros. Así como Dios llamó a Israel la Primicia de Su cosecha (Jeremías 2:3 NBLA) previendo que en el futuro, Su pacto vendría a abarcar a todas las naciones de la Tierra, también nosotros hemos sido llamados los primeros y mejores frutos de Su nueva creación en Cristo, como dice Santiago 1:18 NVI: Por su propia voluntad (Dios) nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación.

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