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Levítico 19: Libres o Esclavos

Actualizado: 5 may 2021

En el verso 20 de Levítico 19 salta nuestra primera referencia a la esclavitud en Levítico. Sabemos que la esclavitud hizo parte cotidiana del contexto cultural e histórico del Medio Oriente en esta etapa. Es por esta razón que no sólo es un tema recurrente en las Escrituras, desde el libro de Génesis hasta las epístolas paulinas del NT, sino también una figura o tipo, usado para arrojar luz sobre profundas verdades espirituales.


En la Biblia encontramos que la esclavitud, también llamada servidumbre, se consideraba una maldición. Génesis 9:25 dice que Noé pronunció la maldición de la servidumbre sobre su nieto Canaán, diciendo: Maldito sea Canaán; siervo de siervos será para sus hermanos. La expresión siervo de siervos significa el más bajo de los esclavos.



De acuerdo con este concepto, cualquier persona en el Oriente Antiguo, independientemente de su raza u origen étnico, podía convertirse en el esclavo de otro bajo determinadas circunstancias:


  1. Si era prisionero de guerra.

  2. Si había nacido en esclavitud.

  3. Si no podía pagar sus deudas.

  4. Si era un ladrón convicto.

  5. Por decisión propia.

1. Si era prisionero de guerra.

Se dice que miles de hombres, mujeres y niños fueron capturados y reducidos a la esclavitud como resultado de guerras y conflictos entre naciones antiguas. La costumbre, sin embargo era dar muerte a los hombres, mientras que las mujeres y niños se convertían respectivamente en concubinas y esclavos domésticos. La historia cuenta que el pueblo hebreo experimentó cautiverio a manos de los fenicios, los filisteos, los sirios, los babilonios, los egipcios, y los romanos. También ellos tomaron cautivos de varias naciones enemigas, como en el pasaje de Números 31.


En el capítulo 28 de Deuteronomio encontramos el concepto de la esclavitud o servidumbre como una de las maldiciones que vienen a consecuencia de la desobediencia (v. 68). Varias veces fueron advertidos por los profetas, diciendo: Si ustedes son rebeldes y desobedientes al Señor, él permitirá que sus hijos sean vendidos como esclavos a sus enemigos. Uno de los pasajes más dolorosos que hablan de la esclavitud que viene con la desobediencia se encuentra en las Lamentaciones de Jeremías 5:1-18.

v. 7-8

Nuestros padres pecaron, ya no existen, y nosotros cargamos con sus iniquidades.

Esclavos dominan sobre nosotros, no hay quien nos libre de su mano.

v. 15-16

Ha cesado el gozo de nuestro corazón, se ha convertido en duelo nuestra danza.

Ha caído la corona de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, pues hemos pecado!


Este es uno de los pasajes más tristes de la Escritura, ya que una y otra vez, el Señor se había revelado a su pueblo diciendo que ninguno debería volver a vivir como esclavo: Yo soy el Señor su Dios, quien los sacó de la tierra de Egipto para que ya no fueran esclavos. Yo quebré de su cuello el yugo de la esclavitud, a fin de que puedan caminar con la cabeza en alto (Levítico 26:13). El pueblo de Israel fue llamado a libertad, de la misma manera, el Apóstol Pablo le escribió a los creyentes de Galacia diciendo: Ahora somos libres porque Cristo nos liberó. Manténganse firmes en la libertad y no vuelvan a la esclavitud (Gálatas 5:1).


Una de las revelaciones más poderosas que pueden venir a la vida de un cristiano es la revelación del carácter y la naturaleza de Dios. El enemigo trabaja constantemente para influenciar la manera como tú y yo vemos a Dios; él quiere que tú veas a Dios como si fuera una especie de árbitro cósmico, alguien que se complace en torturar al ser humano con toda clase de obstáculos, tragedias, enfermedades y males.


La Biblia dice que Dios es luz, y no hay ninguna oscuridad en él (1 Juan 1:5), perfecto amor (1 Juan 4:8), rico en misericordia (Efesios 2:4), bueno y perdonador (Salmo 86:5), justo y fiel (1 Juan 1:9), sin mudanza ni sombra de variación (Santiago 1:17), sin pecado (1 Juan 3:5) pero grande en misericordia (Salmo 86:5). La Biblia dice que todo lo que es bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre (Santiago 1:17); pero hay algunos que están deprimidos y amargados, y creen que es Dios quien los tiene así. Ahora necesito decirte que eso es imposible, porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (2 Corintios 3:17). Así que tú también has sido llamado a libertad! Pero es importante que aprendas a cuidar esa libertad que tienes en Cristo.


Volvamos al pasaje de Lamentaciones, que dice: Nuestros padres pecaron, ya no existen, y nosotros cargamos con sus iniquidades. Este verso nos lleva directamente a nuestro segundo punto: una persona se consideraba esclavo/a si...


2. Si había nacido en esclavitud.

En el antiguo Oriente, todo hijo de esclavos, nacía esclavo, y podía ser legalmente vendido, comprado, intercambiado, heredado, u obsequiado, como cualquier otra propiedad. Así que había esclavos nacidos libres, que en el transcurso de su vida habían sido reducidos a esta condición, pero también había esclavos de nacimiento, que nunca habían sido libres, a quienes la Escritura se refiere como los nacidos en casa.


Aunque eran, por lo general, de procedencia extranjera, estos esclavos se circuncidaban al octavo día como los niños israelitas libres, tenían derecho a participar de las celebraciones religiosas, a descansar en los días de reposo, y gozaban de gran confianza dentro de la familia. Ahora, a pesar de tener ciertos privilegios, estos nacidos en casa seguían siendo esclavos.


En la misma carta de Pablo a los Gálatas, el apóstol dice que nosotros, que en otro tiempo fuimos esclavos, bajo los rudimentos del mundo, ahora hemos sido comprados y adoptados como hijos en la familia de Dios (Gálatas 4:1-7). Dos cosas diferencian a un hijo de un esclavo:


(1) Los hijos son aquellos que han recibido el Espíritu de adopción. Gálatas 4:6 dice que el Espíritu que hemos recibido en nuestros corazones, clama diciendo: Abba, Padre! En tiempos de Jesús, este término abba sólo podía usarse dentro del círculo íntimo de la familia, pero era la forma que usaba Jesús para dirigirse al Padre. Esta frase en el idioma original está cargada de emoción y describe un grado de familiaridad con Dios que era desconocido para los líderes religiosos; sin embargo Pablo dice que, después de Cristo, todo creyente ha sido llamado a una relación cercana con el Padre. Esta relación íntima que tenía Jesús con su Padre, ahora está abierta y disponible a todo hijo, por medio de la operación del Espíritu Santo.


(2) Los hijos tienen herencia en la casa del Padre, los esclavos no. El Apóstol Pablo utiliza una alegoría basada en la historia de Sara y Agar para enseñarnos una gran verdad: Sólo los hijos tienen derecho a la herencia del Padre! Si somos hijos, también somos herederos (Gálatas 4:30). Ahora, algunos hijos carecen de revelación acerca de lo que es suyo. Cuenta la parábola del hijo pródigo que el hijo menor tomó su parte de la herencia y se fue lejos, malgastándolo todo en mujeres y vicios. Por otra parte tenemos al hijo mayor, que se quedó en la casa del padre, pero que estando en la casa de su padre, vivía amargado y enojado, porque no tenía revelación de lo que era suyo. Entonces el padre de la historia salió a encontrarlo y dijo algo que puede impactar nuestra vida cristiana, si realmente logramos comprenderlo; él dijo: Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo (Lucas 15:31).


Los hijos de Dios tenemos intimidad con el Padre y acceso a una herencia espiritual y material incorruptible. ¿Vive usted como hijo, o como esclavo en la casa del Padre? ¿Cuál es el nivel de su intimidad con el Padre? ¿Comprende en qué consiste su herencia en Cristo?

La tercera circunstancia por la que alguien se volvía esclavo era...

3. A consecuencia de una deuda que no podía pagar.

En la actualidad existen ciertas leyes que regulan y hasta limitan los recursos legales de un acreedor para cobrar el monto de una deuda. En tiempos bíblicos, un acreedor podía disponer del deudor y también de su familia, hasta tanto este pagara su deuda. En casos de extrema pobreza, una persona podía venderse a sí misma o a sus hijos a fin de garantizarles un sustento, ya que los esclavos eran mantenidos por sus señores. Según la ley mosaica, ningún israelita debería tratar como esclavo a otro de su pueblo por esta causa:


Levítico 25:39-40a

Si un hermano tuyo llega a ser tan pobre para contigo que se vende a ti, no lo someterás a trabajo de esclavo. Estará contigo como jornalero...


La Escritura indica que Dios estableció un límite de tiempo para que todo esclavo hebreo fuera puesto en libertad, no así para los esclavos extranjeros; pero cuando un hebreo era esclavo de un extranjero, la Ley de Moisés establecía la posibilidad de un rescate a través de un pariente cercano del esclavo. Este familiar cercano del esclavo tenía derecho a comprar su libertad, pagando el precio justo por él.


Levítico 25:47-50

Si aumentan los bienes del forastero o del peregrino que mora contigo, y si empobrece tu hermano que está con él, y se vende al forastero que mora contigo, o se vende a los descendientes de la familia de un forastero, él tendrá derecho de redención después de ser vendido; uno de sus hermanos podrá redimirlo; o su tío o el hijo de su tío podrán redimirlo; o un pariente cercano de su familia podrá redimirlo; o si prospera, él mismo podrá redimirse.

Entonces él, con su comprador, calculará desde el año en que se vendió a él hasta el año de jubileo, y el precio de su venta corresponderá al número de años. Los días que estará con él serán como los días de un jornalero.

Cuando comprendemos la Ley en este punto, podemos entender por qué Jesús se hizo hombre para rescatarnos del pecado. Jesús es nuestro pariente redentor, pues él vino para pagar el precio por nuestros pecados, como dice Colosenses 2:14: Habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, quitándolo de en medio, y clavándolo en la cruz.


Toda persona que traspasa la Ley de Dios es legalmente culpable ante él. El pecado en su vida indica que existía una deuda impagable, una sentencia que había sido dictaminada sobre su usted y que le daba acceso legal al enemigo, pues usted era un esclavo del pecado. Luego, cuando usted vino a Cristo y se identificó con él en su muerte y resurrección, él vino a ser su pariente redentor. Ya que Cristo ha pagado la totalidad de su deuda, usted tiene derecho legal a ser libre y a exhibir un decreto favorable. Al igual que en el mundo de los negocios, usted ha recibido un documento legal diciendo que es libre de toda obligación y ahora, se encuentra en Cristo.


La cuarta razón por la que alguien se convertía en esclavo es...

4. Como castigo por haber robado.


Éxodo 22:3 (NTV)

El ladrón que sea capturado pagará la cantidad total de lo que haya robado. Si no puede pagar, se venderá como esclavo para pagar por lo robado.


Probablemente recuerdes los primeros estudios cuando hablamos de la restitución en la Ley. La servidumbre se consideraba una forma de restitución en este caso. Según este principio, cualquier israelita libre, podía perder su libertad si era hallado culpable de tomar lo ajeno.


Pablo escribe en su carta a los Gálatas acerca de la importancia de cuidar nuestra libertad en Cristo: Para libertad fue que Cristo nos hizo libres. Por tanto, permanezcan firmes, y no se sometan otra vez al yugo de esclavitud (Gálatas 5:1). Dicho esto, ¿Puede un cristiano perder su libertad? Y si no fuera posible tal cosa, por qué escribiría Pablo semejante advertencia? Comprendo que todo hijo de Dios ha sido rescatado y es posicionalmente libre en Cristo; el enemigo no tiene derecho legal sobre su vida. En la práctica diaria, sin embargo, encuentro que los cristianos son tan vulnerables a la influencia demoníaca, como aquellos que no lo son. Inclusive, hallo que muchos cristianos necesitan que se les ministre liberación, a fin de poder superar ciertos hábitos o tendencias pecaminosas. No me importan las interminables discusiones doctrinales sobre este tema, sé que somos salvos y estamos seguros en nuestro espíritu, el cual pertenece a Dios, pero tenemos un alma y un cuerpo que batallan día a día con el pecado, la tentación, las enfermedades y los demonios. No puedo cerrar mis ojos a la realidad que me rodea, y de la que yo también he sido parte en algún momento, por lo que quiero sugerir dos razones básicas por las que un cristiano puede necesitar liberación.