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Los 144,000 Sellados y el Remanente de Israel

Actualizado: 19 ago 2023

Este puñado tan pequeño se multiplicará por mil; este pequeño número será una gran nación. Yo soy el Señor, yo haré que se realice pronto, a su debido tiempo.

Isaías 60:22 DHH

¿Quiénes son los 144.000 sellados del Apocalipsis? ¿Qué información nos da la Biblia acerca de su verdadera identidad? ¿Son los 144.000 literales o simbólicos? ¿Serán ellos los únicos sobrevivientes de la persecución del AntiCristo y la Gran Tribulación? ¿Qué papel jugarán en los últimos tiempos y en el rapto de la Iglesia?


En nuestro último episodio comenzamos a hablar sobre algo que la Biblia llama el Remanente de Israel, y revisamos nuestra interpretación de la Parábola de las Diez Vírgenes en el evangelio de Mateo capítulo 25. La razón por la que hemos decidido tomar el camino largo para llegar a conclusiones con respecto a pasajes escatológicos relacionados con la Segunda Venida de Cristo, es porque nos permite ver un panorama más amplio y completo de estos temas a través de toda la Escritura. En otras palabras, ver la Biblia de principio a fin como un todo integrado, puede ayudarnos a discernir cuando una doctrina ó enseñanza está respaldada por la Escritura y cuando, por el contrario, es mayormente una teoría especulativa.


En el estudio bíblico de esta semana, le propongo comenzar en el libro de Apocalipsis, donde se nos habla de un grupo muy particular: Los 144,000 sellados de Israel! Partiendo de ahí, iremos hacia atrás en la Escritura para tratar de encontrar respuesta a las preguntas con las que abrimos. Ahora bien, antes de entrar a analizar algunos pasajes clave de Apocalipsis, quiero recordarle que estamos precisamente frente al género literario apocalíptico.


La literatura apocalíptica es un tipo de literatura antigua de origen judeo-cristiano que se caracteriza fundamentalmente por el uso de símbolos y metáforas complejas. Existe literatura apocalíptica dentro y fuera del Apocalipsis, dentro y fuera de la Biblia, inclusive en los escritos proféticos del Antiguo Testamento, pero si usted decide investigar un poco más sobre el tema, encontrará que siempre se trata de lenguaje figurado ó simbólico. No estoy diciendo que no deberíamos tomarnos en serio el libro de Apocalipsis; lo que digo es que no deberíamos interpretarlo de manera literal, como si fuera un libro histórico a doctrinal, simplemente porque no lo es!


El libro de Apocalipsis no está para instruirnos doctrinalmente, tampoco para aportar una narrativa exacta, ordenada y clara de los hechos. Su lenguaje es el lenguaje de los sueños, el lenguaje profético de las visiones y revelaciones, el cual está necesariamente envuelto en un cierto halo de misterio y subjetividad. Además, este es un género literario que nació de la cultura hebrea, y en la cultura hebrea cada letra y número acarrea un mensaje simbólico. Así que es imposible pensar que todas las cifras y cantidades del Apocalipsis son literales, especialmente cuando ni siquiera tienen una explicación lógica.

Mi recomendación es que nos acerquemos al Apocalipsis como quien experimenta un sueño ó trance profético, una sucesión de escenas e imágenes de algún modo interconectadas. No es como ver una serie de televisión, esto es algo substancialmente distinto, como una especie de experiencia mística a la que no podrá acceder con una mente natural ó demasiado analítica. El Espíritu Santo nos está mostrando algo, sí, pero es un mensaje proféticamente codificado. Nos toca a nosotros interpretar la visión y ¿cómo vamos a hacerlo? Lo haremos utilizando la clave que se halla en el resto de la Escritura. Siendo así, vayamos al capítulo 7 de Apocalipsis.

v.1

Después de esto... Hagamos un breve paréntesis para preguntarnos: ¿Después de qué? El apóstol Juan recibe la visión de los 144,000 justo después ó dentro del sexto sello, el cual nos habla del Gran Día de la Ira de Dios, entiéndase, las señales cósmicas que acompañarán a la aparición del Mesías. Ahora bien, usted y yo no deberíamos pensar que el libro de Apocalipsis nos está presentando el orden exacto en el que tendrán lugar las cosas (pues en los siguientes capítulos, volveremos atrás en el tiempo, mucho antes del Día del Señor) pero sí hay un orden lógico en el que se desarrollan las visiones.


Así que en el capítulo 6 encontramos una especie de panorama general de los eventos finales: Los Dolores de Parto del Mesías, la Gran Tribulación y el Día del Señor; entonces, el capítulo termina con una pregunta retórica: El gran día de Su ira ha llegado ¿Y quién podrá mantenerse en pie?(Apocalipsis 6:17 RVC). Evidentemente, la respuesta aquí es: Nadie! Nadie podrá mantenerse en pie, al menos no por mérito propio! Sin embargo, a causa de la misericordia y fidelidad de Dios, todavía queda en la Tierra un Remanente, el cual es revelado en el capítulo 7, y ellos serán sobrenaturalmente resguardados del castigo.


v. 1-3

Vi a cuatro ángeles de pie en los cuatro extremos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento alguno, ni sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. También vi a otro ángel que subía de donde sale el sol y que tenía el sello del Dios vivo. Y gritó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes se les había concedido hacer daño a la tierra y al mar: «No hagan daño, ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de nuestro Dios».


Notemos como los cuatro primeros ángeles representan a los cuatro puntos cardinales: Norte, Sur, Este y Oeste. Este detalle viene a confirmarnos que el juicio de Dios está a punto de caer sobre todo el planeta, pero antes de que estos juicios divinos sean derramados, un quinto ángel aparece en escena. Porque este último ángel viene del Oriente (de donde sale el Sol) podemos verlo como un precursor del Mesías, a quien el profeta Malaquías llama el Sol de Justicia:


Porque viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen el mal serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuego», dice el Señor de los ejércitos, «que no les dejará ni raíz ni rama. Pero para ustedes que temen Mi nombre, se levantará el Sol de Justicia con la salud en sus alas... (Malaquías 4:1-2)


Mire cómo se resalta en este pasaje la doble implicación del Día del Señor, de la que ya hemos hablado en estudios anteriores: Por una parte el Sol de Justicia, que es Cristo, se levantará para prenderle fuego a los enemigos de Dios, pero por otra vendrá para sanar y restaurar a los que temen Su Nombre. Evidentemente sí habrá gente que tema a Dios en la Tierra para ese momento, y esa es la razón por la que aparece en escena un ángel con el sello del Dios vivo en la mano.


El sello representa autoridad delegada. Desde la antigüedad, los reyes, gobernantes, funcionarios gubernamentales y comerciantes prominentes, tienen sellos personalizados que utilizan para autenticar documentos, cartas y transacciones. Estos sellos a menudo se llevaban en forma de anillo con inscripciones ó imágenes que podían estamparse en una pequeña cantidad de arsilla, a fin de identificar claramente la propiedad de una persona ó entidad específica.


Ahora la Escritura nos habla de una protección especial que será otorgada a este Remanente fiel con vistas a la venida de Cristo, a fin de que ellos sean preservados y no destruidos juntamente con los impíos. Es importante aclarar aquí que no estamos hablando de lo que Jesús llama la gran tribulación ó de la persecución del gobierno del AntiCristo, porque esta persecución no proviene de Dios, sino del hombre y de Satanás; estamos hablando del Día del Señor.


En el libro del profeta Ezequiel, capítulo 9, encontramos un antecedente bíblico muy interesante. En esta visión, el profeta vé que seis personajes (presumiblemente angelicales) con armas de destrucción en las manos, venían del Norte y en el atrio del Templo, frente al umbral. Entre ellos había también un ser vestido de lino, que portaba una cartera de escribano en la cintura. Entonces, la gloria de Dios se levanta del Templo, y el Señor le da instrucciones al quinto ángel, diciendo: «Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y pon una señal en la frente de los hombres que gimen y se lamentan por todas las abominaciones que se cometen en medio de ella».


Note cómo ambos pasajes nos hablan de una señal ó sello, puesto sobre la frente de la gente que teme a Dios. La palabra original que utiliza Ezequiel para describir esta señal es tav, la última letra del alfabeto hebreo, que en su forma pictográfica antigua se escribe como una cruz (t) y significa marca, señal ó pacto. Interesante, verdad? Aunque sólo estamos comenzando. En la tradición judía, la letra tav es conocida como la 'firma de Dios' y representa la verdad que será revelada cuando el Mesías venga. Otro detalle que me parece importante sobre esta letra es que se le concede una naturaleza dual: por una parte significa 'vida' y por la otra 'muerte'. Bueno, sé de alguien que murió en la cruz para darme vida!


Volvamos a nuestro pasaje de Ezequiel 9. Luego de instruir al último ángel, el Señor hizo caer juicio y gran mortandad sobre la ciudad, empezando por el Santuario, pero ¿Quiénes resultaron exentos de ese terrible juicio?

v. 5-6 frag.

Pero oí que a los otros les dijo: «Pasen por la ciudad en pos de él y hieran; no tenga piedad su ojo, no perdonen... hasta el exterminio, pero no toquen a ninguno sobre quien esté la señal...


No es de extrañrse que el propósito de la marca sea el mismo en Ezequiel y Apocalipsis. En ambos casos, todos los que reciben la marca son exentos del castigo divino. Otra cosa que aprendemos de Ezequiel es que no estamos hablando necesariamente de una señal visible al ojo humano, pero con toda seguridad una marca que cualquier ente espiritual pudiera distiguir. Continuemos leyendo para ver cuál fue la reacción del profeta al recibir su visión de la destrucción de Jerusalén.

v.8

Y salieron, y fueron hiriendo por la ciudad. Mientras herían, quedé yo solo y caí sobre mi rostro; clamé y dije: «¡Ah, Señor Dios! ¿Destruirás a todo el remanente de Israel derramando Tu furor sobre Jerusalén?».

No es casualidad que el profeta haya pensado inmediatamente en el Remanente de Israel después de verse sobrenaturalmente envuelto en una visión tan espantosa de la ira de Dios. Para ese tiempo el Reino del Norte ya había desaparecido y el Reino del Sur había sido exiliado a Babilonia, así que sólo quedaba un pequeño remanente en Jerusalén. ¿Recuerdas cuando hablamos del Remanente en nuestra última entrega? Dijimos que remanente puede leerse literalmente como 'presión al inicio', por lo que esta palabra se usa para describir un residuo, un resto ó grupo sobreviviente de una situación estresante. También hablamos del olivo cultivado como imágen profética de Israel en el libro de Isaías, y establecimos una relación entre el remanente del olivo y el aceite de las lámparas en la Parábola de las Diez Vírgenes.


En cierta forma, el Remanente es como el aceite del oliva, que fluye de un orificio en el fondo de una enorme prensa de piedra. Las aceitunas tienen que ser trituradas, agitadas y literalmente aplastadas, para producir el preciado líquido, pero hay algo aún más sorprendente acerca del olivo: La palabra olivo (zayith, H2132) en el hebreo pictográfico antiguo se escribía dibujando un arado seguido de una cruz, lo que pudiera leerse literalmente como 'la cosecha de la marca' (ó de los marcados).


Es decir, mientras Ezequiel se preocupaba por el futuro del remanente de Israel, ya Dios había marcado el verdadero Remanente con Su sello de protección! Curiosamente, este Remanente del Antiguo Testamento ya portaba la marca de una cruz en la frente, como señal de que pertenecían al pueblo escogido de Dios y se habían apartado del pecado en medio de su generación. Esta es la misma clase de señal que esperaríamos encontrar en el libro de Apocalipsis, donde el autor intenta describir un concepto hebreo utilizando el término griego más cercano, pero se queda corto.

Bien, volvamos a la visión original en Apocalipsis 7, versos 4 al 8, para identificar a los marcados: Oí el número de los que fueron sellados: 144,000 sellados de todas las tribus de los israelitas.


De la tribu de Judá fueron sellados 12,000;

de la tribu de Rubén, 12,000;

de la tribu de Gad, 12,000;

de la tribu de Aser, 12,000;

de la tribu de Neftalí, 12,000;

de la tribu de Manasés, 12,000;

de la tribu de Simeón, 12,000;

de la tribu de Leví, 12,000;

de la tribu de Isacar, 12,000;

de la tribu de Zabulón, 12,000;

de la tribu de José, 12,000 y

de la tribu de Benjamín fueron sellados 12,000.


En su visión, el apóstol Juan escucha el número de los sellados: 144,000, 12 mil de cada tribu de los hijos de Israel. Mucho se ha especulado sobre esta cifra. Algunos piensan que esta será la cantidad exacta (literal) de creyentes elegidos para sobrevivir a la Gran Tribulación; inclusive, hay quienes afirman que 144 mil misioneros judíos quedarán en la Tierra después del Arrebatamiento para predicar el Evangelio entre las naciones. Hay un pasaje de la Escritura (el cual vamos a citar más adelante en nuestro estudio) que pudiera dar cierta validez a esta interpretación; sin embargo, si queremos hacer justicia a este texto, dentro de su contexto literario apocalíptico, tenemos que partir de la premisa de que 144,000 es una cantidad simbólica que representa al Remanente de Israel.


Ahora bien, alguien podría preguntar: Si los 144 mil son simbólicos, entonces ¿por qué se mencionan a las doce tribus por nombre, cada una con 12 mil sellados? Bueno, para empezar, el número 144,000 contiene un patrón profético en sí mismo: 12x12x1000 (ó mil veces 12 por 12). Para no dejar duda alguna sobre el significado del primer 12 de nuestra ecuación, el apóstol Juan nos deja saber que los sellados pertenecen a las 12 tribus de Israel, es decir, ellos son Israel! Doy gracias a mi pastor por mencionar un dato muy importante en su última predicación: El nombre Israel significa él gobernará con Dios!


Seguramente usted ha leído la historia de Jacob, este patriarca un tanto mentiroso y ventajista, pero muy determinado, que pelea con Dios en Peniel y recibe un nuevo nombre. El ángel le dice: Ya no será tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido (Génesis 32:28). En ese momento, Jacob recibió una nueva identidad, una que hablaba del destino profético de su familia (las doce tribus de Israel), la cual recibiría poder, autoridad y gobierno con el Mesías en su Reino. En otras palabras, si usted y yo no formáramos parte de ese Israel al que se le prometió la preeminencia desde el principio, no podríamos reinar con Cristo; sin embargo, el propio libro de Apocalipsis abre con una visión distinta de Israel.


Apocalipsis 5:9-10

Y cantaban un cántico nuevo, diciendo:

«Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra».

La naturaleza simbólica de los 144,000 se hace evidente también en otro detalle: La lista de tribus que encontramos en Apocalipsis 7 no es exactamente igual a ninguna otra lista de las tribus de Israel en la Escritura. Si usted investiga el tema, se dará cuenta de que falta una tribu, la tribu de Dan. Otra irregularidad es que, si tomamos como referencia la lista original de los hijos de Jacob, en Apocalipsis se añade Manasés, que no fue hijo sino nieto de Jacob.


Sabemos que la Biblia dice que José recibiría el doble de su herencia (Ezequiel 47:13 y 1 Crónicas 5:2) y esta profecía está claramente relacionada con la inclusión de Manasés en la lista de Apocalipsis 7, pero vale preguntarnos ¿Excluiría Dios a todos los descendientes de Dan (cientos de miles de ellos, tal vez millones de ellos) de su herencia espiritual y material en la Era Mesíanica, ó deberíamos ver la omisión de Dan como una evidencia de que las doce tribus de Apocalipsis 7 no son literales, sino simbólicas? Además, ¿qué se profetizó de Dan? Dan juzgará (ó gobernará con justicia) a su pueblo, como una de las tribus de Israel (Génesis 49:16). De hecho, el profeta Ezequiel habla sobre el territorio que será otorgado a la tribu de Dan durante el reinado del Mesías (Ezequiel 48).


Quizá el motivo por el que se excluye Dan en esta lista, es porque esta tribu ha estado relacionada con la adoración de imágenes desde la época de los jueces de Israel (Jueces 18). En este sentido, tampoco se habla directamente de Efraín, aunque este es el nombre que llevaba históricamente la mencionada tribu de José. Pareciera ser que el objetivo de la visión es entonces, preservar la proporción de la que ya hemos hablado, y por lo tanto, si Leví recibe una parte y José recibe dos partes, Dan se queda por fuera.


Hasta aquí, hemos dicho que los primeros 12 representan proféticamente el gobierno de Israel al final de los tiempos, pero ¿Qué representan los segundos 12? ¿Por qué 12,000 sellados de cada tribu?Realmente, no tenemos que ir muy lejos para encontrar la respuesta a esta interrogante. Dentro del libro de Apocalipsis hallamos el mismo patrón de 12, 12 y 1000 repetido de manera diferente en la descripción que Juan hace de la Nueva Jerusalén.


Apocalipsis 21:12-17 frag.

Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y en las puertas estaban escritos los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel... El muro de la ciudad tenía doce cimientos, y en ellos estaban los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero...

La ciudad está asentada en forma de cuadro, y su longitud es igual que su anchura. Y midió la ciudad con la vara, 12,000 estadios (2,160 kilómetros). Su longitud, anchura, y altura son iguales. Midió su muro, 144 codos (64.8 metros), según medida humana...


Preste atención a cuántas veces se repite el número doce en esta descripción. La ciudad tiene doce puertas (con sus respectivos ángeles) que representan a las doce tribus de Israel, y doce cimientos (con sus respectivas piedras preciosas) que simbolizan a los doce apóstoles del Cordero. La Escritura dice que los apóstoles y profetas fueron enviados a poner el fundamento de la Iglesia, edificando a su vez sobre la piedra angular, que es Cristo mismo (Efesios 2:19-20). Es de suponer que se refiere aquí a los doce discípulos de Jesús y que, al igual que sucede con las doce tribus, el nombre de Judas Iscariote ha sido reemplazado por el de Pablo, de modo que puedan completarse los doce apóstoles del Cordero. En cierto modo, Judas pudiera compararse a la tribu de Dan, porque sabemos que su parte le ha sido quitada (Hechos 1:20).


Volvamos a la descripción que Juan hace de la Nueva Jerusalén. Las proporciones de la ciudad son tan importantes que el ángel traía en la mano una caña de medir para demostrarle al apóstol que la longitud exacta de un lado era en efecto de 12,000 estadios (medida lineal), y que la ciudad estaba construida en forma de un cubo perfecto (largo = ancho = altura). Si usted lee alguna versión moderna de este pasaje, puede que se pierda la cifra original en aras de alguna conversión en el sistema de medidas actual; en ese caso, no podría captar el sentido más elemental del texto, que es el de transmitir un patrón similar al que ya habíamos visto en el capítulo 7: 12,000 = 12 x 1000 (ó mil veces doce). Y eso no es todo, si tenemos en cuenta que la ciudad es un cubo perfecto y que todo cubo tiene necesariamente 12 aristas iguales, la suma total de todos lados de la ciudad (su perímetro) sería efectivamente igual a 144,000 estadios (12x longitud de la arista). Así que, hemos completado nuestro patrón 12 x 12 x1000 = 144,000. Finalmente, para reafirmar este patrón, se nos dice que el muro de la ciudad medía 144 codos (otra vez 12 x 12).


Definitivamente existe una conexión entre los 144,000 sellados y la Nueva Jerusalén, y ese es el punto que quiero resaltar, porque ambos representan a la congregación de los redimidos. Además, si convertimos las proporciones de la ciudad al sistema moderno de medición, notaremos que es enorme, casi imposible de imaginar. Este es el sentido que cumple el número 1000 en nuestro patrón y en toda la Escritura, es un número que simboliza una cantidad grande. Aplicando este principio a los 144,000, debemos interpretarlo como una gran multitud, la multitud de los elegidos ó el Remanente de Israel.

Estimado lector/ oyente, soy consciente de que este tema aún no está agotado, así que estaremos retomándolo en nuestro próximo estudio bíblico. Para entonces, vamos a llegar hasta el capítulo 14 de Apocalipsis, donde encontramos al mismo grupo de los 144,000 sellados, pero esta vez en presencia del Cordero en lo que pareciera ser la esfera celestial. ¿Qué nueva información se nos da en el capítulo 14 sobre la identidad de este grupo? ¿Cómo deberíamos interpretar esta nueva información a la luz de lo que hablamos hoy? ¿Crees que exista alguna relación entre los 144,000 y la multitud vestida de ropas blancas en Apocalipsis 7:9-17? Toma un momento para plasmar tus comentarios al pie del estudio.


Antes de terminar, le invito a reflexionar brevemente sobre el amor y la misericordia de Dios. Quiero contarle que esta semana, mientras escribía el presente estudio bíblico, me sucedió algo muy curioso: Tuve la oportunidad de soñar con las tribus de Israel! Apenas recuerdo los detalles, pero sé que era un sueño muy colorido donde yo estaba en el campamento de Jacob y veía las tiendas de las doce tribus. Lo más importante de mi experiencia es que, estando allí, yo me sentía en casa! Había en mi corazón una cálida sensación de paz y familiaridad. Entonces, alguien dentro de mi sueño se encargó de recordarme que el número 12 es el número que representa la elección. Y sabe una cosa? Creo firmemente que esta información vino de parte de Dios.


En el Antiguo Testamento Dios escogió a un hombre y a sus doce hijos para hacer de ellos una gran nación. La Biblia dice que el joven Jacob era tan insignificante que ni siquiera gozaba del favor de su padre; sin embargo, desde antes de que este hombre naciera, ya Dios lo había conocido, amado y separado, declarando sobre él una palabra profética de bendición y multiplicación que nos alcanzaría a nosotros. Preste atención a lo que dice Isaías 49:6 RVC: Muy poca cosa es para mí que tú seas mi siervo, y que levantes las tribus de Jacob y restaures al remanente de Israel. Te he puesto también como luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta los confines de la tierra.


¿De quién está hablando el profeta aquí? La palabra salvación en Hebreo es Yeshúa (Jesús), así que no hay duda de quién es la Luz y la Salvación de las naciones! En Yeshúa se cumple la promesa que dice: El más pequeño llegará a ser un millar, y el más insignificante una nación poderosa (Isaías 60:22), por eso 12 se convierten en 12,000, y 12x12 en 144,000! ¡Qué maravilloso es saber que Dios nos ha escogido en Cristo para formar parte de Su pueblo! Tal vez usted se sienta tan insignificante como Jacob, tan común y trabajado como los doce discípulos, pero cobre ánimo en este día! Permita que las palabras de Jesús en Lucas 12:32 NBV abracen su corazón y lo llenen de esperanza: No tengan miedo, mi pequeño rebaño, porque el Padre de ustedes, en su bondad, quiere darles el Reino.

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