Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
Salmos 42:9
La opresión es la subyugación de una persona o grupo por otro mediante el uso de la fuerza, la violencia, las amenazas, la agresión física o psicológica y otras técnicas de dominación. Aunque hablamos mucho de la opresión en el contexto político, la opresión a nivel personal y espiritual es la más importante y muchas veces un tema tabú en muchos círculos.
La Biblia nos enseña que el pecado es esclavizante, es decir, anula progresivamente nuestra capacidad para decidir libremente, aunque no toda opresión proviene de pecado. Satanás, quien ejerce dominio temporal sobre este mundo caído, es llamado el acusador de nuestros hermanos.

Jesús dijo que vino para deshacer las obras del Diablo, para pregonar libertad a los cautivos y poner en libertad a los oprimidos (Lucas 4:18). También el apóstol Pablo escribe a la iglesia diciendo que hemos sido llamados a libertad y no a esclavitud. Sabemos que no es el deseo ni la voluntad de Dios que permanezcamos en una situación de opresión emocional o espiritual, pero en la práctica puede que todavía estemos en ese caso.
Es posible que un cristiano se sienta acorralado por una serie de circunstancias estresantes, o por la influencia de una persona cercana que utiliza la violencia o la coerción para mantenerse en control. Teniendo en cuenta que la violencia no siempre se manifiesta de forma física, debemos aprender a identificar otras pistas de opresión como el uso de amenazas, ofensas, burlas, engaños, manipulación, etc.
Cómo podemos llegar a encontrarnos en una situación de opresión aún después de conocer a Cristo y a pesar de no estar involucrados con el pecado? Uno de los ejemplos más evidentes en las Escrituras es la historia del pueblo de Israel en Egipto, donde permaneció esclavizado entre dos y cuatro siglos (hay diferentes opiniones con respecto al tiempo exacto). Cómo pudo Dios permitir que semejante cosa le sucediera a un pueblo escogido? Pensemos un poco.
En primer lugar, los israelitas llegaron a Egipto en calidad de invitados durante la época de José; entraron como hombres libres y se asentaron en las mejores tierras para el pastoreo de animales. Después de la muerte de José su situación cambió radicalmente y se les obligó a pagar impuestos por la tierra, pero aún eran legalmente libres! Con el tiempo, los egipcios comenzaron a sentirse amenazados por la presencia de un pueblo tan numeroso que temieron un conflicto político y promulgaron leyes para limitar el crecimiento de la población hebrea, pero hasta ese momento todavía eran nominalmente libres. Para el tiempo en que Moisés toma la justicia por sus manos y mata al egipcio, los israelitas ya habían sido forzados a la esclavitud, posiblemente como resultado de los altos impuestos a los que estaban sujetos.
Lo que desde un principio debió verse como una solución temporal a la sequía, se convirtió para ellos en un asentamiento permanente, de modo que se quedaron en Egipto pasada la crisis y no pensaron en volver a la tierra prometida de Canaán donde Abraham, Isaac y Jacob habían vivido como nómadas en espera del cumplimiento de la promesa de Dios. Un sentimiento de falsa comodidad y seguridad los llevó a una situación de esclavitud y opresión.
Es esta una interpretación válida de la historia bíblica? Veamos lo que objetaban algunos hebreos a su paso por el desierto:
...Y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: !Quién nos diera a comer carne!
Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos...
Números 11:4-5
Tal vez te identificas con el salmista en el verso de apertura. Algunas veces nos sentimos deprimidos y olvidados debido a situaciones de opresión. No permitamos que el enemigo desvíe nuestra atención y nos engañe. Cuidado con las cebollas!
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