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Pasando a la Buena Tierra

Actualizado: 5 ene

La vida cristiana está llena de etapas o temporadas distintas. Algunas etapas son de aprendizaje y otras de constante ejecución. Unas temporadas traen fuertes cambios y sacudidas, mientras que otras parecieran requerir de infinitas paciencia y perseverancia. Por lo general, etapas de preparación anteceden a las temporadas de conquista.


Cuando alguien desobedece a Dios y fracasa en algún aspecto de la vida, una temporada de restauración puede ser necesaria para que heridas sean sanadas, lecciones aprendidas, y se pueda pasar a la siguiente etapa. En Deuteronomio capítulo 8, el pueblo de Israel estaba recién acabando de superar una larga temporada de cuarenta años en el desierto. Llegado el esperado momento de entrar a Canaán, el Señor le había ordenado a Moisés que hiciera el traspaso de su autoridad a Josué, hijo de Nun, y se despidiera del pueblo, porque no pondría un pie en la Tierra Prometida.

Es este discurso de despedida de Moisés, el que da origen al Libro de Deuteronomio. El profeta que había hablado con Dios cara a cara, y realizado innumerables señales y prodigios a los ojos de Faraón y de todo el pueblo, estaba ahora al borde de la muerte. Tendría que conformarse con apenas una vista panorámica de la promesa desde la cima del Monte Nebo, actual territorio de Jordania, así que Moisés quiso asegurarse de que el pueblo no se olvidaría de guardar su Pacto con el Señor en esta nueva etapa de victorias y conquistas.


Estimado oyente de Letra y Espíritu, a medida que se aproxima el final de este año 2023, quisiera agradecerte por todas las horas de atención que me has brindado. Algunos de ustedes han sido especialmente fieles en comentar y compartir el material del Ministerio; ustedes definitivamente me motivan a seguir investigando y creando contenido para el canal/ sitio web.


Gracias! Muchas gracias por existir! Ustedes son una parte importante y hermosa de mi vida. En este último estudio bíblico del año 2023 quisiera poner a un lado la Escatología por un momento para compartirles un tema de inspiración profética y crecimiento personal. Con la ayuda del Señor, el año 2024 traerá nuevas y valiosas oportunidades para hablar de Profecía y Tiempos Finales, pero también es y ha sido mi deseo durante mucho tiempo, retomar la serie sobre Liberación y Sanidad interior, tan pronto el canal llegue a los 1000 suscriptores.



Quiero que sepan que estos temas traen muchos lectores al blog del Ministerio, y que claramente hay una gran necesidad en el pueblo de Dios con relación al discipulado y la sanidad interior. A veces me toca escuchar los testimonios de aquellos que han sido de alguna manera tocados por nuestros estudios bíblicos, y esa es la obra del Espíritu Santo a través nuestro.


Esta mañana, mientras el Señor llamaba mi atención acerca de este pasaje en Deuteronomio 8, pensaba en lo mucho que me gustaría que todos pasaramos este año a una nueva etapa de conquista y expansión en todos los sentidos, pero créame, yo no soy esa clase de predicadora! No puedo asegurarle que el 2024 será su año de entrar a la Tierra Prometida, y que estará inaugurando su temporada de restitución y promesas cumplidas (únicamente la voz del Espíritu Santo puede hacer eso), pero puedo transmitir la Palabra del Señor para temporadas de transición como esta.


Te acordarás del camino... Deuteronomio 8:1-2a NBLA dice: Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años... Esta primera oración ya resulta reconfortante porque... uno sólo puede recordar el pasado! El que usted sea capaz de mirar hacia atrás y ser consciente del proceso por el que Dios le ha permitido pasar, implica que ya ha pasado al otro lado. Aunque los israelitas aún estaban en el desierto, la promesa de Dios de entregarles la tierra de Canaán era firme, y tarde o temprano terminaría realizándose. Si Dios ha decretado algo sobre tu vida, sólo es cuestión de tiempo para que Su designio se lleve a cabo.


Ahora bien, si Dios ha determinado concedernos algo conforme a Su perfecta voluntad, ¿por qué en ocasiones pareciera no responder a nuestras oraciones? Aunque Israel pudo haber pasado directamente de la esclavitud en Egipto a la conquista de la Tierra Prometida en apenas unos pocos meses, el Señor no lo permitió así. Por una parte, sabemos de la incredulidad, la murmuración y dureza de cerviz que llevó al pueblo a vagar 40 años alrededor de los mismos lugares, pero esa no fue la única razón del retraso.


La gente que salió de Egipto no fue la misma que entró en Canaán; una nueva generación lo hizo. Quizá una de las razones por las que esto sucedió es porque el pueblo que salió de Egipto tenía una mentalidad de esclavitud y, por lo tanto, no estaba preparado para tomar las armas y pelear las batallas que le esperaban hacia adelante en la época de Josué. El problema con tener una mentalidad de esclavo es que no se está listo para asumir la responsabilidad de vivir en libertad. Por ejemplo: El esclavo no necesita tomar decisiones por sí mismo, ni buscar empleo en el mercado laboral; techo y comida estaban garantizados por el dueño. Fuera de la protección de Egipto, Israel se enfrentó a los innumerables desafíos de la vida en el desierto. Dicho de otra forma, cuarenta años en el desierto sirvieron para formar la generación que sí entraría a conquistar y poseer la tierra de Canaán.


La Biblia nos enseña que el desierto es un lugar de formación. De hecho, la palabra original que se traduce como desierto en este pasaje es midbar (H4057) y significa un lugar de orden. Creo que esto es exactamente lo contrario a lo que podríamos pensar de un terreno baldío o desolado, pero no es así en la economía de Dios. En la raíz de la palabra midbar se encuentra el verbo dabar (H1696) que significa poner en orden y en sentido figurado hablar, declarar, prometer, etc. Probablemente recordarás cuando hablamos sobre el poder de las palabras y establecimos que, en la cosmovisión hebrea del mundo, las palabras tienen sustancia lo mismo que los objeto físicos. Esta es la razón por la que Dios habló para crear el mundo, Él simplemente dijo y fue hecho.


Dabar es el Verbo mediante el cual fue creado el Universo, el Verbo de Juan capítulo 1; es la Palabra, entiéndase, el propio Jesús. De la misma forma que el poder creativo de Dios se movía sobre la faz del abismo primitivo, Su poder permanece en operación a pesar del aparente despropósito del desierto. Esto significa que cuando estamos en una época de reposo e introspección, algo se está gestando en nuestro interior, y ese algo es la promesa (dabar) de Dios.


Cuando Dios quiere formar algo totalmente nuevo y diferente, Él a menudo lo forja en el desierto. Por ejemplo: La Biblia nos dice que Juan el Bautista, este hombre ungido, radical, pero totalmente irreverente al sistema religioso de su época, creció y se formó en el desierto (Lucas 1:80). Un sacerdote-profeta como él no debía corromperse con la hipocresía de los fariseos, o comprometerse con el poder político de Roma, como los saduceos de su tiempo, porque el propósito de Dios es que Juan fuese ante todo un Elías, de naturaleza austera y confrontacional.


Algo parecido sucedió con el apóstol Pablo, quien inmediatamente después de su experiencia con Jesús en el camino a Damasco, se retiró por un tiempo al desierto de Arabia (Gálatas 1). ¿Por qué no se formó Pablo a los pies de los apóstoles? Él mismo responde a esta interrogante en su carta a los Gálatas 1:11-12 NBLA: Quiero que sepan, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre. Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo. No que fuera malo aprender de otros, especialmente de los primeros discípulos de Cristo, pero el propósito que Dios tenía con Pablo le llevaría a situaciones de conflicto en las que él mismo tendría que diferir de Pedro y de los demás, con el objetivo de llevar el Evangelio a los gentiles.


Quizá hoy te preguntes: ¿Dios, qué estás haciendo conmigo durante esta temporada de aparente despropósito? ¿Qué es lo nuevo que estás formando en mí? Presta atención al mensaje oculto detrás del número cuarenta. Cuarenta fue el número de años que el pueblo de Israel permaneció en el desierto antes de entrar a la Tierra Prometida. Llevado al desierto por el Espíritu Santo, Jesús ayunó cuarenta días antes de comenzar su ministerio terrenal. Hay quienes dicen que 40 es el número que simboliza prueba, purificación y renovación espiritual (el número de días y noches que llovió sobre la Tierra durante el diluvio, la cantidad de agua necesaria para realizar un baño de purificación ritual en el judaísmo), pero si miramos la vida desde la perspectiva de Dios, tenemos que añadir que el número 40 a menudo representa un período de introspección, preparación y completamiento que da paso inmediato a una nueva temporada de realización o cumplimiento.


Por ejemplo, se dice que Moisés ayunó 40 días y noches en preparación para recibir la Ley,

y permaneció un período similar de tiempo en la cima del Monte Sinaí, donde recibió los Diez Mandamientos (sin duda, un cambio significativo en la relación de Dios con su pueblo). Aún la totalidad de la vida de Moisés estuvo marcada por períodos de 40 años: 40 años como príncipe de Egipto, 40 años como pastor de ovejas en el desierto, y los últimos 40 como profeta, caudillo y líder indiscutible de los hijos de Israel.


La propia esencia del número cuarenta está estrechamente relacionada con el concepto de completamiento y madurez. En la mentalidad hebrea antigua, el número cuarenta (así como todos los demás múltiplos de 4) proviene de la raíz arba (H702), que significa cuadrado. Luego, el cuadrado es una figura que transmite perfección y balance. La idea aquí no es la de restricción, como podríamos pensar en nuestra cultura, sino la de crecimiento y expansión. Tenga en cuenta que la Biblia habla de los cuatro ángulos de la Tierra para referirse a toda la Tierra (aunque la Tierra no es cuadrada).


En el alfabeto (alefato) hebreo, el número cuarenta está representado por la letra M (mem) y simboliza la matriz. Por supuesto, no es casualidad que un bebé completo y perfectamente formado sólo venga al mundo al término de 40 semanas de gestación! Así como el feto necesita permanecer en el útero de su madre durante todo el tiempo establecido para su desarrollo y madurez, hay procesos en nuestra vida que sólo podrán llegar a completarse al término de una estación de formación en el desierto, una estación en la matriz de Dios. Considere otra imagen profética en las cuatro estaciones del año.


Definitivamente el cuatro nos habla de un cambio de estación, pero ¿Cómo saber que estamos al final de un ciclo de formación y maduración divinamente orquestrado? Volvamos a nuestro pasaje de Deuteronomio 8:2 y 5 NBLA:

Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote, a fin de saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no Sus mandamientos.

Por tanto, debes comprender en tu corazón que el Señor tu Dios te estaba disciplinando, así como un hombre disciplina a su hijo.


En estos versos se nos dice que el propósito de Dios con los cuarenta años de aparente estancamiento en el desierto era no sólo el de disciplinar a Israel por su incredulidad, sino también el de humillarlo y probar su obediencia. A primera vista, la frase para humillarte (o afligirte) no es muy halagüeña. La versión PDT traduce: Para enseñarte a ser humilde. Como siempre, el hebreo antiguo puede llevarnos un poco más lejos, ya que se trata de la imagen de un ojo inmediatamente seguido de una semilla. La idea es la de un agricultor que vela sobre un campo sembrado. El resplandor del sol hará que el campesino frunza instintivamente el ceño mientras mira a lo lejos hasta el límite del horizonte. Esta arruga en el entrecejo es la palabra anah (H6031) o aflicción.


Si entiende lo que intento decir, hay diferentes causas por las que podemos ser afligidos (literalmente, fruncir el ceño) pero cuando Dios permite que seamos afligidos y humillados, Él lo hace con un objetivo en mente (Lamentaciones 3:32-33). Además, fruncir el ceño nos ayuda a enfocar mejor nuestra visión en las cosas importantes que Él quiere mostrarnos. Esto nos lleva directamente hacia la segunda palabra clave: nasah (H5254) o prueba.


El verso 2 nos dice que Dios deseaba probar a Israel en el desierto para conocer su corazón. En este caso, nasah es la misma palabra que se utiliza, entre otras cosas, para designar un estandarte o bandera. La idea original es la de perseverar en aferrarse a algo, lo mismo que haría un abanderado en medio de la batalla para evitar que la insignia caiga en manos del enemigo. ¿A qué cosas deberíamos aferrarnos cuando estamos pasando por una prueba? Probablemente a la oración y las promesas que Dios nos ha dado en nuestra experiencia personal con Él. Deberíamos perseverar en la carrera de la vida cristiana y proseguir a la meta hasta alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús, como escribió Pablo (Filipenses 3:14), pero sobre todo, deberíamos aferrarnos a la obediencia.


Si continuamos obedeciendo a Dios a pesar de las pruebas, eso revela lo que hay en nuestro corazón realmente, y Dios está más interesado en nuestro corazón que en cualquier otra cosa que podamos darle o hacer por Él (Proverbios 23:26). Es por eso que me fascina la frase con que abre el verso 5: Debes entender en tu corazón... Pienso que se refiere a un nivel de crecimiento personal muy elevado. Es difícil que alguien pueda mirar a los desengaños y desafíos de la vida, entendiendo en el corazón que hay un propósito divino en ellos, especialmente porque el corazón puede llenarse de toda clase de argumentos, dolor y resentimiento. Es más fácil entender con la mente, pero el corazón (bíblicamente hablando) implica mucho más que el razonamiento lógico.


Entender con el corazón requiere que usted y yo hagamos la paz con nuestra voluntad, nuestros pensamientos, sentimientos y emociones a la vez. Es un nivel superior de asimilación del propósito de Dios en nuestras vidas. El Señor deseaba que Israel entendiera en su corazón que había sido disciplinado como hijo, no desechado ni destruido, sino amorosamente corregido. Existe una gran diferencia entre ser castigado y ser corregido. El castigo por lo general busca infligir un dolor proporcional a la culpa, pero el objetivo de la corrección es un cambio de comportamiento. Más allá del propósito de la corrección, la Biblia nos dice que la disciplina es el privilegio de los hijos. Ningún bastardo recibe disciplina!


Usted puede consultar Hebreos 12:4-11 acerca de la disciplina del Señor; el verso 10 nos dice que el objetivo de Dios al disciplinarnos es hacernos partícipes de Su santidad. Dicho de otra forma, la disciplina es parte de nuestra santificación. Deuteronomio 8:16 resume: Así te humilló y te puso a prueba, para que a fin de cuentas te fuera bien (NVI). Otras traducciones hablan de prosperidad y bienestar. El sentido original es el de funcionalidad. Dios quiere que las cosas funcionen en tu vida! Él está trabajando para que las cosas te vayan bien y seas prosperado en todo!


No, amado, este no es el llamado evangelio de la prosperidad, pero es un Evangelio que hace prosperar al hombre, en todo sentido. Es por eso que, después de ser humillado y probado en el desierto, después de haberse aferrado a la obediencia y aceptado la disciplina del Señor, usted también podrá entrar a una temporada de mayor bienestar. Vale la pena que tome tiempo para terminar de leer y releer este capítulo 8 de Deuteronomio, pero le adelanto que hay cosas muy buenas que Dios desea entregarnos en este año que comienza. Usted no necesitará dar una ofrenda! No tendrá que sembrar una primicia financiera para ser prosperado; sólo tendrá que abrazar el proceso y crecer!


Después de 40 años en el desierto, Jehová consideró que el pueblo estaba listo para entrar a la nueva tierra que había prometido a sus padres. El pueblo estaba maduro y completo, desde el punto de vista del Padre, y podía moverse hacia una etapa de mayor alcance y responsabilidad. Dios quiere que usted y yo también pasemos a una nueva temporada de mayor bienestar y realización, pero tal vez hay algunas cosas que debamos arreglar primero, así que te propongo algunas preguntas para reflexionar con la ayuda del Espíritu Santo en este fin de año:


  • ¿Cómo puedes hacer la paz con tu proceso?

  • ¿Tienes un problema de actitud?

  • ¿Tienes un problema de obediencia?

  • ¿Has aceptado en tu corazón la disciplina del Señor?

  • ¿Qué lecciones espirituales has aprendido este año?

  • ¿En qué aspectos de tu vida cristiana necesitas ser más consistente?

  • ¿Qué puedes hacer en el nuevo año para enfocarte mejor en las cosas importantes y ser más productivo?



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