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Sube Acá! Sube Acá! (Parte 2)

Actualizado: 21 dic 2022

Hola, mi estimado oyente o lector de Letra y Espíritu! En nuestro último estudio bíblico hablamos acerca de los dos testigos de Apocalipsis 11. ¿Cuál es su identidad? ¿En qué momento deberán aparecer en escena? ¿Qué tipo de ministerio llevarán a cabo, y qué sucederá con ellos al final? También tocamos parte de la simbología profética que se utiliza en este pasaje, y la relacionamos con con algunas figuras del Antiguo Testamento, especialmente, las que encontramos en el capítulo 4 del libro de Zacarías.


Realmente, ese fue un episodio bastante extenso, por lo que consideramos necesario preparar una segunda parte del estudio, en la podamos responder a la pregunta que la mayoría de nosotros nos hemos hecho: ¿Existe alguna conexión entre los dos testigos y el arrebatamiento? Y si la respuesta es afirmativa, ¿Cuál pudiera ser esta conexión? Además, a lo largo de estos días, hemos recibido preguntas y comentarios bastante interesantes, que nos han llevado a pensar que quedan aún ciertos detalles que nos gustaría dejar en claro en este episodio.


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Bien, de vuelta a nuestro estudio, quizá la primera pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Por qué dos testigos? ¿Testigos de qué? Si prestamos atención al contexto inmediato de este pasaje, así como a la naturaleza del ministerio profético de estos dos ungidos, es evidente que nos encontramos a las puertas de un gran acontecimiento: El advenimiento del Gran Día del Señor! Ya hemos dicho que este Día implica salvación para los que son suyos, pero también implica terribles juicios, que serán derramados sobre los enemigos de Dios. Así que podemos deducir que estos dos juegan un papel legal, por decirlo de alguna forma, porque ellos testificarán acerca de la culpabilidad de los habitantes de la Tierra, y dejarán al descubierto su profundo desprecio por el Creador.


¿Por qué dos? Simplemente para satisfacer las demandas de la Ley de Dios. En el libro de Deuteronomio 19:15 RV60 leemos: No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquier ofensa cometida. Solo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación. Este requisito legal es ratificado por Jesús en Mateo 18:16, donde dice: En boca de dos o tres testigos conste toda palabra.


Varios oyentes expresaron que, en su opinión, los dos testigos equivalen al Antiguo y el Nuevo Testamentos. Desde mi punto de vista, esta división arbitraria de la Biblia no pudo haber estado en la mente del autor al momento en que recibió estas revelaciones porque, en primer lugar, lo que hoy llamamos Nuevo Testamento ni siquiera existía como parte de las Sagradas Escrituras durante el Primer Siglo; si bien ya circulaban escritos y cartas de los apóstoles entre las diferentes congregaciones, estos se encontraban dispersos junto a un sinnúmero de otros escritos de carácter religioso, y no se había formado un Canon definido de toda la Biblia como lo tenemos en la actualidad. En ese momento histórico, todo lo que la Iglesia consideraba sagrado, eran las Escrituras hebreas del Antiguo Testamento.


En segundo lugar, aunque nos hemos acostumbrado a ella, la división de la Biblia en dos grandes partes es una medida puramente arbitraria y humana; es decir, no es parte del diseño divino, ni se le puede considerar inspirada, ni obedece a ningún propósito específico, y muchas veces se convierte en un obstáculo que no nos permite ver la estrecha conexión que existe entre ambos testamentos, y cómo uno no puede verse o interpretarse independientemente del otro.


En tercer y último lugar, el nivel de detalle que la Escritura nos ofrece acerca del ministerio, la muerte y resurrección de los dos testigos, simplemente no concuerda con una interpretación demasiado simplista como la que se atribuye al Antiguo y el Nuevo Testamentos. Es evidente que se trata de personas o líderes de congregaciones literales, que sufrirán una muerte literal en la misma ciudad en la que Cristo mismo fue crucificado (no en cualquier otra), y que su resurrección será un evento literal.


Si has escuchado estudios anteriores sobre las Fiestas Sagradas del Señor, seguramente recordarás que la Primera Resurrección y el Arrebatamiento han sido proféticamente vinculados con la Fiesta de las Trompetas, llamada originalmente Yom Teruah. Aunque no vamos a volver sobre todo el interesante paralelismo que existe entre estos eventos, me gustaría comentarte sobre una de las tradiciones más antiguas que normalmente precedía al comienzo de esta fiesta, y cómo esta pudiera tener conexión con el relato de los dos testigos. Después de todo, los primeros cristianos fueron judíos, y aunque no tenían toda la Biblia como nosotros, sí contaban con algo que nosotros hemos perdido: Contexto, contexto, contexto! Ellos eran celosos de sus costumbres y tradiciones hebreas, dentro y fuera del texto de la Escritura, por lo que no debieron tener problemas para asimilar e interpretar el relato de los testigos como parte del protocolo profético de la Segunda Venida de Cristo.


Comencemos diciendo que el calendario hebreo está basado fundamentalmente en los ciclos de la Luna y, aunque en la actualidad existe un calendario predeterminado y regulado, en los tiempos bíblicos cada comienzo de mes era santificado por el Sanedrín mediante un procedimiento establecido, y la duración del mes en cuestión dependía de cuántos días duraba el ciclo lunar. ¿Cuál era este procedimiento?


Cuando la Luna aparecía en el cielo, esta era la señal que daba comienzo a un nuevo mes, y era normalmente motivo de celebración para el pueblo de Israel; sin embargo, debido a que la Luna puede permanecer oculta por un plazo de hasta dos días cada mes, el momento exacto de su aparición en el firmamento era imposible de predecir. Además, se dice que la Luna Nueva se hace visible únicamente cerca del momento de la puesta del Sol, por lo que los rabinos desarrollaron un sistema mediante el cual cualquier persona que detectara su aparición podía venir a dar su testimonio delante de las autoridades pertinentes.


Conforme a esta costumbre, el día 30 de cada mes el Sanedrín abría sus puertas para recibir a cualquier testigo que afirmase haber observado la Luna Nueva la noche anterior. Ahora bien, no todo testimonio era aceptado como prueba para certificar el inicio del mes; cada testigo era generosamente agasajado y cuidadosamente entrevistado por una comisión de rabinos versados en astronomía, capaces de evaluar la credibilidad de todo supuesto avistamiento. Al final de la jornada, los primeros dos testigos fiables eran seleccionados como prueba suficiente para establecer aquel día como primero o cabeza del mes, Rosh Jodesh en hebreo, y establecer retroactivamente que el mes anterior había tenido solamente 29 días.


En este punto, el Jefe del Sanedrín procedía a santificar el nuevo mes, y a dar a conocer el veredicto, mandando a encender una gran fogata en la cima del Monte de los Olivos. De ese modo, la noticia podía correr rápidamente de pueblo en pueblo, donde vigías asignados para la tarea encendían sus propias fogatas y balanceaban sus antorchas en lo alto de cada monte.

En caso de que el día 30 aún no se lograra verificar el avistamiento de la Luna Nueva, el Sanedrín automáticamente declaraba cabeza del mes al día 31, determinando que el mes anterior había tenido 30 días.

Bien, quizá se esté preguntando ¿Qué tiene que ver esta tradición con la Fiesta de las Trompetas, la Primera Resurrección y el Arrebatamiento de la Iglesia? Pues, muy fácil! Resulta que la Fiesta de las Trompetas es la única que se celebra el día primero del séptimo mes, es decir, inmediatamente después de ratificado el primer avistamiento de la Luna Nueva! Este detalle hace que, a diferencia de todas las demás fiestas sagradas, Yom Teruah sea la única celebración bíblica cuya llegada es, en cierto modo, sorpresiva. Literalmente, alguien podía estar trabajando la tierra o haciendo los quehaceres de la casa hasta el último momento cuando, repentinamente, escuchaba el toque redoblante del Shofar que anunciaba el comienzo del mes más sagrado del año. En ese momento y de forma instantánea, toda labor tenía que cesar; de un momento a otro, la ropa de trabajo era mudada en ropa de fiesta, pues como indica Levítico 23:24, este era un día de reposo absoluto, un día de santa convocación al sonido de la trompeta.


Esto me recuerda las palabras de Jesús en Juan 9:4 RV60: Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Y es que en la cosmovisión hebrea, el día comienza al anochecer. Es decir, la noche es primero, después el amanecer! Así también cuando llegue el Gran Día del Señor, usted y yo ya no tendremos más oportunidad para hacer las obras que el Padre nos ha encomendado. El momento propicio es ahora, mientras el día dura. También Jesús dijo: Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor (Mateo 24:40-42). Usted no conoce la hora, nadie sabe, pero conoce la temporada! No puedo predecir el día con exactitud, pero puedo leer las señales que indican que muy pronto la trompeta sonará, y los muertos en Cristo se levantarán!


La Fiesta de las Trompetas es una figura profética de ese Gran Día, el Día del Señor; pero ¿Dónde dejamos a los dos testigos? Hay algo muy interesante con la tradición de los testigos el día de Yom Teruah.


Cuando los testigos de la Luna Nueva llegaban apresuradamente al Monte del Templo al atardecer del último día del mes sexto, ellos encontraban primero al Capitán de la Guardia, el cual a su vez consultaba a uno de los ancianos para que descendiera y verificara el asunto personalmente, asegurándose de que habían llegado al menos dos testigos indispensables y confiables, de acuerdo con los requerimientos de la Ley Mosaica. Una vez que los testigos pasaban esta primera prueba, el anciano miembro del Sanedrín volvía a subir solo para convocar al resto de los ancianos y reunirlos en una cámara especial en espera del Sumo Sacerdote (Cohen Gadol) quien, como ya hemos dicho, era el encargado de santificar toda fecha sagrada. Cuando el Sumo Sacerdote llegaba y ya estaba listo para recibir y escuchar a los testigos, se dice que en lugar de mandarlos a buscar con uno de sus siervos, seguía la costumbre de pararse en lo más alto del Monte del Templo y llamarles dando grandes voces: Suban acá! Suban acá! Entonces los dos testigos subían al Monte del Templo y comparecían ante el Sanedrín para su última prueba, antes de que el Sumo Sacerdote diera la orden de hacer sonar las trompetas para dar comienzo a la sagrada celebración.


¿Recuerdas lo que sucede en Apocalipsis 11:11-12, una vez que los dos ungidos se levantan de la muerte?


Apocalipsis 11:11-12 LBLA

Pero después de los tres días y medio, el aliento de vida de parte de Dios vino a ellos y se pusieron en pie, y gran temor cayó sobre quienes los contemplaban. Entonces ellos oyeron una gran voz del cielo que les decía: «Suban acá». Y subieron al cielo en la nube, y sus enemigos los vieron.


Es interesante que las palabras de Dios sean las mismas que el Sumo Sacerdote utilizaba antes de la destrucción del Templo en el año 70, para llamar a los testigos de la Luna Nueva. Su testimonio era escuchado en lo alto, justo antes de hacer sonar el shofar para anunciar la llegada de la temporada festiva y santificar el primero del mes séptimo, que es Yom Teruah! Este detalle es muy importante, porque tanto Juan como los primeros cristianos judíos que escucharon esta revelación, lo conocían bien. Ellos sabían que dos testigos formarán parte esencial de la ceremonia previa a la llegada del Gran Día del Señor, y que no se trata de un hecho aislado o desconectado de toda la trama de los eventos finales, sino que será después de su ascensión (y no antes) que se escuchará la final trompeta. Como escribe Pablo en su primera carta a los Corintios 15:52 RV60: En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.


Y bien, ¿Qué te parece esta información? ¿Ves alguna relación significativa entre los testigos de Apocalipsis y la tradición previa a la Fiesta de las Trompetas? ¿Piensas que los dos testigos vendrán antes o después del arrebatamiento? Cualquiera que sea tu opinión, espero leer tus comentarios al pie de este breve estudio. Nos leemos pronto! Dios te bendiga más!




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