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La Abominación Desoladora y la Señal Antes del Fin (Parte 4)

Actualizado: 7 nov 2022

Hola, estimado oyente /lector de Letra y Espíritu! En semanas anteriores, hemos estado hablando del sermón escatológico de Jesús y de cómo el Señor le dio una señal específica a sus discípulos, a fin de que ellos pudieran reconocer el momento en que se cumplirían tres eventos proféticos importantes: La destrucción del segundo Templo, el fin de la Era presente y el comienzo de la Era Mesiánica. ¿Cuál fue esta señal? Al decir de Mateo 24 y Marcos capítulo 13, esta señal no fue otra que la del profeta Daniel: La aparición de la abominación desoladora. ¿A qué exactamente se refirió Daniel cuando habló de una abominación que causa desolación, y cómo concuerda la profecía de Daniel con las enseñanzas de Jesús acerca del final de los tiempos? De eso estaremos hablando en este estudio bíblico.


No hay duda de que Jesús citó a Daniel con relación al orden y la descripción de los eventos finales. Por ejemplo, Jesús dijo que la presencia de una abominación desoladora, puesta donde no debería estar, marcaría el comienzo de la peor tribulación que jamás haya existido en la historia de Israel. Volvamos brevemente a la versión de Marcos 13:14-19, para resaltar la descripción que se nos da de esta tribulación.


Marcos 13:14-19 NBLA

Pero cuando vean la abominación de la desolación puesta donde no debe estar (el que lea, que entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes (...) Porque aquellos días serán de tribulación (Mateo escribe: de gran tribulación), tal como no ha acontecido desde el principio de la creación que hizo Dios hasta ahora, ni acontecerá jamás.


¿Cuál es la descripción que hace el Señor de esta tribulación? Se nos dice que no habrá otra tan terrible como ella en toda la historia, ni antes ni después; es por esta razón que, de acuerdo con Mateo 24, Jesús la llama una gran tribulación (la peor de todas). Pues bien, esta es una descripción tomada directamente del libro del profeta Daniel, en el capítulo 12, verso 1, donde dice:


Daniel 12:1RV60

En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.


Note cómo la descripción que Jesús le dio a sus discípulos de esta terrible tribulación es muy parecida al texto literal de Daniel, salvo que Daniel no excluye el lapso de tiempo que vendrá después de la tribulación, dejando abierta la posibilidad de que pueda existir una tribulación peor en el futuro. Sin embargo, cuando Jesús cita a Daniel, aunque utiliza prácticamente las mismas palabras, él agrega que no habrá otra como esa en el futuro. Personalmente, creo que esta pequeña discrepancia en la descripción del evento, puede indicarnos que se trata de una predicción profética que ha tenido o tendrá más de un cumplimiento a través de los años, pero que llegará a una consumación final en el futuro, cuando no se repetirá más.


En realidad, no debería haber duda alguna de que ambos (Jesús y Daniel) se están refiriendo a un mismo evento. Quizá algunos dirán que Daniel no utiliza la palabra tribulación o gran tribulación para referirse a este tiempo de angustia, y que por lo tanto, se trata de otro evento profético, propiamente la Angustia de Jacob. Es cierto que esta es una referencia a la Angustia de Jacob, pero también coincide con el período de la Gran Tribulación, y eso podemos demostrarlo más adelante. En cuanto al término exacto que se utiliza, recuerde que el libro de Daniel se conserva originalmente en un idioma diferente al del Nuevo Testamento griego, y que ha sido traducido en diferentes términos; sin embargo, la palabra angustia que encontramos en Daniel en el 12:1 es tsaráh (H6869), que significa exactamente lo mismo, y de hecho se traduce exactamente igual en la Septuaginta : un tiempo de estrechez, adversidad, angustia o tribulación.


También se usa esta palabra (tsará) en Jeremías 30:7, donde se describe exactamente el mismo evento: la angustia o gran tribulación. ¿Recuerda cuando hablamos de Mateo 24, y las señales que Jesús llamó sólo el principio de dolores? En ese estudio, dijimos que esta expresión se refiere al comienzo de los dolores de parto del Mesías; pues bien, la Angustia de Jacob es, por decirlo de alguna manera, el momento del alumbramiento de la Era Mesiánica. Este tiempo de gran angustia o tribulación, es el que describen Daniel y Jeremías. Citemos brevemente algunos versos de Jeremías 30 para ilustrar este punto:


Jeremías 30:4-7 NBLA

Estas son las palabras que el Señor habló acerca de Israel y de Judá: «Porque así dice el Señor:

He oído voces de terror, De pánico, y no de paz. Pregunten ahora, y vean Si el varón da a luz. ¿Por qué veo a todos los hombres Con las manos sobre sus caderas, como mujer de parto? ¿Y por qué se han puesto pálidos todos los rostros? ¡Ay! Porque grande es aquel día, No hay otro semejante a él. Es tiempo de angustia para Jacob, Mas de ella será librado.


Observe como podemos establecer un vínculo exacto entre la profecía de Jeremías y la de Daniel, especialmente en el último verso, donde dice que Jacob será finalmente librado. También quiero que usted vea la clara referencia que hace Jeremías al Gran Día del Señor, del cual ya hemos hablado en estudios anteriores. Si usted toma tiempo para leer un poco antes y después de estos versículos, notará que Jeremías está hablando aquí de una liberación final, justo antes de que comience el Milenio con el Mesías; no de una liberación intermedia. Por favor, tome nota mental de este detalle para que luego podamos llegar a deducir un orden lógico de los eventos finales.


Volvamos a Daniel 12. Si continuamos la lectura de este capítulo hasta llegar a los versos 5 al 12, entonces encontraremos que la visión del profeta se vuelve mucho más específica con respecto al contexto y la duración de este tiempo de angustia.


Daniel 12:5-7 NBLA

Entonces yo, Daniel, miré, y vi que otros dos estaban de pie, uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río. Y uno de ellos dijo al hombre vestido de lino que estaba sobre las aguas del río: «¿Para cuándo será el fin de estas maravillas?».

Y oí al hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, que levantando su mano derecha y su mano izquierda al cielo, juró por Aquel que vive para siempre, que será por tres años y medio. Y cuando se termine la destrucción del poder del pueblo santo, se cumplirán todas estas cosas.

Yo oí, pero no pude entender. Entonces dije: «Señor mío, ¿cuál será el resultado de estas cosas?». Y él respondió: «Anda, Daniel, porque estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán purificados, emblanquecidos y refinados. Los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos comprenderá, pero los entendidos comprenderán. Y desde el tiempo en que el sacrificio perpetuo sea quitado y puesta la abominación de la desolación, habrá 1,290 días. Bienaventurado el que espere y llegue a 1,335 días.


Bien, pienso que la pregunta del ángel en el verso 6 puede resultar un tanto confusa. La versión RV60 dice: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas? Estoy segura de que usted es un conocedor de las Escrituras y, por lo tanto, sabe muy bien que estos tres años y medio no se refieren al cumplimiento de ninguna maravilla, verdad? Desgraciadamente, esta traducción no hace demasiado sentido aquí, por lo que me gustaría ofrecerle algunas traducciones alternativas que encontré:


NBV -¿Cuánto durarán todos estos terrores?

NTV -¿Cuánto tiempo pasará hasta que terminen estos espantosos sucesos?


En este caso, el término original hebreo que se ha traducido como maravillas, puede entenderse más acertadamente como juicios, eventos extraordinarios, poco comunes ó difíciles de explicar. En realidad, la pregunta del ángel se refiere al límite de tiempo que ha sido establecido para la Tribulación: Tres años y medio. El texto original dice que será por tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. Vale aclarar que el término moed, que se traduce como tiempo, en realidad significa una estación ó tiempo fijado (este es el término que usamos para designar las fiestas sagradas del Señor), pero en este pasaje, se ha interpretado generalmente como una medida del tiempo en años.


Esta frase: tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo (ó su interpretación, tres años y medio) es muy significativa en la Biblia, ya que se encuentra registrada en reiteradas ocasiones, de diferentes formas, pero siempre con relación a un mismo evento profético: el período de la Gran Tribulación. ¿Cómo sabemos esto? Me gustaría llevarle a dar un breve recorrido por la Escritura para hacer un resumen de todas estas menciones:

  • De acuerdo con Daniel 7:25, tres años y medio es el plazo establecido durante el cual el Cuerno Pequeño de la Cuarta Bestia, tendrá dominio sobre el pueblo de Dios: Hablará en contra del Altísimo y oprimirá a sus santos; tratará de cambiar las festividades y también las leyes, y los santos quedarán bajo su poder durante tres años y medio (NVI). De acuerdo con el contexto inmediato de este versículo, el Cuerno Pequeño es una referencia directa al gobierno del Anti-Cristo.

  • Según Apocalipsis 13:5-10, este es el período de operación de la Bestia: Tres años y medio, o 42 meses. Durante este tiempo, el Anti-Cristo recibirá autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. También se nos dice que dentro de este plazo se le permitirá hacer guerra contra los santos y vencerlos. Nótese cómo Juan establece un paralelo casi exacto con el relato del Cuerno Pequeño de Daniel 7.

Apocalipsis 13:5-10 NBLA

A la bestia se le dio una boca que hablaba palabras arrogantes y blasfemias, y se le dio autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses. Y abrió su boca con blasfemias contra Dios, para blasfemar Su nombre y Su tabernáculo, es decir, contra los que moran en el cielo. Se le concedió hacer guerra contra los santos y vencerlos. Y se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Adorarán a la bestia todos los que moran en la tierra, cuyos nombres no han sido escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado.

Si alguno tiene oído, que oiga. Si alguien es destinado a la cautividad, a la cautividad va; si alguien ha de morir a espada, a espada ha de morir. Aquí está la perseverancia y la fe de los santos.

  • En en capítulo 12 de Apocalipsis, encontramos la visión de la mujer y el dragón escarlata. Los versos 6 y 14 respectivamente, indican que la mujer se refugia del ataque del dragón en el desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios y es sustentada durante 1260 días, es decir, exactamente 42 meses de 30 días cada uno, o tres años y medio. La mujer, en este caso, es una imagen del remanente del pueblo de Israel, el cual logra escapar de la persecución del Anti-Mesías para refugiarse en el desierto. (Véase Isaías 51:9-10, Salmo 74:13-14 y 89:9-10, donde se hace referencia al milagro del cruce del Mar Rojo y se describe a Egipto, o a Faraón y su ejército, como un monstruo marino llamado Leviatán).

Apocalipsis 12:13-14 NBLA

Cuando el dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila a fin de que volara de la presencia de la serpiente al desierto, a su lugar, donde fue sustentada por un tiempo, tiempos y medio tiempo.

¿Qué sucederá entonces?

v. 17 -Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.

  • De acuerdo con Apocalipsis 11:1-3, tres años y medio o 42 meses, será el plazo preciso durante el cual las naciones hollarán la Ciudad Santa (Jerusalén).

Apocalipsis 11:1-2 NBLA

Me fue dada una caña de medir semejante a una vara, y alguien dijo: Levántate y mide el templo de Dios y el altar, y a los que en él adoran. Pero excluye el patio que está fuera del templo, no lo midas, porque ha sido entregado a las naciones, y estas hollarán la ciudad santa por cuarenta y dos meses.

  • En este mismo capítulo se nos dice que Dios enviará a dos testigos, los cuales recibirán autoridad para profetizar, y hacer grandes señales y prodigios durante un plazo de 1260 días (tres años y medio).

Apocalipsis 11:3-6 NBLA

Y otorgaré autoridad a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de la tierra. Y si alguno quiere hacerles daño, de su boca sale fuego y devora a sus enemigos; así debe morir cualquiera que quisiera hacerles daño.

Estos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva durante los días en que ellos profeticen; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda suerte de plagas todas las veces que quieran.


Volvamos a nuestro pasaje base en Daniel, capítulo 12. Note cómo el segundo ángel responde mediante un juramento solemne por el Nombre del Dios Eterno y en presencia de otros dos testigos angelicales; la fuerza de este juramento indica que la voluntad de Dios con respecto al tiempo de la Tribulación es firme e irrevocable, y por lo tanto, de ninguna manera permitirá que los justos sean probados más allá del límite fijado para la Tribulación. Con toda seguridad, la redención prometida llegará al término de este plazo fijado.


Existe un pasaje paralelo a este, en el libro de Apocalipsis 10:5-7 NBLA:

Entonces el ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano derecha al cielo, y juró por Aquel que vive por los siglos de los siglos, quien creó el cielo y las cosas que en él hay, y la tierra y las cosas que en ella hay, y el mar y las cosas que en él hay, que ya no habrá más demora. Porque en los días de la voz del séptimo ángel, cuando esté para tocar la trompeta, entonces el misterio de Dios será consumado, como Él lo anunció a Sus siervos los profetas.


¿Cuándo sucederían todas estas cosas? Según la revelación del ángel, cuando se termine la destrucción del poder del pueblo santo (v. 7). Esta etapa de dispersión ha sido llamada los tiempos de los gentiles. La mejor referencia bíblica que he encontrado para esta etapa, se encuentra en el evangelio de Lucas 21:20, 22 y 23b-24 NBLA:


Pero cuando ustedes vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan entonces que su desolación está cerca. (...) Porque estos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. (...) Porque habrá una gran calamidad sobre la tierra, e ira para este pueblo. Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones. Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.


Es interesante que Lucas haya sido el único de los evangelios sinópticos en registrar esta predicción de una Jerusalén rodeada de ejércitos. Como ya debes saber, el ejército romano, al mando del general Tito, sitió y destruyó la ciudad y el Templo en el año 70 d.C. Ese fue el comienzo de la última y más larga dispersión del pueblo judío, hasta el resurgimiento del moderno Estado de Israel en 1948. Desde entonces, gran parte de los exiliados, descendientes de las doce tribus de Israel, han regresado a su tierra ancestral pero ¿Significa esto que la condición del ángel sobre el final de la dispersión está cumplida?


No cabe duda de que estamos muy cerca de ver el final de los tiempos de los gentiles, sin embargo, hay un pequeño detalle que, en mi opinión, todavía queda por completarse; hasta el momento en que este estudio está siendo grabado, el Monte del Templo aún está en manos de gentiles. Para que esta profecía de Daniel se cumpla, necesariamente tendría que levantarse un nuevo Santuario en Jerusalén.


El profeta Daniel no comprendió el significado de la visión, pero alcanzó a preguntarle al ángel: Señor mío, ¿cuál será el resultado de estas cosas? (v. 8) Después de un breve paréntesis, el ángel le responde: Muchos serán purificados, emblanquecidos y refinados. Los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos comprenderá, pero los entendidos comprenderán (v. 10). Estos tres años y medio servirán para probar y refinar el carácter de muchas personas. Observe cómo este proceso creará una separación entre los que realmente siempre fueron impíos (malvados y enemigos de Dios), que lo seguirán siendo hasta el fin, y los que son entendidos (o sabios y aprobados por Dios). Con respecto a los entendidos, su recompensa se describe en el verso 3, dice: Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.


Bien, hasta aquí hemos dicho que el tiempo de la Gran Tribulación, de ninguna manera podrá superar los tres años y medio. Esta es la absoluta garantía que se nos concede mediante el doble juramento del ángel en Daniel 12:7 y Apocalipsis 10:5-7, pero ¿Cómo sabremos que estos tres años y medio ya están corriendo? Prosigamos a leer los versos 11 y 12: Y desde el tiempo en que el sacrificio perpetuo sea quitado y puesta la abominación de la desolación, habrá 1,290 días. Bienaventurado el que espere y llegue a 1,335 días. Perfecto! De acuerdo con esta revelación, el evento que marcará el inicio de la Tribulación, no es otro que el mismo que Jesús les dio como señal a sus seguidores!

Algunas versiones, como la RV60, parecen indicar que los 1,290 días marcarán el período de tiempo desde que desaparezca el sacrificio continuo hasta la aparición de la abominación desoladora, sin embargo, esta no parece ser la mejor traducción en este caso. La versión textual de la Biblia dice: Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio para poner la abominación desoladora, habrá 1,290 días.


Sabemos que Jesús citó a Daniel sobre la aparición de esta abominación en el Santuario, pero ¿A qué se estaba refiriendo? La frase abominación desoladora, se utiliza en el Antiguo Testamento para describir algo impuro o detestable, pero especialmente, una imagen o ídolo detestable (Ver 2 Reyes 23:13) el cual, según se nos dice, causa horror o devastación. Aunque el libro de Daniel no especifica la naturaleza de esta abominación, parece lógico pensar que el profeta describió sus visiones y revelaciones, partiendo no sólo de lo que había sido su experiencia personal, sino también de lo que algunos de sus contemporáneos habían profetizado al respecto.


Recordemos que Daniel había fue exiliado con el primer grupo de jóvenes nobles que salió de Jerusalén alrededor del año 605 a.C., sin embargo, la destrucción del primer Templo (el de Salomón) no sucedería hasta alrededor del 586 a.C. Es decir, ya el profeta llevaba aproximadamente 19 años de exilio en Babilonia, cuando recibió la noticia de que la Casa de Dios había sido desolada. Antes y durante este tiempo, se desarrollaron los ministerios proféticos de Jeremías y Ezequiel.


Si tenemos en cuenta que Daniel consultó el rollo de la profecía de Jeremías, el cual había predicho la destrucción del primer Templo y de la ciudad de Jerusalén durante los últimos 40 años antes de que esta ocurriera, es lógico pensar que también pudo haber tomado de Jeremías la idea de una abominación que causa desolación. En efecto, Jeremías había denunciado repetidamente la manera como la gente de Judá profanaba el Templo de Dios con sus idolatrías paganas, a las que llamó repugnantes abominaciones. Las consecuencias de esta prevalente idolatría habían resultado inevitables: su generación fue desechada, y la tierra quedó desierta (Jeremías 7:30,34).


Quizá, aún más ilustrativo que Jeremías en este aspecto, fue el propio Ezequiel, otro profeta de la época del exilio babilónico que, a diferencia de Daniel, no estuvo restringido al ámbito de la corte.

Proveniente de una familia de levitas, y sacerdote de oficio, Ezequiel estaba íntimamente familiarizado con el servicio del Templo en Jerusalén. Una vez en Babilonia, ejerció su ministerio profético antes que Daniel, entre los años 595 y 570 a.C. por lo que, sin lugar a dudas, la influencia de su mensaje entre los exiliados de Judá, incluyendo a este último, debió ser muy grande. Y ¿Qué dijo Ezequiel sobre la abominación desoladora?


Durante los primeros años de su ministerio, cuando el Templo estaba aún en pie, Ezequiel recibió una extraña visión en la que era transportado por el Espíritu a Jerusalén y podía ver que una imagen, o semejanza (un abominable ídolo gigante) había sido puesto a la entrada norte del Santuario, cerca del altar de los sacrificios. ¿Qué imagen era esta que provocaba a celos al Señor? Comentaristas opinan que se trataba de una imagen tallada de Asera, la diosa cananea de la fertilidad, que el malvado rey Manasés había erigido años antes, para colocarla en el atrio de la Casa de Jehová. Asera, era muy popular entre los pueblos de la región, y fue venerada también con otros nombres o epítetos como: Astarté, Astoret, Ishtar, la diosa madre o la reina del cielo. Después de observar las terribles abominaciones cometidas por el reino de Judá, Ezequiel pudo observar cómo la gloria de Dios abandonaba el edificio del Templo, dejándolo desprotejido y a expensas del ejército enemigo.


En el libro de Daniel, sin embargo, la abominación desoladora se convierte en la marca distintiva de un futuro villano, un hombre rebelde y despreciable que pondrá su corazón contra el Pacto Santo. En ocasiones representado como un cuerno pequeño, o simplemente como el rey del Norte, este astuto gobernante usará del engaño, planeará grandes intrigas, despojará a los poderosos, y se enriquecerá mucho más de lo que sus padres jamás pudieron; pero en medio de sus conflictos con un rey del Sur, pondrá sus ojos en la Tierra Santa y enviará tropas que profanen el Santuario, pongan fin al sacrificio perpetuo, y en su lugar, establezcan la abominación de la desolación (Daniel 11:31).


Ya para el tiempo de Jesús, esta profecía del cuerno pequeño, se consideraba cumplida en la persona del tristemente célebre Antíoco IV Epifanes. Antíoco fue un rey del Imperio Seléucida que atacó Jerusalén con el fin de saquear el Templo y lanzar un programa de helenización forzosa del pueblo judío. De acuerdo con este programa, los sacrificios y ofrendas diarias quedaron terminantemente prohibidos desde el 168 hasta el 165 a.C. Durante tres años de gran persecución y angustia, este hombre despreciable consagró el Templo de Dios a la adoración pagana, erigió una estatua de Zeus Olímpico sobre el altar del holocausto, y mandó a que se le ofrecieran cerdos y otros animales ritualmente impuros, hasta que un grupo de rebeldes liderado por Judas Macabeo, logró reestablecer control de la ciudad y procedió a purificar y rededicar el Santuario.


El hecho de que Jesús citara a Daniel sobre la abominación desoladora, casi dos siglos después de la desaparición de Antíoco Epifanes, demuestra que el cumplimiento final de estas profecías aún yace en el futuro, y que Antíoco debería ser estudiado como una especie de patrón o modelo del Anti-Cristo. Pero ¿Cómo puede ayudarnos la historia a hacer sentido de los eventos proféticos relacionados con el futuro Anti-Mesías y la Gran Tribulación? ¿Qué eventos marcarán el fin de los 1290 días, y de los 1335 días profetizados por Daniel? Para responder a estas y otras preguntas, le invitamos a unirse a nosotros en un próximo estudio bíblico.



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