Como flechas en la mano del valiente, así son los hijos que se tienen en la juventud.
Bienaventurado el hombre que llena de ellos su aljaba.
Salmo 127:4-5.
Uno de los temas que han resurgido últimamente con mayor fuerza en las redes sociales es el del aborto. Un breve video grabado por algún aficionado indiscreto muestra la manera fría e indiferente como dos doctores juegan graciosamente con dos pequeños cuerpos sin vida sobre una bandeja médica, momentos antes de tirarlos a la basura. A simple vista se notan perfectamente formados y saludables, tanto que cuesta creer que ya no tendrán la oportunidad de crecer y desarrollarse. Me pregunto en qué punto nos volvimos tan egoístas que dejamos de apreciar el milagro de la vida?
Cuando la Biblia habla de los hijos, los llama 'bendición' y 'herencia de Jehová'. De hecho, en los tiempos bíblicos se consideraba una desgracia el no poder concebirlos. Los hijos preservaban el nombre y los bienes de la familia, al igual que ahora, pero además contribuían a fortalecerla y aportaban mayor seguridad.
Imaginemos la familia del típico patriarca: los hijos varones permanecían en el núcleo familiar después de contraer matrimonio, con lo que ellos y sus esposas contribuían al sustento y fortalecimiento de la familia. Solamente después de la muerte del padre, los hijos recibían la herencia correspondiente y se separaban para formar sus propias familias individuales. En otras palabras, mientras el padre vivía, la familia continuaba creciendo y fortaleciéndose; por lo que lo que los hijos tenidos en la juventud, como dice el salmo, representaban la promesa de un futuro próspero y seguro para los padres.
Sin lugar a dudas, un hombre que llegaba a ser padre de muchos hijos podía considerarse dichoso y lleno de recursos a manera de inversión para el futuro, tal como un guerrero cuya aljaba está repleta de flechas; pero será que podemos seguir aplicando la misma comparación en estos tiempos y dentro de un contexto cultural tan diferente?
En el peor de los casos, todavía resulta de gran valor mirar a nuestros hijos como flechas en la aljaba, sobre todo si aún están en sus primeros años. Sabemos que el momento llegará para que esas flechas salgan disparadas y dejen de estar bajo nuestro control y supervisión, pero cuando el momento llegue finalmente saldrán disparadas en la dirección y con la inclinación e impulso que les hayamos dado, y por la gracia de Dios, alcanzarán el blanco que les hemos propuesto.
Pensar en los hijos como flechas nos ayuda a poner la paternidad / maternidad en perspectiva:
1. Primeramente, las flechas te pertenecerán mientras están en tu saco, pero una vez disparadas han salido de tu control y vuelan libres. Los hijos también. Valora el tiempo que tengas para prepararlos y encaminarlos en la dirección correcta.
2. El objetivo de toda flecha se encuentra a distancia. Prepáralos para llegar lejos y para ser capaces de valerse por sí mismos.
3. Las flechas se apuntan en una dirección y hacia un blanco. No pierdas de vista el sentido de propósito; los hijos nunca vienen por error. Direcciónalos y ayúdalos a enfocarse en una vida productiva y con sentido.
4. Las flechas se disparan en un ángulo. Quizá este factor es el más importante. Recuerda que el alcance de tu flecha depende del ángulo que le des; entiéndase que sólo una flecha disparada en el ángulo correcto podrá alcanzar el blanco. No importa cuanta preparación les des a tus hijos, nada puede sustituir el amor por la Palabra de Dios. Sin el conocimiento de Dios, no podrán llegar muy lejos.
5. Por último, piensa en el impulso o la fuerza que usas para disparar tus flechas; la tensión en el arco es esencial y representa el ejemplo. Es imposible enseñar sin modelar. Los hijos mirarán a sus padres como punto de referencia. Si puedes darles un ejemplo a seguir, te garantizo que les será imposible ignorarlo. El ejemplo es el impulso que necesitan para poner en práctica todo lo demás.
La Biblia está llena de principios prácticos que nos ayudan a enfrentar los desafíos de la vida diaria. Cualesquiera que sean las circunstancias, el aplicar estos principios atraerá la bendición de Dios sobre nuestras vidas. Cuántas flechas tienes en tu aljaba? Asegúrate de no desperdiciar ninguna!
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