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El Anti-Mesías y La Verdad Sobre el Rapto (Parte III)

Actualizado: 8 ago 2022

Hola, estimado oyente de Letra y Espíritu! Yo soy Ivonne Montejo y le doy la bienvenida a este estudio bíblico que ha sido titulado El Anti-Mesías y la Verdad sobre el Rapto (Parte 3).

Esperamos que este tema sea de gran interés y provecho para su crecimiento espiritual, y de ser así, quiero pedirle que nos ayude a compartir el material dentro y fuera de sus redes sociales. Simplemente, no se olvide de presionar me gusta, comparta la información, y sobre todo, comente al pie de la publicación. Estamos deseosos de conocer su opinión al respecto, de recibir sus preguntas o inquietudes, y de escuchar sus testimonios.

Gracias por el apoyo que sé nos estará dando. Que Dios le bendiga más!


En nuestro último estudio bíblico, citamos la primera carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses, esta semana tomaremos como referencia el pasaje de 2 Tesalonicenses 2:1-12, para demostrar el tercer punto de nuestra serie La Verdad Sobre el Rapto, parte 3; y es que, (3) de acuerdo con las Sagradas Escrituras, el rapto o arrebatamiento de la iglesia no sucederá antes de que se manifieste el falso Mesías.


Creo que usted ya estará familiarizado con esos maestros y predicadores que aseguran que los verdaderos cristianos no tendrán que preocuparse en absoluto por la llegada del Anti-Cristo, ya que ellos no se quedarán aquí para verlo. Desgraciadamente, y muy a pesar de lo que a todos nos gustaría evitar, no hay respaldo bíblico suficiente para sostener esta posición sobre el rapto; en su lugar, la Escritura enseña claramente que los creyentes vivos presenciarán la manifestación del hombre de pecado, el hijo de perdición (que es una referencia directa al Anti-Cristo), antes de ser arrebatados con el Señor en las nubes.


Para poner un poco de orden en este argumento, me gustaría comenzar leyendo los versos 1-2 de nuestro texto bíblico en 2 Tesalonicenses 2, para luego hablar un poco sobre el contexto histórico de la carta.


2 Tesalonicenses 2:1-2 RVC

Hermanos, con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él, les rogamos que no cambien fácilmente de manera de pensar. No se dejen asustar por nadie, ni siquiera por un espíritu, una palabra, o una carta que pretenda aparecer como nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.


A simple vista podemos notar que los creyentes a quienes se dirigió originalmente la carta estaban luchando con un cierto nivel de confusión y ansiedad con respecto a la venida del Señor, pero ¿Quiénes eran los Tesalonicenses, y por qué estaban tan interesados en temas escatológicos como este?


Tesalónica era una próspera ciudad portuaria, la principal de Macedonia, a la que los apóstoles Pablo, Silas y Timoteo habían llegado en el segundo viaje misionero de Pablo, y habían fundado una congregación cristiana de origen mixto (judeo-gentil) alrededor del año 50 d. C. Como indica el libro de Hechos, capítulo 17, los nuevos creyentes en Tesalónica habían sufrido fuerte persecusión y acoso desde el primer momento en que recibieron el mensaje del evangelio, cuando un grupo de judíos extremistas decidió utilizar su influencia para alborotar a toda la ciudad en su contra, asaltar la casa donde se reunían, y acusarlos de desacato frente a las autoridades públicas. Aunque Pablo y sus compañeros apenas lograron escapar de la peligrosa turba que buscaba lincharlos, se cree que esta no fue su última visita a Tesalónica, a donde el apóstol regresaría más tarde para animar y confirmar a los hermanos.

Así que podemos identificar a la comunidad cristiana de Tesalónica como una comunidad fuerte y ferviente, de donde salieron varios misioneros rumbo a ciudades cercanas; pero también nos queda claro que la colonia judía era allí muy hostil al mensaje del evangelio, y estaba siempre dispuesta a crear problemas para los de la nueva secta mesiánica. No es difícil entonces suponer que alrededor de los años 51 al 52 d. C. en que se escribió la segunda carta a los Tesalonicenses, ellos aún se encontraran inmersos en numerosas persecuciones y aflicciones por el reino de Dios, aguardando con impaciencia la venida de Cristo, quien al decir de Pablo en su primer capítulo, llegaría para impartir la justicia divina, para favorecer a los fieles y castigar a sus despiadados perseguidores.


No cabe duda que para estos atribulados cristianos, la venida de Cristo era un tema de suma importancia, y no una mera discusión doctrinal. Ellos querrían saber exactamente cuándo llegaría el alivio y la consumación del plan divino. A esto se suma lo que algunos estudiosos opinan, que los Tesalonicenses había escuchado un cierto rumor de que el Señor ya había venido, y que ahora ellos habían quedado en el mundo para experimentar los terribles juicios de Dios al final de los tiempos. Quizá un imitador les envió una misiva a nombre de Pablo o de algún otro apóstol; pudieron prestar oído a falsos maestros, gente ignorante y fatalista en extremo.


Lo cierto es que el apóstol Pablo se vio en la necesidad de corregirlos, animarlos y aclararles lo referente al regreso del Mesías. Él escribió: Con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él... no cambien fácilmente de manera de pensar. No se dejen asustar por nadie... en el sentido de que el día del Señor está cerca.(v. 1-2).


No hace falta que resalte esto, pero lo haré: ¿A qué evento escatológico específico diría usted que se refiere Pablo aquí, a la Segunda Venida de Cristo o al Rapto de la Iglesia? Es obvio que ambos se presentan aquí en el contexto de uno y el mismo gran evento final: El Día del Señor! Si usted ha leído la versión King James en Inglés, encontrará que la frase el día del Señor se ha sustituido en este verso por el día de Cristo, con lo que algunos maestros de la Biblia intentan probar que el autor se refiere sólamente al momento del rapto o arrebatamiento; sin embargo, en la actualidad se tiene conocimiento de manuscritos aún más antiguos en los que se puede leer el día del Señor. Esta salvedad es muy importante porque nos conecta inmediatamente con gran parte de la literatura profética del Antiguo Testamento.


El Día del Señor (o simplemente, aquel día) constituye uno de los temas fundamentales, si no el tema central, de toda la profecía bíblica y se entiende, no como un día común de 24 horas, sino en referencia a un período indeterminado de tiempo en el futuro, cuando Dios mismo intervendrá en la historia humana para hacer cumplir todo Su propósito, en la consumación de Su plan para el mundo.

A través de numerosas menciones en el Antiguo Testamento, se puede llegar a la conclusión de que el Día del Señor está esencialmente ligado al juicio de Dios sobre todas las naciones (el sistema actual) y el establecimiento del Reino Mesiánico. En el Nuevo Testamento, el Día del Señor designa el momento en que Cristo regresará a la Tierra en su papel de Juez justo para hacer cumplir todo el designio de Dios, y reestablecer Su orden en la Creación.


Siento que estaremos hablando mucho más sobre este término en lo adelante, cuando comencemos a estudiar el Gran Día de la Expiación y su significado profético-escatológico. Por el momento, me interesa que usted pueda notar la estrecha relación que establece el escritor de 2 Tesalonicenses entre el Día del Señor y lo que él llamó nuestra reunión con Él. Para comprender mejor esta relación natural, conviene citar parte del capítulo anterior, donde se hace referencia a este Día.


2 Tesalonicenses 1:4-10 NBLA

Por lo cual nosotros mismos hablamos con orgullo de ustedes entre las iglesias de Dios, por su perseverancia y fe en medio de todas las persecuciones y aflicciones que soportan. Esta es una señal evidente del justo juicio de Dios, para que sean considerados dignos del reino de Dios, por el cual en verdad están sufriendo.

Porque después de todo, es justo delante de Dios que Él pague con aflicción a quienes los afligen a ustedes. Pero que Él les dé alivio a ustedes que son afligidos, y también a nosotros, cuando el Señor Jesús sea revelado desde el cielo con Sus poderosos ángeles en llama de fuego, dando castigo a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús.

Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de Su poder, cuando Él venga para ser glorificado en Sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído...

Quizá necesite releer este pasaje a fin de asimilarlo a su propio ritmo. Creo que el escritor es muy claro cuando describe el Día del Señor como el momento en que el Mesías será revelado desde el cielo con sus poderosos ángeles en llama de fuego, para castigar a los desobedientes con la eterna destrucción, a la vez que Él mismo es glorificado y admirado en Sus santos... El mensaje de Pablo es el siguiente: Amados hermanos de Tesalónica, estoy muy orgulloso de la manera como siguen soportando la persecución y el sufrimiento por el reino de Dios, pero no se desanimen porque el Día del Señor vendrá, cuando Cristo mismo será revelado desde el cielo y vendrá para hacer justicia, y entonces Él les dará alivio.


Me gustaría hacerle una pregunta: ¿Por qué piensa que Pablo no hace mención del rapto o arrebatamiento en este pasaje? Con toda seguridad sería más alentador hablarles de un Mesías que vendrá secretamente hasta el segundo cielo para llevarse a los suyos mucho antes de la Gran Tribulación, y así evitarles todo sufrimiento, pero esta idea nunca estuvo en la mente del apóstol. Lo mejor que Pablo pudo encontrar en su teología para consolar a los atribulados Tesalonicenses, fue el confirmarles que en aquel día, el Mesías regresará a la Tierra para impartir Su justicia!


Bien, hay algo que llama mi atención, y es que primero el escritor habla de Jesús siendo revelado desde el cielo, e inmediatamente habla de Jesús viniendo para ser glorificado en Sus santos. Este detalle me recuerda Mateo 24:30, que dice: Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria (RVR60).


La frase sea revelado es la traducción del Griego apokalypsis (G602) y hace referencia al momento en que el velo será quitado y podremos ver al Señor tal como Él es, pero también transmite la idea de un descubrimiento, una manifestación o aparición. Definitivamente, este evento no será secreto para nadie, de hecho, Mateo registra una reacción inmediata a esta señal del Hijo del Hombre cuando dice que lamentarán todas las tribus de la tierra, y lo verán viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria.


Ahora permítame preguntar: ¿Qué tiempo tomará todo este proceso, desde la aparición inicial del Hijo del Hombre en el cielo, hasta que ponga Sus pies sobre el Monte de los Olivos en Jerusalén (ver Zacarías 14:4)? Realmente no lo sabemos, pero creo que será un breve lapso de tiempo, y que la respuesta pudiera encontrarse en el estudio de las fiestas sagradas del Señor. Lo único que le diré desde ahora mismo es que desde el momento en que Él aparezca en el cielo, será visto por todos y el mundo sabrá que Él volvió para quedarse, porque el Gran Día del Señor habrá comenzado. ¿Cree usted que será justo en ese glorioso instante, y no antes, que seremos arrebatados para encontrarnos con Él en el aire?


Le prometo que volveremos a este punto en próximos estudios, pero ahora regresemos a 2 Tesalonicenses 2:2. Pienso que la mejor traducción, de acuerdo con el contexto, es la que encontramos en la NBLA, que dice: Les rogamos, hermanos, que no sean sacudidos fácilmente en su modo de pensar, ni se alarmen, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día del Señor ha llegado. Tenga en cuenta que los Tesalonicenses estaban confundidos y probablemente habían sido engañados acerca de la venida de Cristo y el arrebatamiento (nuestra reunión con Él), pensando que estos ya habían tenido lugar. Ciertamente, no podemos culpar a esta gente de sentirse tan angustiados como si el fin ya estuviese a la vuelta de la esquina, pero la verdad es que no lo estaba! El apóstol Pablo les da dos razones fundamentales, que podemos ver como dos pre-requisitos indispensables que deben cumplirse sin falta, antes de que llegue el Día del Señor.


En primer lugar, no vendrá sin que primero venga la apostasía, y en segundo lugar, no vendrá antes de que sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición (v. 3). Seguramente ya habrá escuchado que apostatar es rebelarse, volverse atrás o apartarse. Me gustaría añadir que apostasía se trata específicamente del abandono o desviación de la verdad, por lo que Pablo está confirmando que, antes de que Cristo se manifieste, mucha gente se desviará de la verdad, abandonando los principios y valores cristianos.


Sé que este es un pasaje que ciertos maestros utilizan para demostrar que no habrá un gran avivamiento de los últimos tiempos. En lo personal, soy testigo de que la persecución religiosa siempre trae avivamiento, aunque no en el sentido que algunos lo entienden. Esto para mí es una regla. Si tomamos como punto de partida lo que sucedió con la Iglesia primitiva, ellos vivieron el más grande avivamiento de su historia durante los años de gran persecución. Fue gracias a la hostilidad de los judíos que el evangelio llegó también a los gentiles, para luego expandirse por todo el mundo con aquellos cristianos que forzosamente escapaban de una ciudad a otra.


En cambio, ¿Qué sucedió cuando la Iglesia fue institucionalizada, y se convirtió en religión oficial del Imperio Romano? Entonces vino la apostasía! La gente se acomodó y se apartó de la verdad para mezclarse con las costumbres y religiones paganas a su alrededor. ¿Crees que es a esta apostasía a la que se refirió Pablo en su carta? En ese caso, ahora estamos viendo cómo se intensifica. Un tiempo en el que las autoridades religiosas más influyentes del mundo dan pasos agigantados para separarse pública y descaradamente de la verdad de las Sagradas Escrituras.


Es la apostasía de los últimos tiempos la que nos lleva directamente a la revelación del Anti-Cristo, el hombre de pecado, el hijo de perdición. Este hombre que se describe como el sin ley, el que se opone a la Ley de Dios, y también como el destructor, que a la vez está destinado a su propia destrucción eterna. Al igual que el verdadero Mesías, el Anti-Mesías será el fruto de un proyecto muy antiguo y secreto, en este caso el misterio de la iniquidad (que significa transgresión de la Ley de Dios), y se revelará o quedará al descubierto en un tiempo específico, de acuerdo con el plan divino. En ese momento, emergerá para dar cumplimiento a las profecías, y ¿Qué hará? Este se opondrá y se exaltará sobre todo lo que se llama dios o es objeto de culto, de manera que se sentará en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios (v. 4). Este es el punto más alto en la carrera política del Anti-Cristo: Él se sentará en el Santuario (probablemente el Lugar Santo), como si fuera Dios!


No quiero herir sus sentimientos, pero le diré que esta práctica se llama culto a la personalidad, y es muy común en ciertas instituciones y sistemas políticos hasta el día de hoy. Pienso que usted tendrá la madurez suficiente para entender a qué sistemas me refiero, pero de no ser el caso, sólo tiene que conducir una búsqueda en Google... ¿Cuál es el sistema que se opone a todo lo que se hace llamar dios o es objeto de culto? Como siempre, déjare que llegue a sus propias conclusiones. Este es el mismo sistema que practica el culto a la personalidad, pero ¿De qué manera alcanzará el Anti-Cristo tanto poder e influencia? Su venida será conforme a la actividad de Satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden... (v. 9-10).


Todo parece indicar que el Anti-Cristo será un adorador secreto de Satanás, que practicará las artes ocultas, aunque en público pudiera mostrarse como un hombre ateo o anti-religioso. Al decir de Pablo en este pasaje, muchas personas serán engañadas por él y adorarán su imagen, movidos por una especie de hechizo o extravío mental (v. 11-12); sólo los que hayan recibido la verdad de Dios en sus corazones no sucumbirán al engaño, pues ellos comprenderán que únicamente Dios es digno de adoración.


Bien, no puedo hacerlo más largo pero quiero aclarar un argumento que ha sido muy usado para demostrar que la Iglesia será removida de la Tierra antes de la Gran Tribulación, versos 6 a 8:

Ustedes saben lo que lo detiene por ahora, para ser revelado a su debido tiempo. Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, solo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio. Entonces será revelado ese impío, a quien el Señor matará con el espíritu de Su boca, y destruirá con el resplandor de Su venida.


En este fragmento, el apóstol habla del misterio de la iniquidad, una especie de conspiración secreta de origen satánico, que ha estado en operación durante siglos, y que aparentemente logrará colocar al Anti-Cristo en su puesto para el tiempo señalado por Dios. Si miramos a la historia, encontraremos que varias personalidades fatalmente célebres han adoptado un perfil muy parecido al del Anti-Cristo; sin embargo, a diferencia de este último, ellos fueron derrocados por coalisiones humanas. La Escritura es clara cuando afirma que sólo el Mesías, en su venida, logrará derrotar al Anti-Cristo.


Con respecto a aquel que por ahora lo detiene, y que lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio, cabe preguntarnos ¿Se refirió Pablo a la influencia del Espíritu Santo, y por lo tanto de la Iglesia, como algunos enseñan? ¿Es posible mirar este pasaje como una clara indicación de que los creyentes llenos del Espíritu Santo serán removidos de la Tierra para dar lugar a la manifestación del Anti-Cristo? Me gustaría poder responder afirmativamente a estas interrogantes, pero la verdad es que la Iglesia no puede ser lo que detiene al Anti-Cristo, ya que en este caso el idioma original Griego utiliza dos pronombres, el primero neutro y el segundo masculino, para referirse a la naturaleza de este impedimento.


Ciertamente, el Espíritu Santo sí pudiera encajar en la descripción de aquel que lo detiene, pero no tenemos ninguna prueba contundente de que así sea. En el libro de Apocalipsis encontramos algunos ejemplos de poderes angelicales que administran, refrenan o liberan, los elementos del juicio divino según Su designio; este pudiera ser el caso aquí, pues se nos dice que Dios ya tiene un tiempo predeterminado para que el misterio de la iniquidad sea revelado. Otra explicación válida es que Pablo se esté refiriendo con esta frase al poder de un gobierno humano (como el Imperio Romano), que representa la sucesión de imperios, poderes e intereses humanos que se sucederían uno al otro a lo largo de la historia, cada uno en su propio tiempo, antes de dar paso al Anti-Cristo.


Por último, enfoquémonos al final del verso 7, donde algunos interpretan que aquel que lo detiene será arrebatado junto con la Iglesia. El sentido del texto original no implica que el impedimento será arrebatado (tomado por la fuerza), sino más bien que será quitado del medio para dejarle el camino libre al Anti-Cristo. Una traducción bastante interesante de este verso es la que ofrece JBS: Porque ya está obrando el misterio de iniquidad, solamente que el que ahora domina, dominará hasta que sea quitado. Al final hay algo que debemos tener por cierto con respecto al Día del Señor, al decir de 2 Tesalonicenses 2:3 NBLA: Que nadie los engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que primero venga la apostasía y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición.

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