Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa, y con Él los apóstoles, y les dijo: Intensamente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer... (Lucas 22:14-15)
La Pascua es la celebración más importante de la Iglesia Cristiana. Esta semana marca un momento del año en que normalmente nos reunimos para, de una forma u otra, recordar los eventos de la pasión y resurrección de Cristo. Este año, sin embargo, las reuniones y servicios dominicales no son más el corazón de la Semana Santa; de hecho, algunos sentirán que no tienen mucho que celebrar, mientras que otros nos sentimos más que motivados a volver a los fundamentos.
Por ejemplo, ayer me detuve a escuchar una exposición realmente reveladora acerca de la Pascua Judía. Yo sabía la historia de la primera Pascua (Éxodo 12:1-28) cuando el Señor ordenó a los israelitas guardar una especie de cuarentena de una noche para salvar la vida de sus primogénitos.

Comenzando con el éxodo de Egipto, los hebreos conmemoraron su liberación con una cena ceremonial donde no faltaban el cordero asado al fuego, los panes sin levadura, y las hierbas amargas.
Con el tiempo, la tradición de Pascua incluyó también cuatro copas de vino, cada una con un orden y significado específicos. El simbolismo de las copas, según la tradición judía, se resume en la promesa de liberación divina que encontramos en Éxodo 6:6-7:
Yo soy el Señor, y os sacaré de debajo de las cargas de los egipcios, y os libraré de su esclavitud, y os redimiré con brazo extendido y con juicios grandes.
Y os tomaré por pueblo mío, y yo seré vuestro Dios; y sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios, que os sacó de debajo de las cargas de los egipcios.
1. La Copa de la Santificación. Os sacaré de debajo de las cargas de los egipcios... Con esta copa se da comienzo a la cena de Pascua. En este momento se pronuncia la bendición inicial y se procede a la dedicación de la cena.
2. La Copa del Juicio. Os libraré de su esclavitud ... Se bebe luego de escuchar la historia de la liberación de los israelitas de la esclavitud en Egipto, y justo antes del lavamiento ritual de las manos. Algunos llaman a esta copa de las diez plagas, pues con ella los hijos de Israel recuerdan que su liberación implicó gran sufrimiento para los egipcios. Antes de beber de ella, se acostumbra a sumergir el dedo pequeño en el vino y derramar una gota por cada plaga, mientras se recitan los nombres de las diez plagas en orden.
3. La Copa de la Redención. Os redimiré con brazo extendido y con juicios grandes... Se bebe después de la cena, luego de repartir la porción oculta del pan sin levadura. Con esta copa se simboliza la liberación después de 430 años de esclavitud, cuando el Señor redimió a su pueblo de la plaga de mortandad mediante la sangre de un corderito, aplicada en el marco de las puertas de las casas hebreas.
4. La Copa de la Aceptación. Y os tomaré por pueblo mío... Se bebe al final de la ceremonia, luego de cantar los Salmos 113 al 118, o salmos de alabanza. Algunos le llaman la copa de la alabanza y la consumación, otros hacen referencia al profeta Elías, quien precedería al Mesías de Israel de acuerdo con Malaquías 4:4-6.
Es interesante notar que Jesús hizo los preparativos para celebrar su última Pascua en compañía de los doce la noche en que fue entregado. Si analizamos el relato del Evangelio de Lucas a la luz de la tradición judía, que era común a todos los presentes, encontramos que el Señor siguió el orden establecido, pero con algunas excepciones; por ejemplo, el evangelista menciona solamente dos de las cuatro copas a lo largo de todo el relato:
La primera copa (santificación) es mencionada en el verso 17: Y habiendo tomado una copa, después de haber dado gracias, dijo: Tomad esto y repartidlo entre vosotros... Ya hemos dicho que Jesús deseaba intensamente el compartir esta cena con sus discípulos. Esta copa nos recuerda que el Señor anhela tener comunión con nosotros.
La segunda mención de una copa se encuentra en el verso 20: De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros. De acuerdo con el orden y significado que Jesús da a esta copa, podemos identificarla con la copa de la redención. Al invitar a sus discípulos a beber de ella, el Señor estaba anunciando la redención que él obraría en breve, ya no a través de la sangre de un animalito inocente, sino por su propia sangre, derramada para perdón de nuestros pecados.
El apóstol Pablo escribió a los corintios acerca del significado y propósito de la Cena del Señor:
1 Co 11:25-26
De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto cuantas veces la beban en memoria de mí».
Porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que Él venga.
La copa de la redención nos recuerda que Jesús entregó su vida para salvarnos y nos ha invitado a participar de su sacrificio, de la misma forma en que las familias judías compartían el cordero pascual. Al aplicar su sangre a nuestras vidas, somos librados de la ira de Dios que se derramará desde el cielo sobre los hijos de desobediencia, tal y como sucedió con Faraón y su pueblo cuando el Señor envió juicio mediante las diez terribles plagas.
¿Compartió Jesús la cuarta copa? No hay ninguna mención de ella en los evangelios. Tal vez la razón para esta omisión es que Elías ya había venido en la persona de Juan el Bautista (Mateo 17:12), pero francamente creo que Jesús hace referencia a esta copa en el verso 18: Porque les digo que de ahora en adelante no beberé del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios. La cuarta copa nos recuerda que Cristo volverá por su Iglesia. Cuando ese momento glorioso llegue, aquellos que compartieron las copas de la santificación y de la redención, podrán beber también de esta última copa de la alabanza y la consumación en la celebración de las Bodas del Cordero (Apocalipsis 19:9).
A estas alturas te estarás preguntando dónde está el misterio, o tal vez ya te diste cuenta de que Jesús pasó por alto la segunda copa, la copa del juicio o de las plagas. El misterio se encuentra en el hecho de que Jesús no compartió esta copa con sus discípulos la noche en que fue entregado, sino que decidió beberla solo, unas horas más tarde en el huerto de Getsemaní, y la bebió solo (en un sentido figurado, no físico) cuando se sometió a maldición y muerte por nosotros en la cruz.
Mateo relata cómo el Señor se apartó de sus discípulos en Getsemaní y comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera:
Mateo 26:39
Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
Mateo 26:42
Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Mateo 26:44
Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
¿A qué copa se refería el Señor si no a la copa del juicio, la copa de la ira de Dios, que se derrama desde el cielo sobre aquellos que perseveran en el pecado? El Salmo 22 ha sido llamado por algunos el salmo de la Pasión de Cristo, pues en él se describe el sufrimiento de una persona que pasa por una experiencia de extremo dolor. También nuestro Señor citó el primer verso de este salmo mientras colgaba de la cruz, donde las palabras proféticas de este salmo tuvieron cumplimiento:
Mateo 27:46
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué abandonó Dios el Padre a su Hijo Jesucristo en el momento más crítico de su martirio? Recuerda que Jesús estaba llevando sobre sí el pecado de toda la Humanidad, por lo tanto, en ese preciso momento él estaba recibiendo en sí mismo el castigo y la justa retribución que merecía todo este pecado. En otras palabras, él estaba bebiendo la copa de la ira de Dios por ti y por mí, para que nosotros no tuviéramos que hacerlo en el futuro.
A medida que nos adentramos en esta nueva década de la historia de la Humanidad, se hace más y más evidente que todas las profecías bíblicas acerca de los últimos tiempos son confiables y se cumplirán al pie de la letra. Muy pronto el mundo comenzará a experimentar cosas mucho peores que la actual pandemia global; el mundo comenzará a experimentar el justo juicio de Dios!
El libro de Apocalipsis nos habla de siete copas de la ira de Dios que serán derramadas sobre todos aquellos que se sometan al gobierno mundial del Anticristo y le rindan adoración a Satanás. Para ese momento, la situación en el Planeta se agravará de tal manera que será extremadamente difícil para alguien escapar del engaño al que este sujeto someterá el mundo entero.
Jesucristo murió y bebió la copa del juicio, a fin de que toda persona que tiene comunión con él, pueda escapar del juicio venidero, mediante el arrebatamiento de la Iglesia. Si tú quieres ser parte de ese grupo que será literalmente levantado por Dios justo a tiempo, asegúrate de participar de estas dos primeras copas: la Copa de la Redención en su sangre, y la Copa de la Santificación; pues así podrás estar a tiempo para sentarte a la mesa con Cristo en su gloriosa venida, y él te ofrecerá la última copa de la Pascua Judía: la Copa de la Aceptación.
1 Tesalonicenses 5:9-10
Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.
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