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La Sanidad y el Abrigo del Altísimo

En nuestro último estudio bíblico hablamos sobre el árbol de la vida, y de cómo Dios lo puso en medio del huerto de Edén para que el hombre pudiera comer de él y ser físicamente regenerado. Según el diseño divino, Adán y su descendencia podrían vivir para siempre en sus cuerpos físicos, sin que estos pudieran ser abatidos por las enfermedades y la muerte. Así que Dios formó su cuerpo con el maravilloso potencial de curarse y regenerarse a sí mismo, todo a través de un sencillo acto de obediencia.


Imagina cómo sería vivir en el huerto, donde cada mañana y cada tarde después del trabajo, Adán podía venir al árbol de la vida, y literalmente comer vida para su cuerpo. Se encontraba entonces en una posición privilegiada, rodeado del favor y la provisión divinos, en un ambiente equilibrado; pero quizá a la distancia miraba ese otro árbol especial, el árbol del que Dios le había dicho que no comiera, ni lo tocara, ni se acercara a él.

Curiosamente, este otro árbol era tan accesible como el primero, su aspecto era seductor, su fruto era codiciable y estaba al alcance de la mano, todo eso pero ¿para qué desobedecer a Dios y arriesgarse a perderlo todo, si se puede obedecer y vivir bajo Su cobertura? Es posible que el hombre ni siquiera hubiese pensado en eso, hasta que Satanás entró en escena: No te preocupes. Dios miente. El fruto no es venenoso. Si lo comes serás como Dios. Serás un dios. Serás tu propio dios...


¿Cuántas veces ha mordido usted esa manzana? Todos nosotros vivimos tomando decisiones. Usted puede obedecer a Dios y recoger el fruto de la vida, o desobedecerle, y segar muerte y destrucción. La Biblia dice en Gálatas 6:7-8, No se engañen a sí mismos; nadie puede engañar a Dios; uno siempre recogerá lo que haya sembrado. El que siembra para satisfacer los apetitos de su naturaleza pecaminosa, de ella cosechará destrucción; pero quien planta lo que le agrada al Espíritu, cosechará vida eterna del Espíritu.


Cuando Adán se dejó llevar y comió del fruto prohibido, él perdió su posición de privilegio, fue expulsado del huerto y perdió el acceso al árbol de la vida. Esta es la verdadera Ley de la Siembra y la Cosecha. Nadie puede burlarse de Dios. Mucha gente hoy está hablando del karma, lo que das es lo mismo que recibes, todo el mal y el bien que haces vuelve a ti; pero este no es el concepto bíblico de la cosecha. Dios nunca dijo que la vida se tratara sólo de ser buena gente y no hacerle daño a nadie. El dijo: Estas son mis instrucciones. Si tú las sigues, estarás bajo mi cobertura, y todo estará bien; pero si no las tienes en cuenta, saldrás fuera de mi protección, y habrá consecuencias.


He vivido lo suficiente como para saber que hay consecuencias cuando no seguimos las instrucciones de Dios. Cada vez que usted decide actuar como si fuera su propio dios, sin prestar atención a lo que él ha dicho, el resultado será muerte y destrucción. Es como si decidiera conducir un auto en los EU sin prestar atención a las señales de tránsito; no irá muy lejos sin llevarse algunas multas. La verdad es que todos nos hemos llevado algunas multas espirituales en el camino de la vida. Quizá él comenzó dándole una advertencia, pero usted no quiso escucharle, así que la segunda vez que usted cruzó con la luz roja, se llevó un ticket. Créame que es mejor llevarse una multa que terminar causando un accidente de tránsito. Dios nos ha dado esas multas para asegurarse de que somos conscientes acerca del peligro de la desobediencia.


Cuando Dios le dio leyes y estatutos a Moisés en el Monte Sinaí, él deseaba proteger a Israel del peligro de salirse fuera de los límites de su cobertura. Entonces, el Señor creó para Israel un ambiente controlado donde su pueblo pudiera vivir seguro, observando Sus instrucciones, en una relación especial de pacto con él. El dijo: Yo soy el Señor su Dios. Si ustedes prestan atención a mi voz, y me obedecen y hacen lo que es bueno, no los dejaré sufrir las enfermedades que envié sobre los egipcios, porque yo soy el Señor que les da la salud (Éxodo 15:26 NBV) Sobre la base de esta relación especial con Jehová Rafá, el Dios que completa y restaura, aún física y emocionalmente a sus hijos, Israel recibió una promesa exclusiva de salud y bienestar, que duraría mientras ellos se mantuviesen dentro de los límites divinamente establecidos por la Ley Mosaica; sin embargo, también encontramos una fuerte advertencia sobre las terribles maldiciones que seguirían a la desobediencia. Parte de estas maldiciones, que encontramos en el capítulo 28 del libro de Deuteronomio, se refiere a enfermedades crónicas y plagas indescriptibles que caerían sobre la nación, si esta decidía hacer caso omiso de las instrucciones divinas.


Deuteronomio 28:58-61

Si te niegas a obedecer todas las palabras de instrucción que están escritas en este libro y no temes el nombre glorioso e imponente del Señor tu Dios, el Señor te abrumará con plagas indescriptibles a ti y a tus hijos. Esas plagas serán intensas y sin alivio, te harán desgraciado y te dejarán terriblemente enfermo.

Él te afligirá con todas las enfermedades de Egipto que tanto temías, y no tendrás alivio. El Señor te afligirá hasta destruirte con todas las enfermedades y las plagas que existen, aún con las que no se mencionan en este libro de instrucción.


Así que en la historia bíblica, encontramos algunos ejemplos de plagas que vinieron a consecuencia de la ira de Dios por la desobediencia de Israel, como la plaga de las codornices en Números 11:33-34, la plaga que mató a los diez espías malvados en Números 14:36-38, la plaga luego de que David censara al pueblo en 2 Samuel 24:11, y la plaga durante el reinado de Joram de Judá en 2 Crónicas 21:14. Todas estas refuerzan la idea de que, aún el pueblo escogido podía llegar a ser víctima de maldición, si no se mantenía bajo la cobertura del pacto.


Este es el mismo principio que encontramos en el Salmo 91:1, que todos conocemos y citamos: El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Sin embargo, pocos entienden lo que este salmo implica, y realmente la traducción al Español no parece tener mucho sentido. Varias traducciones al Inglés utilizan la expresión lugar secreto, o cobertura en lugar de abrigo: Aquel que habita en el lugar secreto de Dios, bajo Su cobertura, se encuentra también bajo Su protección! ¿Recuerda cuál es la cobertura del Altísimo? ¿Cuál es este lugar secreto? Para Israel esta cobertura era claramente la Ley de Dios! No simplemente buenas intenciones, o declaraciones positivas. Ellos creían firmemente que mientras se mantuvieran en una relación de obediencia a Dios, y sumisión a Sus instrucciones, absolutamente nada podría tocarlos!


Para el pueblo de Israel, la Ley Mosaica era el árbol de la vida, la cobertura del Omnipotente, el lugar más seguro sobre la Tierra! Para ellos las palabras de Dios eran vida y medicina, al decir del salmista: Él envió su palabra y los sanó, y los libró de la muerte (Salmo 107:20). Al decir del proverbista:


Proverbios 3:1-2

Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos;

Porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán.


v. 7-8

No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal;

Porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.


Proberbios 4:20-22 NTV

Hijo mío, presta atención a lo que te digo. Escucha atentamente mis palabras.

No las pierdas de vista. Déjalas llegar hasta lo profundo de tu corazón,

pues (ellas) traen vida a quienes las encuentran y dan salud a todo el cuerpo.


A través de toda la Escritura encontramos esta idea de que la obediencia a Dios trae como resultado vida y bienestar, pero la rebeldía trae consigo muerte y destrucción. Entonces, llegamos al Nuevo Testamento y encontramos que Cristo mismo es el árbol de la vida. El dijo: Yo soy el camino, la verdad, y la vida (Juan 14:6); Yo soy la resurrección y la vida (Juan 11:25); el que me sigue no andará en oscuridad, porque tendrá la luz de la vida (Juan 8:12); Yo he venido para que tengan vida (Juan 10:10); Mis ovejas oyen mi voz y yo les doy vida (Juan 10:27); Yo soy el pan que da vida (Juan 6:35) El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna (6:54); el que en mí cree tiene vida eterna (6:47); El que me sigue no andará en oscuridad, porque tendrá la luz de la vida (8:12); Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste (17:3).


Así que, no sólo encontramos que Jesús es el que da vida, sino que nadie puede experimentar la vida verdaderamente, fuera de una relación de pacto con él! Consecuentemente, el apóstol Juan comienza su evangelio identificando a Cristo como el Verbo, ó Aquel que es la Palabra de Dios hecha carne. Jesús es la encarnación de la Ley, él es la personificación de las instrucciones divinas. El es el poder y la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:24). ¿Qué esperaría usted de alguien que es la Palabra de Dios? Recuerde, él envió su palabra y los sanó! El profeta Isaías dijo que el Mesías sería traspasado por nuestras rebeliones, aplastado por nuestros pecados, golpeado para que nosotros estuviéramos en paz (con Dios) y azotado para que pudiéramos ser sanados (53:5 NTV) Oh, esto es maravilloso! A través de la persona de Cristo somos libres de la maldición en Deuteronomio 28, la que viene por nuestra rebelión y desobediencia! Como dice Gálatas 3:13-14 (NVI): Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros... para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones.

Si la rebelión trae maldición, destrucción y muerte, la obediencia a Cristo trae sanidad, restauración y vida! Es cierto que no he sido perfecta en mi obediencia de las instrucciones divinas, muchas veces he errado al blanco en el pasado, pero por la perfecta obediencia de Cristo, he sido declarada justa y aceptable delante de Dios. No sólo me rescató de la maldición, sino que me hizo heredera de bendición! Ahora que estoy en Cristo, él es mi punto de conexión con la fuente de toda realización espiritual, emocional, y física. Esta sanidad no se encuentra a condición de nuestras habilidades naturales, el nivel percibido de nuestra espiritualidad o carisma, sino en la propia naturaleza de Cristo, quien es la Palabra, el Verbo encarnado de Dios. En su nombre hay poder sobrenatural para restituir y restaurar lo que estaba dañado!


Cristo es la revelación del propósito de Dios para el hombre. El es el abrigo del Altísimo, el lugar secreto, y la cobertura de Dios para nuestras vidas. Usted no puede mantenerse a salvo si todo el tiempo camina fuera de su cobertura! Recuerde, la obediencia a Cristo es vida. El lugar más seguro para usted es cualquiera que se encuentre al centro de la voluntad de Dios para su vida. Le propongo que tome una concordancia bíblica e investigue las Escrituras en relación con la frase en Cristo; le sorprenderá descubrir la magnitud de la herencia espiritual que ha recibido por medio de su conexión con él.


Cuando tenemos la revelación de quién es Cristo, y lo que realmente significa permanecer en él, encontramos que existe abundante fundamento bíblico, y terreno legal para creer por sanidad en su nombre; sin embargo, ya que este tema es sumamente complejo y sensible para muchas personas, en próximos estudios tocaremos el tema de los impedimentos más comunes para recibir sanidad, espíritus de enfermedad, y también algunos principios prácticos ó llaves espirituales para la sanidad física.


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