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Llaves para la Sanidad

Como establecimos en nuestro estudio anterior, cuando tenemos revelación sobre cuál es la naturaleza de Jesús, y cuál la magnitud de la herencia que tenemos en él, entendemos por qué hay sanidad en Su nombre. El es el abrigo del Altísimo, el lugar secreto, y la cobertura de Dios para nuestras vidas; es por ello que cuando vivimos en obediencia bajo esa cobertura, en nuestra unión con Cristo, también podemos esperar que todos los demás aspectos de su pacto se manifiesten en nuestras vidas por el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros.


Comprende lo que digo? Usted se encuentra en una relación de pacto con él! Eso significa que hay límites en su vida que usted no debería cruzar, si realmente quiere mantenerse bajo Su cobertura; pero también significa que hay provisión para usted, un eterno depósito de gloria a su favor en los cielos, y usted puede acceder a ese depósito todo el tiempo a través de la fe.


Es cierto que en nuestra experiencia diaria, hay muchas bendiciones prometidas que no se manifiestan de forma automática. De hecho, nada es automático en la vida! Desgraciadamente, un flagelo del espíritu religioso que predomina en la iglesia moderna es la creencia de que todo lo que nos sucede en la vida, ya estaba divinamente predeterminado. Las personas que piensan de esta manera tienden a ver a Dios como la causa final de todo lo malo que les ocurre, es por eso que en el fondo les resulta muy difícil producir el tipo de fe que puede acceder a su sanidad. Al otro lado de la balanza se encuentran aquellos que tienen fe, pero no obediencia. La fe de estos últimos es lo que la Escritura llama una fe sin obras, como la fe de los demonios, que no se sujetaron al diseño original de Dios, y viven en rebeldía.


Mi punto es que la fe y la obediencia son imprescindibles para que usted y yo podamos acceder libremente a nuestro depósito en Cristo. Es cierto que podemos obtener ciertas cosas sin obediencia sólo a través de la fe, pero no por mucho tiempo. También podemos obtener ciertas bendiciones a través de una vida de obediencia sin fe, pero francamente nuestra obediencia es imperfecta y por sí misma no puede llevarnos lejos en lo que a Dios respecta. Así que usted y yo necesitamos ambas cosas: fe y obediencia, en nuestra vida cristiana, para poder acceder a la totalidad de nuestra herencia en Cristo.


Me gustaría que fuera libre de todo pensamiento determinista. Ni siquiera puede acceder a la salvación que Cristo obró por usted hace más de 2000 años, si no es a través de la fe! De la misma forma, no podrá acceder a su sanidad física, ni a ninguna otra cosa que Dios haya provisto para su vida, si no usa su fe! Piense en el relato bíblico de la mujer del flujo de sangre: Ella pudo acceder al poder sanador de Cristo, sin que el propio Jesús la viera. Sólo se acercó en silencio por detrás, y secretamente tocó el borde de su manto. Si usted escucha nuestros estudios recordará exactamente qué parte del manto tocó, y cómo esta parte del manto de un judío devoto representa su obediencia a la Ley de Dios. Donde nuestra propia justicia falla, necesitamos el brazo de la fe para tocar con él la perfecta justicia de Cristo!


Quizá usted siente que no tiene fe ahora mismo, pero eso no es necesariamente cierto. La fe es una capacidad sobrenatural que Dios ha dado a todo ser humano. La Escritura dice que cada uno de nosotros ha recibido una cierta medida de fe (Romanos 12:3), pero esa fe puede crecer y fortalecerse si se alimenta y se ejercita espiritualmente. No importa cuán pequeña y débil sea mi fe, siempre puedo trabajar en ella! Jesús dijo que una fe del tamaño de una semilla de mostaza es suficiente para operar milagros (Lucas 17:6).


Una de las maneras más efectivas de crecer en fe es entrar en contacto con atmósferas favorables. La forma más sencilla de definir lo que es una atmósfera favorable, es posiblemente poniendo un ejemplo de lo que NO es. Vayamos brevemente a Mateo 13:54-58 donde se nos dice que Jesús comenzó a enseñar en la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde había crecido:


Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene este esta sabiduría y estos milagros?¿No es este el hijo del carpintero?¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene este todas estas cosas?

Y se escandalizaban de él (...) Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.

¿Por qué no tuvo Jesús mayor éxito en su pueblo de origen? El propio pasaje explica que la mayoría de la gente en Nazaret no lo tomó en serio, ni creyó en su mensaje, sino que se escandalizaban de él en el peor sentido de la palabra. En el evangelio de Lucas, capítulo 4, encontramos lo que realmente sucedió justo después de que Jesús intentara reprenderlos por su incredulidad: la gente se llenó de ira y comenzó a atacarlo, de tal manera que aún trataron de tirarlo abajo desde un precipicio! No cabe duda que Jesús no pudo hacer muchos milagros en Nazaret!


Lo contrario a una atmósfera favorable es un ambiente de incredulidad y aversión por lo sobrenatural. Tristemente, hay muchas iglesias modernas en las que cualquier mención o manifestación sobrenatural del Espíritu Santo no es bienvenida. Realmente, debo decir que, aún cuando Dios el Padre es el mismo en todas partes, Jesús es el mismo, y el Espíritu Santo es el mismo, usted no debería esperar que haya un fluir del poder de Dios en un lugar permeado de incredulidad, simplemente porque esa no es la forma como Dios trabaja. El trabaja con nuestra fe!


Por lo general, los milagros siempre ocurren en atmósferas de fe. La gran mayoría de personas que Jesús sanó, eran gente que había oído hablar de los milagros que hacía y llegaron a él con la expectativa de ser sanados. Hay otro ejemplo bíblico que encontramos en los evangelios es el relato de Jesús en la casa de Jairo. Mateo 9:18 parece indicar que este hombre, principal de la sinagoga, ya sabía que su hija de doce años había muerto, cuando llegó a Jesús para pedirle ayuda: Mi hija acaba de morir; más ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá. Lo que me gusta de Mateo en contraste con Marcos y Lucas en esta historia, es que parece resaltar la fe de Jairo al punto de creer por una resurrección, y no sólo por una sanidad. Sin embargo, esa fe contrastaría fuertemente con la escena que Jesús encontró al llegar a su casa. Los músicos para el funeral ya estaban allí tocando y también una ruidosa multitud de actores fúnebres.


Era costumbre en esa cultura oriental que la familia pagara un grupo de profesionales, generalmente mujeres, para venir a llorar y hacer todo tipo de expresiones exageradas de dolor, a fin de comunicar públicamente el sentimiento de la familia. Estas mujeres, llamadas plañideras, llegaban a la casa del luto vestidas de silicio, rasgadas sus ropas, cubiertas de ceniza desde la cabeza, gritando a voz en cuello, golpeándose el pecho y tirándose frenéticamente del cabello. Cuanto más pudiente era una familia, mayor era el número de plañideras contratadas para el funeral! Imagine por un momento la multitud en casa de este magistrado; era un verdadero espectáculo público!


La Biblia dice que al llegar Jesús, el frenesí de la gente era tal que aún se burlaban de él, porque decía que la niña no estaba muerta. Entonces Jesús mandó a sacar a toda esa gente y se quedó solamente con sus discípulos y los padres de la niña. El v. 25 dice que el Señor sólo puso manos a la obra de resucitar a la niña cuando todos de habían ido. ¿Por qué no aprovechó la oportunidad para demostrarle a la multitud que él era la resurrección y la vida? ¿Por qué no decidió dejar en ridículo a quienes públicamente se habían burlado de él? El relato cuenta que la noticia se expandió rápidamente por toda la región, pero ningún milagro podría haber ocurrido en medio de una atmósfera tal.


Si usted espera un milagro, necesita despedir a las plañideras que ha contratado en su vida! Esa gente que vive trayendo y llevando malas noticias. Esos que miran todo a través de espejuelos oscuros. Esa mala costumbre de lamentarse todo el tiempo. ¿Recuerda cuando dijimos que el hombre come del fruto de sus labios? Cuando usted vive en un ambiente así, su alma resulta contaminada. Ningún milagro sucederá en una atmósfera de queja y lamento. Al contrario! Un alma enferma contamina al cuerpo.


Así que resumamos las llaves espirituales que hemos visto hasta aquí:


(1) Permanezca en obediencia, no necesariamente a una religión, pero sí a Cristo mismo. ¿Recuerda las instrucciones de Dios para la vida y el abrigo del Altísimo en nuestro último estudio?


(2) Busque revelación sobre la naturaleza y el carácter de Jesús. La gente de Nazaret no recibió a Jesús por quien él es (la Palabra de Dios hecha carne). Una vez más recuerde nuestro último estudio en el Salmo 107:20, Él envió su palabra y los sanó.


(3) Asegúrese de relacionarse con atmósferas de fe, y de crear atmósferas de fe a su alrededor. Un ambiente favorable es cualquiera que hace que su fe y expectativa en el Señor crezcan. Huya de los ambientes de incredulidad, y despida de su vida a las plañideras!


(4) Controle su lengua. Ya hemos tocado este tema anteriormente. Jesús dijo que todo lo que sale de la boca contamina al hombre. Sus palabras lo contaminan. Cambie su discurso, antes que su discurso lo cambie a usted!


(5) Deshágase de los motivos ocultos. Pudiera poner esto en otras palabras, pero me aseguraré de que pueda comprender a qué me refiero.


No todos los enfermos quieren ser sanados. Sé que pareciera una declaración absurda, pero no lo es. Jesús se acercó al paralítico de Betesda y le hizo una pregunta: ¿Quieres ser sano? (Juan 5:6) Pero Maestro, qué pregunta tan absurda! ¿No ves que estoy lisiado? No puedo, Señor. No tengo a nadie que me meta en el estanque cuando se agita el agua. He esperado 38 años y siempre alguien llega antes que yo! (Sé que el pasaje no dice exactamente eso, pero lo infiere). Dígame, ¿Exactamente dónde dormiría usted si estuviera esperando que un ángel agitara el agua? Me lo imagino! Es interesante y un tanto raro que este hombre no tuviera conocimiento alguno sobre Jesús, ya que desde el 2:23, Juan nos cuenta que Jesús era conocido en Jerusalén por las señales milagrosas que hacía.


De nuevo, ¿Qué haría usted si supiera que Jesús está caminando en el vecindario? Le sorprendería escuchar que algunas personas tienen motivos ocultos por los que preferirían mantenerse al margen de un milagro. ¿Vivía este hombre de la beneficencia de los líderes religiosos a quienes informó sobre la identidad de Jesús sólo unos versos más tarde? Algunas personas están tan acostumbradas a utilizar su condición física como un medio para manipular a otros, que cuando son confrontados con la posibilidad real de una sanidad física, se sienten secretamente amenazados. ¿Le preocupa ser sanado y perder la atención especial que recibe de su familia, la fidelidad de su cónyuge, la pensión del gobierno, o lo que se ha convertido en su forma de vida por los últimos 38 años? Esta clase de contrato secreto con un espíritu de enfermedad puede ser el motivo por el que algunos no reciben sanidad. Usted necesita identificar aquellos contratos secretos que ha firmado y renunciar a ellos!


En el caso del paralítico de Betesda, es posible que su contrato haya estado relacionado con un sentimiento persistente de culpabilidad, pues leemos que Jesús lo encuentra otra vez en el templo y le hace una fuerte advertencia: Mira, ya estás sano; (pero) no peques más, para que no te suceda alguna cosa peor (5:14). ¿Qué pecado habría cometido este hombre para quedar paralizado? No lo sabemos, pero está claro que el pecado era la causa directa de su enfermedad. Este es un principio que encontramos una segunda vez en Mateo 9:2-7, donde se cuenta la historia de otro paralítico al que Jesús sanó mediante una declaración pública de perdón, diciendo: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. ¿Recuerdas la lista de maldiciones por la desobediencia en Deuteronomio 28? En el caso específico de este hombre, su pecado personal le había puesto bajo una maldición de enfermedad, por lo que Jesús debió discernir por el Espíritu Santo la necesidad que tenía de ser perdonado. Esto nos lleva directamente a la siguiente llave.


(6) Confiese su pecado públicamente (delante de algunos testigos), haga retribución y arrepentimiento.


En ocasiones, cuando una persona no recibe su sanidad, puede ser porque está bajo maldición directa por el pecado. En ese caso, es imprescindible que el enfermo sienta la convicción del Espíritu Santo para confesar públicamente su pecado, retribuir en lo posible cualquier daño ocasionado, expresar su sincero arrepentimiento, y ser restaurado. Al confesar, usted debe llamar al pecado por su nombre, sin tratar de justificarse por ello. Idealmente, usted necesita hacer esto en presencia de varios testigos, y especialmente de la persona ofendida. Al retribuir, usted debe compensar de alguna manera a cualquier persona a quien haya ocasionado dolor ó pérdida. Ambos principios (la confesión y la retribución) están ampliamente respaldados por la Escritura y pueden ayudarle a ser libre de culpa. Una vez que usted haya hecho esto, tendrá la autoridad espiritual para romper con toda maldición de enfermedad en el nombre de Jesús.


Para demostrar la importancia de la confesión, me gustaría citar Santiago 5:16 (NTV): Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder ... Aquí quisiera añadir que nadie puede considerarse justo a los efectos de este versículo, si no está dispuesto a cumplir con este procedimiento. La confesión trae sanidad.


La última llave que quiero compartir en este estudio, se relaciona íntimamente con la confesión y el perdón, pero vistos desde la acera opuesta.


(7) Perdone cualquier ofensa que esté pendiente.


La oración del Padre Nuestro dice textualmente: Perdónanos nuestros pecados, así como hemos perdonado a los que pecan contra nosotros (Mateo 6:12 NTV) Me gusta la traducción Biblia del Jubileo, que dice: Suéltanos nuestras deudas, como también nosotros soltamos a nuestros deudores (...) Porque si sueltan a los hombres sus ofensas, les soltará también a vosotros vuestro Padre celestial. Mas si no sueltan a los hombres sus ofensas, tampoco su Padre les soltará vuestras ofensas (v. 14-15).


¿Tiene usted algo por soltar? Las personas que guardan resentimiento y dolor por el pasado terminan llevando las consecuencias en materia de salud. Perdonar es soltar, renunciar a nuestro derecho de venganza, y pasarle la cuenta a Dios para que sea él quien dé el pago conforme a Su justicia. La Escritura indica el procedimiento que debe seguirse en caso que la ofensa se dé en el contexto de la congregación. Es cierto que perdonar puede tomar algún tiempo, pero si una persona se rehúsa a tomar esta decisión, tarde o temprano él/ella caerá en una prisión espiritual, y el resultado puede ser enfermedad.


En un estudio anterior analizamos la parábola del siervo injusto que no quiso perdonar a su compañero; su amo terminó entregándolo a los verdugos hasta que pagara su propia deuda. La falta de perdón es una invitación formal al enemigo (Satanás) para que tome parte en nuestras vidas. Muchas personas que guardan rencor y raíces de amargura, son víctima de espíritus de enfermedad. Para deshacerse de una situación así, asegúrese de perdonar y mantenga la conciencia limpia. Después de dar este paso, podrá pedir a Dios que le perdone a usted y le permita respirar libre de toda opresión física y mental.


Bien, resumamos brevemente las siete llaves espirituales para la sanidad que hemos tocado hasta aquí: (1) Permanezca en obediencia (2) Busque revelación sobre la persona y el carácter de Cristo (3) Relaciónese con/cree atmósferas de fe (4) Tome control de su lengua (5) Deshágase de/ renuncie a los motivos ocultos (6) Confiese su pecado, y (7) Suelte al ofensor/perdone cualquier ofensa. Por motivos de tiempo, dejamos algunas llaves pendientes para próximos estudios. Recuerde que la enfermedad es un proceso complejo, y cada caso es diferente. Imagine que usted tiene todas estas llaves en su llavero espiritual ¿Cuál de ellas abrirá la puerta de su sanidad? Pida discernimiento al Espíritu Santo para llegar al fondo de su caso. No lo dude. Dios quiere darle revelación personal para que sea libre y experimente la salud que Cristo compró para usted.


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