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Mayor Justicia (Parte 1)

Actualizado: 30 mar 2022

Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra.

Romanos 7:6 NBLA


En uno de nuestros últimos estudios, titulado No Ignores la Palabra, ni el Poder, hablamos sobre algunas razones por las que decidimos cambiar el nombre del ministerio a Letra y Espíritu. Realmente, fue muy interesante poder responder a algunas de las inquietudes de nuestros oyentes/ lectores sobre este tema, al explicarles cómo nuestros estudios deberían caracterizarse por la combinación de letra (doctrina, conocimiento teórico, correcta interpretación de las Sagradas Escrituras) y espíritu (inspiración, dones y manifestaciones provenientes del Espíritu de Dios); sin embargo, hay algo más que deberíamos agregar sobre la disyuntiva de 2 Corintios 3:7 NBLA: Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.


En el presente estudio abordaremos estos dos términos un poco más a fondo, y ofreceremos nuestro punto de vista sobre el tema de la Ley y el Nuevo Pacto. Así que comencemos definiendo brevemente los conceptos fundamentales, letra y espíritu.


El término original griego para letra, que el Apóstol Pablo utiliza en 2 Corintios 3:7 es gramma (G1121): Escritura, un documento legal o registro escrito como una letra propiamente dicha, una carta, una factura, un contrato, un bono, un pagaré, una nota, un libro, o las Sagradas Escrituras. En sentido figurado implica enseñanza, estudio, conocimiento o instrucción.


A simple vista, es fácil llegar a la conclusión de que el término letra hace referencia directa a la Ley Escrita, ó Ley de Moisés en el AT, ya que esta a su vez proviene de la palabra hebrea Toráh, que significa instrucción, dirección, enseñanza, doctrina, principios o preceptos; sin embargo, un poco más adelante vamos a ver por qué no deberíamos saltar a conclusiones apresuradas en este punto.


El segundo término que necesitamos definir es Espíritu, del original pneuma (G4151): Soplo, viento, respiración, aliento de vida. Se utiliza en las Escrituras para referirse al Espíritu de Dios (el Soplo del Altísimo), pero también para hablar del espíritu del hombre ó de cualquier otra criatura viviente (aliento de vida), incluyendo los animales, los demonios y los seres angélicos. Es la traducción griega del término original hebreo ruah (H7307) que encontramos cumpliendo la misma función en el AT.


De la manera que el apóstol Pablo contrapone letra y espíritu en su argumento, pareciera que una cosa es diametralmente opuesta a la otra. Por una parte tenemos la ley escrita con todas sus reglas y exigencias imposibles de cumplir para el hombre y que corresponden al antiguo pacto, y por otra parte se encuentran la libertad del Espíritu y el nuevo pacto; pero antes de que comencemos a rechazar por completo lo que Dios llamó bueno y perfecto en primer lugar, necesitamos entender mejor a Pablo en su argumento.


(...) Porque la letra mata...

¿Cuál es el problema con la Ley escrita? Para responder a esta interrogante, remitámonos a la carta del Apóstol Pablo a los Romanos, capítulos 7 y 8.


¿Acaso ignoran, hermanos, (pues hablo a los que conocen la ley), que la ley tiene jurisdicción sobre una persona mientras vive? (...) Por tanto, hermanos míos, también a ustedes se les hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que sean unidos a otro, a Aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte. Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra.

¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo! (...) Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia (pecado). Porque aparte de la ley el pecado está muerto.

En un tiempo yo vivía sin la ley, pero al venir el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; y este mandamiento, que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató. Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno.

¿Entonces lo que es bueno vino a ser causa de muerte para mí? ¡De ningún modo! Al contrario, fue el pecado, a fin de mostrarse que es pecado al producir mi muerte por medio de lo que es bueno, para que por medio del mandamiento el pecado llegue a ser en extremo pecaminoso. Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado.

Romanos 7:1-14

En este pasaje, Pablo lanza dos preguntas retóricas: (1) ¿Es pecado la ley? (2) ¿Acaso la ley, que es buena, provocó mi muerte? La respuesta en ambos casos es un rotundo 'No. De ninguna manera!' En su lugar, el apóstol nos da al menos 5 características de la Ley de Dios que demuestran todo lo contrario:

  1. La ley es santa. Moralmente pura, sin pecado, irreprensible, que refleja la perfección de Dios.

  2. La ley es justa. Recta, irreprochable, equitativa, que refleja la justicia de Dios.

  3. La ley es buena. Excelente, agradable, conveniente, aceptable, que refleja la bondad de Dios.

  4. La ley es espiritual. Es decir, su naturaleza es espiritual, proveniente del Espíritu de Dios y concerniente al espíritu del hombre. La palabra original que se utiliza aquí es pneumatikos ¿Recuerdas el término griego para espíritu (pneuma)? ¿Si la Ley es puramente letra, cómo es que el mismo Pablo la describe como espíritu en este pasaje?

  5. La ley es para vida. Como dijo el proverbista: Guarda mis mandamientos y vivirás (Proverbios 7:2) Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; Porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán (Proverbios 3:1-2) Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo (Salmo 119:165).

Si encontramos que la Ley de Dios es santa, justa, buena, espiritual y para vida, entonces ¿A qué se refiere Pablo cuando dice que la letra mata? Para comprender el argumento que se utiliza aquí y en otras cartas paulinas, como la epístola a los Gálatas y la epístola a los Romanos, es imprescindible preguntarnos cuál es el punto de referencia desde el cual habla (o escribe) el autor en cada momento.


Por ejemplo, al comienzo del verso 1 del capítulo 7 de Romanos, Pablo introduce el concepto legal de jurisdicción, que significa ejercer autoridad, dominio, poder o influencia dentro de determinados límites previstos. El apóstol comienza a desarrollar este concepto para explicar de forma práctica cuál es la diferencia entre una persona que se encuentra viviendo bajo el sistema de la Ley, y otra que está bajo el sistema del Espíritu. El objetivo de ambas es el mismo (servir a Dios, y agradarle) sin embargo, la persona que se encuentra bajo el primer sistema (el de la ley) se halla a sí misma frente a una fuerte limitante: la presencia del pecado en su cuerpo mortal. Ya que este hombre natural, o carnal, no puede deshacerse del pecado por sus propios medios, éste permanece inevitablemente bajo maldición, de acuerdo con Gálatas 3:10, Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: «Maldito todo el que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas».


En contraste con el hombre natural o carnal, que no puede obedecer a Dios, el hombre nacido de nuevo, que vive bajo la jurisdicción del Espíritu, ya no está sujeto a condenación y muerte por el pecado. Dicho en términos paulinos: la Ley ya no lo mata! Y la razón por la que la Ley ya no lo mata, es porque este hombre ya está muerto! En su unión con Cristo, él está muerto a la vieja naturaleza pecaminosa por el bautismo, y ha recibido una nueva naturaleza espiritual a fin de servir a Dios con libertad, siendo sobrenaturalmente transformado y capacitado por la presencia del Espíritu Santo en su corazón, a fin de obedecerle.

Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.

Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que (yo) era débil por causa de la carne Dios lo hizo: enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne, para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Romanos 8:1-4

Así que cualquier persona que permanezca en la jurisdicción de la Ley está condenada a muerte, pero cualquiera que pase a través de Cristo a la jurisdicción del Espíritu, tiene la vida de Dios en él para hacer las cosas que antes, en su carne, no podía hacer. Una pregunta que surge en este punto y que es muy importante, es la siguiente: Ahora que estamos bajo el nuevo sistema (régimen o jurisdicción) del Espíritu ¿Podemos simplemente prescindir de la Ley, o deberíamos continuar esforzándonos por observarla? Mi respuesta a esta pregunta es que la expectativa de Dios acerca de todos aquellos que caminan en el Espíritu es que puedan alcanzar un nivel de justicia superior al de aquellos que, estando en la carne, se esfuerzan inútilmente por obedecer la ley. Eso significa que ahora tenemos la justicia de Cristo aplicada a nuestras vidas, pero también implica que hemos sido llamados a conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas (esta es la Ley de Dios, propiamente hablando) y obedecerla por el poder del Espíritu de Dios, que mora en nosotros. Permítame explicar este punto en la segunda parte.



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